Efectivamente, hacia 2019 se produjo un equilibrio en la balanza comercial energética: las importaciones fueron iguales a las exportaciones después de casi una década.
La razón, sin embargo, no se encuentra en un aumento abultado de la producción nacional de energía, sino en la caída del consumo energético asociada a la profunda crisis a la que fue sometida la economía real en el período 2016-2019.
Observando el frente externo, hay un punto que agrava el panorama del sector energético: las divisas no sólo se van cuando se compra energía, también lo hacen cuando las empresas del sector extranjerizan sus excedentes.
Si incorporamos este elemento a la ecuación, el balance externo del sector energético empeora significativamente.
El nivel de fuga del sector energético en los últimos años fue notable. En la lista de las 100 empresas que más fugaron publicada por El cohete a la Luna, aparecen 27 energéticas que, en conjunto, fugaron casi 6.000 millones de dólares.
De esas 27 empresas, 15 tienen una participación central en Vaca Muerta y fugaron casi 4.000 millones de dólares. Al incorporar este elemento vale preguntarse si la apuesta por los hidrocarburos no convencionales es tan redituable como se suele esgrimir desde un amplio espectro político.
Vicio de ganadores
El sector energético fue, junto al sistema financiero, el gran ganador del período 2016-2019. Si tomamos un conjunto de ocho empresas energéticas privadas que cotizan en la bolsa de valores de Buenos Aires y presentan allí sus balances contables, hallamos que multiplicaron por diez su ganancia.
En 2015 habían ganado 9.000 millones de pesos y en 2019 ganaron 90.000 millones. En el mismo período, los precios se multiplicaron por cuatro, por lo que el crecimiento de la ganancia real fue notable.
La obtención de estos excedentes le permitió al sector posicionarse en el tope de los seriales fugadores de divisas, tal como consignó el BCRA en su reciente estudio sobre el tema.
Desproporcionado nivel de fuga
El sector energético generó, en el período 2015-2019, un 5,5% del Valor Agregado Bruto de toda la economía nacional. Sin embargo, la extranjerización de sus excedentes explicó más del 15% del total de la riqueza nacional fugada por la cúpula empresarial en ese período. Un aporte mayor a la fuga que a la creación de valor.
La fuga de capitales genera dos inconvenientes. Por un lado, quita de la circulación productiva y del proceso de valorización real una porción de la riqueza generada socialmente. Por otro, y agravando la situación, implica una utilización improductiva de las divisas que ingresan al país. Este perjuicio es mayor cuando la economía ingresa a un ciclo de endeudamiento. Se comprometen, entonces, al mismo tiempo, las capacidades reproductivas de la economía y su solvencia externa.
En el sector energético la porción del valor sectorial perdido por la fuga fue muy importante, en particular en los últimos dos años analizados. Sólo las 84 empresas energéticas mencionadas en el informe del BCRA que figuran en el 1% de la cúpula de fugadores, extranjerizaron cerca del 10% del valor agregado de todo el sector en el período.
En la cúpula de la cúpula
El domingo 24 de mayo, en el artículo principal de El Cohete a la Luna, Horacio Verbitsky publicó nombre y monto fugado de las cien empresas que más riqueza sustrajeron del circuito productivo nacional en el período abarcado por el informe del BCRA.
Allí puede comprobarse que, a medida que nos movemos hacia la cúpula de fugadores, la presencia del sector energético se vuelve más importante. Según el informe del BCRA el sector explica el 15% de la fuga dentro del cuadro de las 8.500 empresas más fugadoras (de las cuales 209 son energéticas). Este porcentaje crece hasta el 18% si sólo consideramos las primeras 852 de esa lista (con 82 energéticas). Según la información publicada en El Cohete a la Luna, si observamos lo ocurrido con las 100 empresas que más fugaron, el sector llega a explicar el 24% de la fuga. La fuga del sector se concentra en la cúpula.
Esta situación se corresponde con una de las principales características del sector. En la actividad hay relativamente pocas empresas, pero de gran porte: sólo 10 empresas explican la mitad de la fuga del sector.
En el cuadro de honor de las cien empresas que más contribuyeron a la fuga, hay 27 vinculadas al sector energético. En esta cuenta incluimos generadoras y distribuidoras de electricidad, transportistas de gas, empresas que extraen gas y petróleo y aquellas que le prestan servicios.
Estas 27 empresas fugaron 5.883 millones de dólares entre 2016 y 2019.
Protagonistas en Vaca Muerta
De las 27 energéticas del cuadro de honor, 15 tienen presencia destacada en Vaca Muerta. Se trata de 13 extractoras de gas y petróleo y 2 proveedoras de servicios. Son las empresas que protagonizan la extracción de hidrocarburos no convencionales, y en conjunto explicaron el 76% de la extracción de petróleo no convencional y el 92% de la extracción de gas no convencional en el mes de marzo de 2020.
Estas 13 empresas fugaron 3.830 millones de dólares: la mitad del total fugado por las 209 energéticas mencionadas en el informe del BCRA. Esta fue la fuga de la Vaca Muerta.
La apuesta incierta
La consideración de Vaca Muerta como un activo estratégico está instalada en el discurso político argentino hace una década.
El alivio que generaría sobre las cuentas externas dejar de importar energía y el consecuente margen para el desarrollo económico interno no está en discusión.
Pero debemos empezar a considerar que, en el caso del reemplazo de energía importada por la producción de Vaca Muerta, aparece un inconveniente que pone en duda si la ecuación, al final de un lapso considerable, es favorable para el país.
Un grupo reducido de empresas con fuerte presencia en la formación, fugó casi 4.000 millones de dólares en los últimos años.
No se trata de una conducta novedosa y particular de la forma del capitalismo realmente existente en nuestro país, sino que ocurre en el marco de una lógica sistémica regida por el fenómeno de la financiarización del capital.
Las inversiones globales asumen de modo predominante la forma de préstamos financieros (muchas veces intrafirmas) y esto se vuelve rápidamente en contra de los países que se abren para recibir el flujo de inversiones extranjeras, vulnerando su capacidad de aplicar controles cambiarios sólidos y afectando también sus capacidades fiscales.
En un reciente trabajo de EJES, hicimos hincapié en estos aspectos. Observando la reversión de los flujos de capital y los preocupantes niveles de endeudamiento de las principales empresas involucradas. Ya salen 2.000 millones de dólares netos al año por préstamos financieros.
Cuando incorporamos la fuga de capitales al análisis del balance externo del sector se diluye la idea del equilibrio alcanzado en 2019. El saldo de divisas de la actividad, incorporando la fuga de divisas al balance comercial (exportaciones e importaciones) , se aleja del cero anunciado orgullosamente por el gobierno de Cambiemos y se ubica en una pérdida neta de 2.200 millones de dólares. La fuga compromete el balance externo de la energía.
El Estado fue un financista importante de la actividad en Vaca Muerta. A lo largo de ocho años, los subsidios otorgados a la actividad han sido muy importantes. El problema, en este caso, no es que el Estado otorgue subsidios para que una actividad se desarrolle. Los estímulos fiscales son una herramienta válida de política económica cuando los estímulos se transmiten como beneficios para los hogares. El problema ocurre cuando esos estímulos son capturados por algunas empresas que los transforman en divisas y los quitan del circuito virtuoso de la producción. Esto es lo que ocurrió con los incentivos otorgados a las empresas de Vaca Muerta en el período analizado.
¿Hay otra forma de desarrollar Vaca Muerta? La experiencia global en materia de hidrocarburos no convencionales y los ocho años transcurridos desde el comienzo de la explotación en nuestro país, alientan a pensar que no es fácil saltearse la dinámica de la financiarización del capital. Las lógicas de funcionamiento del capitalismo actual se vuelven más rígidas cuando se pretende desarrollar una actividad que precisa un flujo importante de inversiones en moneda internacional.