Marcela Valente entrevista a PAUL CONNETT, experto en gestión sostenible de residuos
Es posible terminar con los rellenos de basura en las grandes ciudades, como la capital argentina, sin caer en la trampa de la incineración que produce nuevos desechos tóxicos para enterrar, aseguró el académico estadounidense Paul Connett.
“Por cada cuatro toneladas de residuos que se queman se genera una tonelada de cenizas contaminantes”, dijo Connett, doctorado en química en la Universidad de Dartmouth, en una entrevista otorgada a Tierramérica en Buenos Aires, ciudad que visitó invitado por la Coalición Ciudadana Anti-Incineración, que integran unas 40 organizaciones.
Connett es el director ejecutivo del American Environmental Health Studies Project (proyecto estadounidense de estudios sobre salud ambiental), desde donde promueve el tratamiento sustentable para los residuos.
La legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires aprobó una ley de Basura Cero que imponía reducir a la mitad el volumen de residuos sólidos que destina a rellenos para 2012. Pero, lejos de alcanzar esta meta, triplicó el volumen y ahora se evalúan opciones que prevén la cuestionada incineración.
TIERRAMÉRICA: ¿Por qué cree que la incineración no es buena alternativa para los residuos?
PAUL CONNETT: En primer lugar, no es sustentable. Cada vez que se quema un producto hay que volver a fabricarlo, y eso implica energía, contaminación y contribución al cambio climático. Además es una tecnología cara, que destruye puestos de trabajo en reciclaje.
TIERRAMÉRICA: ¿Qué impacto tiene en el ambiente?
PC: Es un derroche de recursos finitos y de energía, además de que no reemplaza a los rellenos. Por cada cuatro toneladas de residuos que se incineran se genera una tonelada de cenizas contaminantes que contienen mercurio, plomo, cadmio, cromo, arsénico y las dioxinas que se generan en el proceso de combustión.
TIERRAMÉRICA: Hay un impacto también en la salud…
PC: Un asunto especial de preocupación son las partículas menores a un micrón, que los filtros de los incineradores no las captan. Una vez liberadas ingresan en nuestro organismo y, a través de los pulmones, pasan fácilmente al torrente sanguíneo y a los tejidos.
TIERRAMÉRICA: ¿Qué propone como alternativa?
PC: La solución es una estrategia de basura cero basada en 10 pasos, comenzando con la separación en origen y la recolección diferenciada para mantener la franja de orgánicos apartada del resto de los materiales y para compostaje.
TIERRAMÉRICA: ¿Y con el resto de los residuos?
PC: Una vez que sacamos los orgánicos, es fácil separar papel, cartón y vidrio para reciclaje, y el paso siguiente es la reparación y reutilización de productos que se tiran. Con este método, (la occidental ciudad estadounidense de) San Francisco logró reducir en 80 por ciento el volumen de basura que enterraba.
TIERRAMÉRICA: ¿Y cómo se llega a cero?
PC: Con iniciativas para reducir la generación de desperdicios. En Irlanda hay un impuesto sobre las bolsas de plástico que logró mermar 92 por ciento su consumo en un año.
Por eso es importante plantear propuestas para que sea más cara la recolección de los elementos no reciclables. Hay que analizarlos para ver cómo rediseñarlos y lograr que vuelvan a servir o que no se sigan fabricando.
Una estrategia de basura cero no esconde sino que hace bien visibles esos bienes para aprender cuáles son nuestros errores como sociedad y como productores.
TIERRAMÉRICA: ¿Hay ciudades de la escala de Buenos Aires que alcanzaron la meta de basura cero?
PC: No, pero hay urbes como esta que se han propuesto la estrategia y han logrado avances. Una gran ciudad es la suma de pequeños barrios, por lo cual se debe descentralizar el manejo de residuos para abordarlo en pequeña escala.
TIERRAMÉRICA: Se lo pregunto porque se suele ver la estrategia de basura cero como una utopía…
PC: Sí, la suya es una pregunta típica. La basura se ve desde dos perspectivas. Una es la de un funcionario que se encuentra con un problema de miles de toneladas que se le vienen encima, y ahí es donde aparece la tentación de la máquina mágica.
La otra, y es en la que yo creo, es que hay que observarlo desde el propio tacho de desperdicios. Lo que veo ahí es material orgánico, vidrio, papel, plástico y, así, resulta fácil. Hay que separarlos y darles un destino feliz.
Los primeros pasos son de sentido común, por eso yo subrayo que el problema de la basura es una cuestión de organización, educación y liderazgo político.
TIERRAMÉRICA: Las autoridades de Buenos Aires destacan los incineradores que se usan en Alemania. ¿Qué opina de eso?
PC: Alemania tiene que importar basura para alimentar sus incineradores. Lo mismo les pasa a Holanda, Suecia y Noruega.
Esos países construyeron incineradores apostando a que la gente no iba a reciclar, pero se empezó a hacerlo y ahora necesitan abastecerlos y pagan para ello. En base a esas experiencias, sabemos que es posible avanzar en una reducción del enterramiento sin caer en la quema, como es el caso de San Francisco.
TIERRAMÉRICA: ¿Y qué hacen con las cenizas los países que incineran?
PC: En Estados Unidos se entierra, en Dinamarca las mandan a Noruega para el mismo fin, Alemania las pone en bolsas de nylon y las sepulta en minas de sal, mientras que en Holanda se ocultan debajo del pavimento de las rutas.
Las cenizas son el talón de Aquiles de los incineradores. Las empresas que promueven su uso no dicen mucho acerca de qué van a hacer con ese nuevo residuo. Pero es claro que no es una alternativa para el relleno.