Fue en el Estado de Puebla, en una red de PEMEX. Unas 5.000 personas fueron evacuadas de la zona.
El robo clandestino de gasolina era hasta hace un tiempo sólo un problema económico que sangraba las cuentas de las empresa publica de petróleos PEMEX. Pero desde ayer es también un problema de seguridad nacional, después de que la explosión de un oleoducto en la localidad de San Martín Texmulucan (en el Estado de Puebla) dejara al cierre de esta edición 28 muertos y 52 heridos .
Lo que originalmente era una más de las habituales operaciones de robo de gasolina de PEMEX terminó convertida en tragedia cuando una banda de “delincuentes” perforó los gigantescos ductos que atraviesan la región de Puebla. De ahí comenzó a salir a gran presión un chorro imparable de gasolina que llenó de combustible la localidad, de 120.000 habitantes.
“Un grupo de delincuentes pretendió ordeñar los ductos, se les salió de control por el alto grado de fuerza con la que sale el combustible y eso trajo como consecuencia que diversas calles se empezaron a inundar de combustible y llegó un chispazo”, dijo Valetín Meneses, secretario de Gobernación del Estado de Puebla.
Pero como si se tratara de un escenario apocalíptico, la imagen que nunca olvidarán los habitantes de San Martín Texmulucan es la de las calles cubiertas de gasolina que en pocos segundos se transformaron en ríos de fuego , en el que fueron explotando una a una las alcantarillas, mientras la gente huía del lugar en pijama. Primero fue la planta de bombeo número 7 e inmediatamente después saltó por los aires una estación de gas cercana y los tanques de uso doméstico comenzaron a volar como si fueran proyectiles sobre la cabeza de los pobladores .
Finalmente, con el fuego avanzando sin control, explotó una gasolinera que extendió aún más las llamas hasta dejar reducidas a cenizas 32 casas y otras cien parcialmente quemadas. Unas 5.000 personas fueron evacuadas.
La población escapaba con lo puesto sobre un asfalto que hervía. Coches, tiendas, farolas y señales de tráfico quedaron carbonizadas. Entre las víctimas se cuentan al menos cinco menores de edad y una familia completa que fue sorprendida por la explosión cuando dormía. “Lamentablemente en una casa, un matrimonio con hijos resultaron calcinados”, dijo el funcionario.
Todo comenzó de madrugada, y a las seis de la mañana el barrio de las Torres era ya una prolongación del infierno. Diez horas después el gobierno mexicano dio por controlada la situación, cuando los bomberos apagaron las llamas y evacuaron a 5.000 personas con la ayuda del Ejército y protección civil.
El presidente Felipe Calderón ordenó, a través de su cuenta en Twitter, investigar la explosión para así “deslindar responsabilidades y aplicar todo el peso de la ley a quienes resulten responsables”, en cuanto se supo que el “accidente” no era tal, sino un torpe intento de robo que terminó en tragedia .
El robo de combustible de la red de suministro de PEMEX es una práctica común, tanto por particulares como por el crimen organizado. El problema es que el gobierno mexicano no tiene capacidad para vigilar cientos de kilómetros de tubos y cañerías por donde corre la gasolina.
Sobre todo porque detrás de estos robos operan los carteles de la droga que están sangrando el país y que utilizan esta gasolina para seguir financiando cada matanza. Unas veces “ordeñando” ductos, otras veces asaltando los camiones que transportan el combustible.
“Aquí a cada rato perforan los ductos y ahí vemos a unos tipos vendiendo a los camioneros el combustible en cubetas”, explicó a la prensa Carlos Hipólito, un habitante de Tezmelucan, quien durante la madrugada subió a su familia a su automóvil y decidió alejarse tras la poderosa detonación.
Al cierre de esta edición seguía sin conocerse el número exacto de víctimas que dejó la explosión, por lo que Puebla pidió ayuda al vecino estado de Tlaxcala en el envío de féretros ya que hasta última hora de la tarde las víctimas carbonizadas permanecían envueltas en sábanas y sobre el suelo del polideportivo de una localidad cercana.
El municipio de San Martín Texmelucan es un enclave situado a la sombra de un gran volcán en activo, el Popocatépetl que frecuentemente expulsa fumarolas. Paradójicamente no fue el “Popo” el que redujo barrios enteros del municipio a un montón de cenizas.
Clarin