Rio de Janeiro, 16 al 22 de junio de 2012
La cumbre de Rio+20 se constituirá en el aval de Naciones Unidas para un nuevo modelo de acumulación y despojo, que del sello de la pobreza, pasa a tener un sello verde.
En Rio ‘92 sonaron las alarmas por la crisis ambiental mundial, sobre todo por la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, sin embargo el balance año tras año ha revelado mayor crisis, menos acuerdos vinculantes y más negocios de empresas que lucran del clima con la privatización de la atmósfera y que pretenden multiplicar sus negocios a través de la extrema mercantilización y financiarización de la naturaleza.
En Rio+20 ya nadie espera resultados en favor del clima ni que se tomen medidas para detener la crisis ambiental, pero Rio+20 si puede ser un momento para denunciar con fuerza el carácter devastador del capitalismo petrolero, y una oportunidad para comprender y apoyar las luchas locales en contra de la actividad petrolera y de las que mantienen el modelo petrolero intacto aunque se presenten como alternativas.
A la práctica de las transnacionales privadas y de las propuestas neoliberales de ocupar territorios y despojar comunidades y Estados, se suman ahora los convenios y acciones de empresas estatales o mixtas que, con argumentos de inversión social y de control estatal, extienden las fronteras de intervención. Se trata de un nuevo proceso de colonialismo territorial que ya no solo se plasma con la presencia física de las empresas sino que se expande hacia una nueva concepción del espacio, nuevas formas de derechos y personería jurídica. Este avance es hacia nuevos y frágiles territorios, en donde se encuentran reservas de petróleo cuyo costo de extracción, en términos de energía, territorios, agua, trabajo, etc., será aún más alto que el acumulado hasta la actualidad.
Sin embargo, si bien los debates sobre esto están a la orden del día, las comunidades que aún viven ligadas a la naturaleza, y la naturaleza misma, conocen de sus impactos y se resisten a esas prácticas devastadoras.
1 Las causas de la crisis
El petróleo permitió expandir, acelerar y globalizar las relaciones, que basadas en el capital, sobreexplotan a los trabajadores y destruyen la naturaleza.
Ahora, el pico petrolero ha sido y está siendo utilizado para usar cualquier medio -incluido el militar- para acceder a lo que queda de petróleo. Mayor chantaje, mayor presión para la apertura petrolera hacia lugares extremadamente frágiles como es el ártico, las aguas profundas o las últimas selvas tropicales, así como la aceleración de la extracción, son señales constantes.
Tanto la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), como la Agencia Internacional de Energía (EIA por sus siglas en inglés) anticipan el incremento del consumo y la extracción de petróleo que para el 2012 ya está en los 89,5 millones de barriles por día. Para el 2030 la demanda de petróleo y otros combustibles líquidos excederá los 103 millones de barriles diarios1. Inclusive la utilización de carbón crecerá un 65% hasta el 20352.
El petróleo como recurso energético y como fuente de materiales ha configurado un mundo en donde la aceleración de la producción, la acumulación de la riqueza y la renta tecnológica se expande destruyendo tierra, mar y atmósfera.
Los campos están petrolizados por el uso de químicos derivados del petróleo. La mayoría de los alimentos procesados y las manufacturas están petrolizadas por sus materias primas y por el transporte de grandes distancias. Las ciudades están enteramente petrolizadas por el consumo del plástico, que tienen como testigos los inmensos basureros en donde terminan los envases desechables. Los automóviles y las carreteras ocupan cada vez más territorios y desplazan formas sanas de vida.
La industria militar es una de las que más energía utiliza. Por ejemplo, tan solo el Departamento de Defensa de Estados Unidos consume alrededor de 130 millones de barriles de petróleo al año3 casi tanto como Nigeria, con una población de 160 millones de habitantes. Esto convierte a la industria de guerra de Estados Unidos en el consumidor más grande de energía, con solo 35 países en el mundo que consumen más que ésta.
Los saldos de la contaminación de las actividades petroleras son espeluznantes. Millones barriles derramados en los suelos y en el mar. En la Guerra del Golfo, en Kuwait en un solo incidente se vertieron 5,7 millones de barriles. En la plataforma Deepwater Horizon, en el Golfo de México, se vertieron 5 millones de barriles. Los derrames petroleros son diarios.
De acuerdo al Panel Intergubernamental de cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), en 1990 las emisiones provenientes de hidrocarburos fósiles ascendían a algo menos de 22 Gigatoneladas; para el 2010 el total era de más de 33 Gigatoneladas de Co24., Pero el problema no es solo el carbono, ese es solo una de las manifestaciones de la crisis.
Así, el nuevo escenario geopolítico, en donde vemos el alto crecimiento y demanda de países emergentes, suponen el aumento de la extracción y el consumo. El conflicto se agudiza, pero también esta es sólo otra de las partes de la crisis.
2 Las falsas soluciones
Las crisis son inherentes al capitalismo. Construye crisis a la par que presenta soluciones para enfrentarlas. Se autoregula y regenera, justamente para mantener el nivel de lucro.
Desde los sectores hegemónicos, la crisis climática se enfrenta con herramientas que convierten al cambio climático en una oportunidad de lucro. Se realiza en base a una nueva unidad de valor global: el carbono equivalente.
Para la crisis económico-financiera se diseñan ajustes estructurales, y el invento de nuevas mercancías y mercados que redefinen, amplían y protegen a los bancos y exprimen a los pueblos. Casos como el de Grecia o España son ejemplos en este sentido.
Para la crisis ambiental se proponen nuevos productos, mientras se continúa mercantilizando la naturaleza, o planteando el tema como si de lo que se tratara es de opciones de consumo responsable.
Frente al agotamiento de recursos vitales -como el agua, los bosques, la biodiversidad- hay nuevas agendas de control territorial por medio de proyectos, con máscaras consevacionistas, constituyen nuevos actores en la toma de decisiones, como son los proyectos tipo REDD+.
Para el descontento social y el levantamiento de los pueblos se legitiman medidas represivas y de criminalización.
20 años de mentir, ocultar, disimular, conspirar, construir evasivas al origen de las crisis, que tienen como causa el petróleo y el capitalismo petrolero.
Desde el punto de vista tecnológico, hay mega proyectos energéticos para abastecer de energía barata a la extracción de los fósiles, y minerales, no importa acabar con la soberanía alimentaria con agrocombustibles o poner el riesgo el planeta con energía nuclear. El actual modelo petrolero consume cada vez más cantidades de agua pues se avanza hacia yacimientos no convencionales regados en casi toda la superficie de la tierra.
Finalmente, para garantizar el flujo y abastecimiento de petróleo, se impone una “gobernanza ambiental” internacional desde donde se pretende administrar países y sociedades como si fueran empresas, y para esto se presta las Naciones Unidas acompañada de un nuevo plan de ruta y glosario: certificación, los impuestos verdes, el eco-consumo, el bioconocimiento, las políticas fiscales verdes, el PIB verde, la “sostenibilidad de balances externos”, la inflación taxonómica, las especies carismáticas, la inclusión social, energía verde…
Desde Rio ‘92 el capitalismo sigue su rumbo arrasando pueblos y territorios.
3 Las alternativas a las crisis
Sabemos que dentro del capitalismo no hay salidas que no supongan mayores grados de destrucción, pues este se mantiene y proyecta sobreexplotando a la gente y a la naturaleza y en el mejor de los casos acumulando y postergando las crisis.
En varios países se ha tratado de buscar alternativas al modelo, con aparentes propuestas de transición, pero han perdido el rumbo, entre otras cosas porque se mantiene la insistencia de mantener el extractivismo o la industrialización constante, arrasando con los pequeños productores agrarios, con alternativas colectivas a pequeña escala y consumiendo más y más recursos y energía.
Corresponde a los movimientos sociales romper con el hechizo que nos obliga a usar la retórica del desarrollo y del progreso y volver a pensar en la ruta y en un horizonte más oportuno y estratégico para las luchas sociales.
Desde los movimientos indígenas surge el SUMAK KAWSAY (o sus equivalentes en otras lenguas) que básicamente propone encontrar y mantener espacios para la utopía, desde la comunidad, con solidaridad, basados en el respeto a la naturaleza, y proscribiendo los ejercicios de dominación.
Para Oilwatch, los caminos alterativos deben entretejerse protegiendo territorios, construyendo soberanías y fortaleciendo las solidaridades entre luchas.
Un camino es aunar esfuerzos frente a la industria petrolera, y apoyarnos en nuestras luchas. Desde la especificidad de la red OILWATCH, nos ponemos al servicio de las de la defensa de los territorios, frente a la industria petrolera, en Brasil y en todo el mundo.
NO A LA AMPLIACIÓN DE LA FRONTERA PETROLERAS!
TERRITORIOS LIBRES DE PETROLEO!
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