El caso de Mauricio Segura
Mauricio Segura falleció trabajando en un pozo petrolero sin haber tenido suficiente capacitación previa. Su caso expone la pauperización de las condiciones de trabajo en Vaca Muerta, donde ya murieron ocho personas en dos años. En diálogo con PáginaI12, Laura Nacimiento, pareja de Segura, explica cómo se trabaja en el sector, la falta de seguridad y de descanso, así como las presiones para incrementar la producción.
Por Sebastián Premici / Página/12
Jueves 1 de noviembre de 2018. 6 AM. Mauricio Segura cumplía un turno de 12 horas en boca de pozo contratado por la operadora VenVer, que a su vez prestaba servicios para YPF en Vaca Muerta, en el sector NQ 423 ubicado a 1,5 kilómetros de Ruta 17 (Plaza Huincul). A las 6.05 una válvula mal cerrada lo golpeó en la cabeza. A las 6.15 murió. Había ingresado por primera vez en la industria petrolera en agosto de aquel año y sólo lo capacitaron cinco días antes de mandarlo a trabajar directamente en boca de pozo. Previamente había cumplido tareas de seguridad privada en la misma contratista durante siete años.
Algo sucede en Vaca Muerta. Entre diciembre de 2015 y 2017 fueron despedidos en Neuquén 2400 trabajadores del sector petrolero. Un año después, las empresas del rubro recontrataron la misma cantidad de empleados que habían echado. En el medio ocurrió la flexibilización laboral vía adenda de los convenios colectivos de trabajo impulsada por la Alianza Cambiemos, las operadoras y el Sindicato de Petroleros Privados de Neuquén (Guillermo Pereyra). Para muchos de esos nuevos “petroleros” era su primera vez en el sector, como el caso de Mauricio Segura.
“Hay un proceso de pauperización bestial de las condiciones objetivas de trabajo: cuadrillas incompletas que pueden operar, trabajo nocturno, modificaciones en el trabajo en altura con fuertes ráfagas de viento. Lo que sucede en Vaca Muerta es la crónica de un accidente anunciado”, sostuvo Hernán Palermo, director de la Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo e investigador del Conicet.
Laura Nacimiento (35), compañera de vida de Mauricio Segura (35), dialogó con PáginaI12 y narró de manera directa y cruda el complejo escenario laboral que se vive en el sector petrolero y en Vaca Muerta en particular: la falta de capacitación para los nuevos operarios, tiempos de descanso que no se cumplen, las exigencias de producir a toda máquina y los silencios cómplices que giran alrededor de los accidentes, que en los últimos dos años se cobraron ocho vidas.
“Cuando ocurrió el accidente, la fiscal (Marisa Czajka) le pidió a VenVer que se autoinvestigara y ahí declararon los empleados que estaban en el lugar, ellos reconocieron que no usaron el vástago y que por eso se había caído la válvula sobre la cabeza de Mauri, todos hablaron de negligencia. La investigación que hizo YPF también hizo hincapié en la negligencia. Pero lo cierto es que Mauricio tenía pocos días de experiencia. Justo ese primero de noviembre (el día del accidente) cumplía los tres meses. Nunca antes había trabajado en empresas petroleras. YPF contó los días que había estado en pozo y fueron veinte. O sea que él no tendría que haber estado haciendo esa maniobra. Estaba todo mal.”
El objetivo de Mauricio era trabajar por un tiempo en el sector petrolero, máximo tres años, para poder comprar un terreno y hacerse su casa para compartir con Laura y su pequeño hijo, que hace pocos días cumplió dos años.
Mauricio Segura trabajó durante siete años como personal de seguridad también para VenVer. Luego de los masivos despidos de 2015-2017 y de que el gobierno nacional les prometiera a las operadoras un subsidio a cambio de mayor producción – adenda de los convenios colectivos mediante- comenzaron las recontrataciones. Como a Mauricio lo conocían dentro de la empresa, desde el área de Recursos Humanos lo ayudaron a ingresar para trabajar en boca de pozo. Con él fueron contratados otros veinte operarios.
– ¿Qué contaba de su trabajo?
– Primero estuvo como tres semanas en Añelo, y la gente de ahí con la que estaba también eran ingresantes. Me decía que se le hacía largo el día, pesado, porque todos estaban aprendiendo. En las 12 horas que estaban apenas tomaban unos mates. Y cuando lo cambiaron de equipo al 15 en Plaza Huincul, estaba contento porque la gente con la que estaba sí tenía experiencia. Con el tiempo comprendí que los que trabajan en el petróleo le van poniendo valor monetario a su vida. En la mayoría de las empresas no se hacen las cosas como debieran hacerse; o sea una vez que le agarran la mano se saltan pasos, no se cumplen los procedimientos y ellos saben que están haciendo las cosas mal, pero como cobran bien, pierden la conciencia de que están arriesgando su vida. Y las empresas también lo saben. Les meten tanto en la cabeza “hay que producir muchachos” que no se dan cuenta que están dejando su vida ahí.
Según Marcelo Nogueira, diputado neuquino por Libres del Sur, la mayoría de los accidentes ocurren entre los días 10 y 12 del régimen 14 x 7 (se trabajan dos semanas de corrido, en turnos de doce horas y se descansa una semana). Mauricio Segura murió en su octavo día de trabajo consecutivo que coincidió con su cambio de turno nocturno.
“Él estaba de mañana pero el día del accidente había cambiado a la noche. Entró a las 19 y salía a las 7 y el accidente fue a las 6 de la mañana. A mí me llaman a las 7.20. El último franco que tuvo Mauri, en vez de descansar siete días sólo lo hizo tres. Los otros cuatro los tuvo que trabajar porque lo habían mandado a Añelo. Así que el diagrama en el que falleció lo empezó cansado. Para que quede más claro: trabajó dieciocho días (en jornadas de doce horas), descansó tres y empezó el nuevo diagrama en el cual en el octavo día tuvo el accidente.”
Lo primero que se dijo –lo que casi siempre se dice en estos casos- es que la muerte llegó por un simple acto de negligencia del operario. Las declaraciones testimoniales que tomó la fiscal de turno apuntaron en ese sentido. Incluso se llegó a acusar penalmente al jefe y encargado de equipo hasta que la jueza Laura Barbe tuvo que suspender el juicio. Lo que nadie parece preguntarse es cuál es el rol que cumplen los órganos directivos de las operadoras en la falta de controles y en los supuestos actos de negligencia declamados.
“Un día me llama el fiscal jefe y me dice que la sentencia se iba a suspender porque no se habían hecho bien las cosas y que la investigación no se había agotado. Alguien que recién ingresaba no creo que haya dicho ‘no dejá que yo voy a poner esa válvula’. A él lo mandaron.”
– ¿Quién lo mandó?
– Él estaba en relación de dependencia. Un día la gente de VenVer (que trabajaba para YPF) se comunicó con mi abogado donde reconocieron todo, o sea le dijeron que el accidente había sido responsabilidad de ellos. Lo reconocieron como para llegar a un arreglo pero no se avanzó en nada. En su recibo de sueldo figuraba con la categoría más baja que según el convenio colectivo no le correspondía por las tareas de pozo que estaba realizando. Estaba haciendo tareas que no debería haber hecho.
Después del accidente nadie se comunicó con ella. “En un grupo de chat que tenía Mauricio entre sus compañeros pidieron que nadie dijera nada. Es como si hubieran querido tapar las cosas. Yo me entero de lo que realmente había pasado recién el 13 de diciembre durante una audiencia. Hasta ese día nadie me había contado nada. Ni siquiera los compañeros de Mauricio, nadie me vino a ver.”
Las empresas exigen productividad al máximo; en Vaca Muerta se están acelerando los procesos de producción porque la ecuación financiera de los no convencionales no cierra; entonces, se juega al límite. Como dice el investigador Hernán Palermo, las petroleras apuestan a la “manufactura de cierta masculinidad” donde cabe el “¡hay que producir muchachos!” a cualquier precio, tal como Mauricio Segura le contaba a su compañera Laura Nacimiento.