Extracción petrolera daña salud de comunidades

El Telégrafo (Ecuador)

Informe de la ONU y organizaciones de Ecuador indican que, sobre todo los indígenas, desarrollan enfermedades a causa de la contaminación de empresas hidrocarburíferas.
Antecedentes
Desde hace más de 15 años un grupo de comunidades indígenas de Ecuador mantiene un litigio con la petrolera estadounidense Chevron-Texaco por daños ambientales.
Los demandantes acusan a la petrolera de causar daños medioambientales irreparables entre 1971 y 1992 y consideran que esos vertidos son la causa del aumento de casos de cáncer.
Los indígenas que habitan en zonas petroleras en Ecuador y Latinoamérica registran un alto índice de cáncer de acuerdo con un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Este documento, emitido el jueves pasado, indica que la dolencia es 30 veces mayor que la media nacional.
“El cáncer de riñón y de piel es quince veces mayor, y el de estómago, cinco”, señala el informe, elaborado por expertos y producido por la secretaría del Foro Permanente de las Naciones Unidas para Cuestiones Indígenas.
La ONU señala que las multinacionales petroleras no se “responsabilizan” por crear mecanismos de control que prevengan enfermedades  catastróficas. “Estas empresas no abordan los mecanismos que pueden prevenir las enfermedades y no asumen los costes de remedios como la quimioterapia”, asevera Myrna Cunningham, presidenta del Centro para la Autonomía y Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Pero además de dicho documento internacional, estudios efectuados en Ecuador revelan una problemática similar. En 2008 la ONG Acción Ecológica junto con la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE) efectuaron un análisis en 7 comunidades de la Amazonía. Cinco de ellas cercanas a pozos petroleros y 2 lejanas a ellos.
Adolfo Maldonado, médico e investigador en salud y ambiente de Acción Ecológica, explica que el estudio se efectuó con 303 habitantes  de la región y se notó que  “conforme vivían lejos, disminuían las afecciones” a diferencia de los que viven cerca de las petroleras. “Los casos de daños genéticos fueron superiores en quienes vivían cerca de los mecheros”, indica.
137 comunidades indígenas habitan en la provincia de Sucumbíos, donde existe actividad petrolera
Los resultados señalan que un 73,8% de las familias afectadas manifestaron que la actividad de Perenco les aumentó la frecuencia de enfermedades bastante o mucho, mientras que el 26,2% manifestó que poco o nada.
Además en análisis realizados al medioambiente se obtuvo que el 53,8% del suelo está contaminado, al igual que el 34,3% del agua del sector y el 100% de los sedimentos. “Siendo la causa de esta contaminación la presencia de hidrocarburos y metales pesados”, destaca el informe.
“Las aguas están contaminadas, los índices de toxicidad son elevados; en la zona de Perenco se encontró que había niveles elevados. La gente consumía esas aguas y es evidente que esas dolencias se contraen por vía respiratoria, consumo de agua y comida contaminada por los mecheros”, menciona Maldonado.
Otro de los estudios que revela el alto grado de contaminación de las petroleras se hizo con la Fundación Salud, Ambiente y Desarrollo, Óilwatch, PUCE, Acción Ecológica y Fundación Hesperian en  2001: “Ecuador ni es ni será ya país amazónico”. Este se realizó en el área de influencia de 80 comunidades con 237 encuestas a familias que sumaron 1.520 personas. Se hicieron 342 visitas a instalaciones petroleras entre Sucumbíos y Orellana.
El resultado: la principal causa de muerte es el cáncer en un 32% del total de fallecimientos, tres veces más que la media nacional de muertes por cáncer (12% en Ecuador). La tasa de mortalidad por cáncer de la población estudiada asciende a 13.6/10.000 habitantes, el doble que en la Sierra, el triple que en la Costa.
Solo en Sucumbíos hay 137 comunidades indígenas y conforman el 12% del total de la población de la provincia (177.560 habitantes).
Luis Fernando Calderón, director nacional de Salud Intercultural Bilingüe, reconoce que las poblaciones indígenas por su condición económica son más vulnerables.
Y explica que a través del programa de Protección Social del Ministerio de Salud Pública (MSP) están manejando las enfermedades catastróficas y brindando atención básica y primaria en poblaciones de difícil acceso por la geografía para superar la situación. “El MSP está preocupado por incorporar dentro del diagnóstico del sistema de información  la identificación de las poblaciones más vulnerables. Para  poblaciones aisladas,  más predispuestas a problemas graves de salud (Wuaorani, Tagaeri y Taromenane), se ha hecho un plan de medidas precautelares porque tienen un alto riesgo de enfermar por contacto con otra cultura”, dice.
En cambio Elizabeth Moreno, responsable de salud intercultural de Sucumbíos, asevera que los problemas se incrementan porque también pocas madres acceden a un Papanicolaou para diagnosticar el cáncer  uterino. Algo que también coincide con el informe de la ONU.
Cunningham, presidenta del Centro para la Autonomía y Desarrollo de los Pueblos Indígenas, indica que los altos índices de mortalidad entre mujeres embarazadas de la etnia en países como Bolivia, Ecuador y Nicaragua se deben a la desconfianza que existe en el sistema de medicina occidental, que “discrimina en muchas ocasiones a los indígenas, y las propias embarazadas”.
Para la funcionaria ecuatoriana, Moreno, el problema se acentúa porque algunos indígenas, por decisión propia, no acuden a hacerse atender. Incluso,  tras efectuar un estudio de salud sexual y reproductiva sobre la atención a partos, se determinó que el 70% de las féminas tiene el parto en su comunidad y 30% accede a los servicios de salud. “En Sucumbíos hay un 40% que accede a servicios de salud occidental y 60% que no lo hace”, detalla.
Jorge Guamán, coordinador nacional del movimiento Pachakutik critica el que los pobladores deban padecer la contaminación por “la práctica minera, la explotación petrolera y la tala de bosques que repercuten en la gente porque no tiene atención primaria”.
Y critica,  por su experiencia en Sucumbíos, Morona Santiago, Orellana,  Zamora y Napo, que “no hay cobertura ni se ven los programas de salud del MSP de los que se habla. Las ONG tienen mayor iniciativa”. Algo que para él debe solucionarse pues es “notorio  el alto grado de contaminación  en   Orellana, Sucumbíos y Napo”.
El Telégrafo