Por Marcelo García (Exclusivo/El Extremo Sur).
La tormenta vuelve a golpear a Comodoro. Sigue la emergencia, con 2.000 casas destruidas y los barrios anegados, la visita de Frigerio dejó muy pocos anuncios y se profundiza la disputa por el reparto de la ayuda.
En medio de las nuevas lluvias mezcladas con fuertes vientos, los comodorenses luchan contra la adversidad hombro con hombro, tal como lo han venido haciendo durante toda la semana. La ayuda y la solidaridad afloran desde el corazón del pueblo llano, pero hay una enorme incertidumbre acerca de cuál será el proyecto de reconstrucción de la Capital Nacional del Petróleo y qué inversión se pondrá en juego.
El clima sigue afectando a Comodoro y también a buena parte de la provincia. Aunque el temporal es incontrolable, hay entre los comodorenses una bronca contenida que por ahora se canaliza en esfuerzo, trabajo y ayuda entre vecinos, pero es un polvorín que puede encenderse en cualquier momento.
Mientras el agua comienza a aflojar el barro que se pudo sacar de las casas, el caos se reinstala en las zonas mas afectadas. Todavía no se concretaron los trabajos mínimos de limpieza y la solidaridad entre vecinos fue forzada a centralizarse en los organismos oficiales, al tiempo que funcionarios municipales y provinciales se disputan las entregas de ayuda.
Los días pasan, las soluciones de fondo no aparecen y la impaciencia comienza a transformarse en bronca, por ahora sostenida y contenida. La contención del Estado ha sido limitada, y deberá convertirse en un plan sostenido y coherente si se quiere alejar el fantasma de un estallido social por desesperación.
Vuelo rapaz de Frigerio
“Vamos a hacer las obras que hay que hacer” afirmó el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, cuando recorrió desde las alturas la catástrofe que está golpeando a Comodoro.
Reunido con el gobernador Mario Das Neves y el intendente Carlos Linares, anunció el envío de 50 módulos habitacionales y la llegada de 6 camiones más con ayuda. Tampoco suenan a inversión suficiente los 50 millones de pesos girados por Nación.
Mientras reconocía que Chubut y Comodoro Rivadavia “contribuyeron muchísimo a las arcas nacionales” y lamentó que en las épocas de vacas gordas no se hayan generado ahorros para hacer las obras capaces de prevenir estas contingencias, dejó a su paso una sensación de insatisfacción, que no sorprende si se tiene en cuenta la actitud que ha venido manteniendo la presidencia de Mauricio Macri con cada una de las penurias climáticas que han venido padeciendo las provincias argentinas.
Para muestra muchas veces basta un botón. El presidente Macri, en medio de la catástrofe comodorense, se congratulaba por la marcha en apoyo de la democracia del primero de abril y tenía tiempo para inaugurar las nuevas instalaciones deportivas de Boca Juniors.
Antes de concluir su paso fugaz, Frigerio enfatizó que Nación ayudará a realizar un plan de viviendas para Comodoro, “probablemente el más ambicioso que nunca se haya hecho”, según enfatizó para luego subirse al avión sin mirar atrás.
Solidaridad hombro con hombro
La fuerza de Comodoro para pelearle al temporal brotó desde las entrañas mismas del pueblo. Son los vecinos y los trabajadores quienes están dando las mayores muestras de esfuerzo y solidaridad para con sus pares.
Ya sea con una pala en la mano para sacar el barro o con una cuerda para rescatar al necesitado, en los propios barrios están surgiendo las incansables muestras de apoyo y ayuda. Hombro con hombro, espalda con espalda para afrontar una catástrofe sin precedentes.
Las necesidades son muchísimas, incontables y hasta indescriptibles. Hay barrios anegados de manera preocupante. El 80% de las avenidas, rutas, calles y caminos tienen problemas de transitabilidad; pero también hay más de 2.000 viviendas completamente destruidas y cerca de 1.000 evacuados, sin contar las cuantiosas pérdidas materiales que sufren los habitantes de dichos hogares.
Todo este panorama era cuantificable antes de que comenzara a caer nuevamente el agua en el día de ayer, que preanuncia una acumulación que podría rondar entre 80 y 120 mm.
Para dar una mano se sumaron muchas manos solidarias desde escuelas, algunas iglesias y no todas las uniones vecinales que permanecieron abiertas. Las viandas con comida caliente para los damnificados fluyeron incansablemente desde la Universidad, la Escuela de Arte, las escuelas 711, 746, 715 y muchas otras, como así también desde el PSTU en su local de zona norte.
Emoción generan las maestras de la aislada Caleta Córdova que recorren personalmente las casas de sus alumnos para ver qué necesidades hay en las familias. Hay varios colegios, vecinales y voluntarios de Cáritas que arman frazadas o mantas con ropa vieja para poder darles a los inundados. En la Universidad hicieron 100 kilos de alcohol en gel para donar.
Con las clases suspendidas al menos hasta el lunes en Comodoro y Rada Tilly, las escuelas seguirán siendo uno de los baluartes alimentarios y de mayor solidaridad con los afectados por la reedición del temporal.
Todos y cada uno de esos héroes anónimos, con las palas o las ollas populares, por redes sociales o armando mapas con la localización de la asistencia y los problemas, pusieron dinero de sus bolsillos, esfuerzos enormes hasta el cansancio y en ocasiones se toparon con la desidia y la mezquindad gubernamental, de unos y otros.
Hay barrios que la están pasando muy mal. Zonas como Laprida, Juan XXIII, Caleta Córdova, San Cayetano, 1.008, Km 17, Palazzo, Moure, Tres Pinos y varios otros están destrozados, tapados por más de un metro de barro, con casas humildes por derrumbarse, con servicios públicos interrumpidos y con muchos problemas para poder ir a buscar la asistencia necesaria. La basura se junta con chances de generar enfermedades, hay muchos animales muertos y los focos infecciosos están a la vuelta de la esquina.
Muchos trabajadores petroleros se sumaron con su ayuda e inclusive algunos tomaron las máquinas de sus empresas (con y sin permiso) y salieron a recorrer los barrios afectados.
Uno de los principales problemas es la falta de agua potable o la que sale por las canillas es turbia. La Sociedad Cooperativa Popular Limitada reconoció la ruptura en varios tramos del acueducto y mientras trabaja en su reparación hay cortes alternados de suministro en las diferentes zonas de la ciudad.
Algunos vecinos hacen largas colas en la Planta de Santa Lucía para llevarse un bidón, balde o un tanque lleno de agua potable; muchos esperan la llegada del millón de pastillas de potabilización que alcanzarían para facilitarle el consumo al 30% de la población que se quedó completamente sin agua para el consumo.
La carta del Papa Francisco ayuda a los creyentes, genera esperanzas generales, pero no alcanza para suplir las necesidades y las falencias a la hora de atender los muchos problemas existentes en Comodoro.
Avivadas: especulando con la crisis
La avivada no tarda en surgir en medio de las necesidades. Apenas salió un poco de sol los vecinos comenzaron a sacar el barro de sus casas y cuadras, mientras algunos aprovechadores con máquinas les pedían 300 pesos para sacar lo que se acumulaba en las calles.
Cuando el Servicio Meteorológico anunció que volverían las lluvias y ese barro sacado a pura pala corría riesgo de reingresar a los hogares, las tarifas de los “vivos” habían subido. A algunos vecinos llegaron a pedirles 1.000 pesos por juntarles el barro de las puertas de sus casas.
Mientras tanto, la maquinaria municipal era insuficiente y nadie informaba oficialmente qué hacer con el barro, cómo ubicarlo una vez que se lo saca de las casas y no hay una batea, un contenedor o un camión para llevárselo.
Los que se aprovechan de la catástrofe tienen caras múltiples. Así aparecieron los que robaron las donaciones en el gimnasio Miguel Gatti del barrio Fuchs, aunque todo apunta a que habrían sido vecinos desesperados y no ladrones; los que aprovecharon para hacer una entradera y llevarse unos pesos o los que “chorearon” en una casa humilde de la Fracción 14.
Inclusive, en completa disonancia con lo que viene haciendo la mayoría, en una vecinal donde había evacuados, los nativos y criados habrían expulsado a inmigrantes bolivianos que reclamaban ayuda.
Peor es la “avivada” de los poderosos, la que se vinculó a las remarcaciones de precios en los supermercados instalados en la ciudad. Frente a los aumentos, el gremio de Camioneros escrachó la sucursal Centro de La Anónima y no faltaron denuncias contra otras cadenas; aunque la Cámara de Comercio pidió que se eviten los escraches y que las acusaciones se hagan con “pruebas concretas”.
La política metió la cola
La ayuda para los miles de perjudicados se convirtió en un botín de la mezquina política, de los sectores enfrentados por el poder, ya sea del ámbito municipal o provincial.
A la redacción de El Extremo Sur llegaron múltiples testimonios que denuncian el manejo discrecional de las donaciones, incluyendo el supuesto desvío de los envíos que tendrían que llegar a los barrios más necesitados.
Desde el Municipio se decidió centralizar las donaciones nacionales, provinciales y las surgidas del propio ejido municipal en el Predio Ferial. La intención fue centralizar y distribuir las donaciones en función de los pedidos que se reciben de las uniones vecinales o centros de evacuados, aunque muchas veces esos pedidos no llegaban aunque las necesidades aumentaban.
Dicha determinación parece la más acertada para dar respuesta a los vecinos, pero hay innumerables reclamos por la ausencia de asistencia. Muchos vecinos no pueden ir a buscar lo que necesitan y el mecanismo se ha mostrado como entorpecedor de las respuestas necesarias. La ayuda debería acercarse a la gente y no la gente acercarse a la ayuda en medio de grandes dificultades para transitar.
Mientras tanto, las donaciones que surgen desde la Nación y diferentes puntos del país estarían siendo centralizadas por los organismos provinciales, disociándose de la acopiada por el Municipio.
Inclusive se menciona que varios de los camiones enviados desde la Casa del Chubut o desde el Gobierno nacional estarían siendo concentrados en Trelew y Rawson para que el Gobierno provincial pueda tener el control de su distribución.
Unos y otros buscan sacarle algún provecho a las donaciones del pueblo, quizás muchos tengan la mirada puesta en conquistar algún voto para octubre; pero lo cierto es que los reclamos desde los barrios más afectados son incesantes; se necesita mucho y llega poco o tarde.
El Concejo Deliberante sancionó la emergencia seis días después del inicio de la catástrofe. Los diputados provinciales se hunden en un debate interminable sobre cuántos deben ser y de dónde deben salir los fondos para capear las impresionantes consecuencias de un temporal que sigue azotando a los comodorenses y que no entiende de mezquindades ni de disputas partidarias.