El ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, firmó ayer junto con su par chileno de Energía, Ricardo Raineri, un amplio acuerdo energético de colaboración que deja abierta la posibilidad de que la Argentina pase a importar gas natural licuado de Chile tras varios años de haber sido su principal abastecedor
Carlos Vergara
Corresponsal en Chile
El revelador dato sobre la compleja situación energética argentina está incluido en un convenio que crea cuatro instancias de intercambio de energía, interconexión eléctrica, combustibles, biocombustibles y energía nuclear y abre, por primera vez, esa posibilidad.
“Acordamos ver la posibilidad de intercambiar volúmenes de gas natural. Si en determinado momento la Argentina tiene excedentes y los puede colocar en Chile, se hará, y cuando la Argentina tenga necesidades, podrá abastecerse a partir de los puntos de regasificación que ha construido el Estado chileno en Quintero y Mejillones”, dijo De Vido, antes de aclarar que la fórmula de intercambio no tiene por qué ser monetaria, sino que podría consistir en una balanza energética, de modo que un país apoye al otro cuando exista escasez de combustible.
En la firma del acuerdo también estuvieron presentes el secretario de Energía, Daniel Cameron; el ministro de Minería, Jorge Mayoral; el embajador chileno en la Argentina, Adolfo Zaldívar, y el representante argentino en Santiago, Ginés González García. “Es la primera vez que se incorpora el tema nuclear. La Argentina está colocando a disposición de Chile todos sus conocimientos y experiencia en esa materia. Ellos deberán elegir en qué áreas quieren que los apoyemos”, aclaró Cameron.
Las comisiones de intercambio energético y de interconexión eléctrica buscarán opciones de coordinación y apoyo mutuo en la utilización eficaz de la energía.
La asesoría en energía nuclear que prestará la Argentina es de máxima sensibilidad para Chile, país en el cual los sucesivos gobiernos de la Concertación y del actual presidente, Sebastián Piñera, aún no han tomado decisión al respecto.
La relación gasífera entre la Argentina y Chile comenzó a mediados de los noventa, cuando los ex mandatarios Carlos Menem y Eduardo Frei firmaron un acuerdo de cooperación que funcionó con altibajos hasta los sucesivos incumplimientos contractuales por parte de la Argentina en tiempos de Néstor Kirchner y Michelle Bachelet.
Chile optó entonces por su independencia energética, para lo cual construyó dos plantas procesadoras de gas licuado, en Quintero -en las cercanías de Valparaíso- y Mejillones, en el norte del país. Allí se procesa el gas comprado a países como Trinidad y Tobago y Egipto.
La Nación