Por Pablo Fernández Blanco | Cronista.com
Guillermo Pereyra conduce el sindicato petrolero que reúne a trabajadores de Neuquén, La Pampa y Río Negro, el mayor enclave productor de energía del país. Desde ayer, este gremialista con cuatro décadas de dirigencia sindical encima carga sobre sus espaldas con un extraño privilegio: en medio de un escenario de fracturas y disensos, será el único nexo entre la presidenta Cristina Fernández y Hugo Moyano.
Pereyra tiene el único sillón que le corresponde a los trabajadores en el directorio de la estratégica YPF. Pero más aún: es amo y señor de la buena voluntad o la impaciencia, según los casos, de la mayor parte de los empleados petroleros patagónicos, cuya efervescencia es capaz de dejar sin gas o combustible al país.
Ayer fue ungido como número dos de la nueva conducción de la CGT, que lidera el camionero, desde donde planteará reclamos a la Presidenta. Y tiene intereses antagónicos a los central obrera que conducirá desde octubre Antonio Caló, afín al Gobierno. A pesar de su posición en el mapa políticosindical, Pereyra insiste: No cambio mis convicciones cuando atravieso la puerta de YPF. Se lo dije al compañero Hugo. Y no se sonroja cuando una pregunta lo obliga a reconocer que ayer (por el miércoles) habló con Julio (De Vido), el funcionario que hasta hace pocos meses era un interlocutor fundamental con Moyano pero estalló la relación en medio del conflicto. Una muestra más de la nueva vida de Pereyra, en sus palabras: Galuccio (el CEO y presidente de YPF) me invitó a estar en la reapertura de Tecnópolis, pero decliné la oferta porque tenía el acto en la CGT. En dos semanas voy a estar con él en Santa Cruz, confirmó.
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