Vivimos una disputa a nivel global en torno a la transición energética. La insostenible quema de combustibles fósiles obligó a comenzar tímidos ensayos de recambio del modelo. Pero el sistema energético no solo acarrea problemas ambientales, también desigualdades, conflictos sociales y laborales que no están contemplados en la transición liderada por el capitalismo verde. Durante la última década sectores sindicales de América Latina discuten con organizaciones sociales, campesinas e indígenas una propuesta propia que contemple las dimensiones que debería tener el proceso.
En “Transición Justa: Debates latinoamericanos para el futuro energético” recorremos la historia y discusiones sobre el concepto para profundizar una propuesta situada desde los pueblos latinoamericanos que buscan construir nuevos caminos para el modelo energético.
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La mirada dominante de la Transición Energética a nivel mundial se centra de manera casi exclusiva en el recambio de fuentes hacia renovables. Esas miradas, que consideramos parciales, no cuestionan el actual modelo, y entienden la energía como una mercancía y no un derecho. En igual sentido, las visiones estrictamente técnicas, tampoco ponen en cuestión otro aspecto como lo es el destino de la generación energética. En suma, estas perspectivas dejan de lado la reflexión sobre la cuestión energética en relación con el modo de producción en el cual cobró forma y al cual contribuyen a reproducir.
Dentro de esas omisiones una de las principales es el lugar de las y los trabajadores del sector energético durante la transición. ¿Qué pasará con las personas cuyos puestos de trabajo sean destruidos?, ¿existen verdaderas políticas de reconversión laboral? Estas preguntas guiaron los debates de los sectores sindicales que propusieron la idea de Transición Justa para problematizar su rol dentro del recambio energético mundial.
Las características propias de nuestro continente hicieron que dos elementos fundamentales se unan a este debate. En primer lugar está la diversidad de sectores sociales activos que no se referencian ni organizan a través de sindicatos. Durante las últimas décadas se han abierto diversos canales de diálogo y encuentro entre estos sectores de trabajadores/as y organizaciones sociales, indígenas, y campesinas. Esto ha provocado que a nivel local el debate de la Transición Justa se ponga en clave sistémica, lo que contempla el conjunto de las inequidades que el presente modo de producción reproduce, sean estas de clase, género, raciales o de cualquier otro tipo.
Otro elemento destacado es la necesidad de buscar especificidades para la Transición Justa en el Sur Global y diferenciarla de la del Norte, debido a las particularidades de cada territorio, e incluso al interior de los países periféricos. Hoy estos espacios de debate Norte-Sur se encuentran ante el desafío de hacer este diálogo desde la diferencia.
Pensar, entonces, en este tipo de cambio sistémico obliga a desplegar no solo instancias de diálogo social, sino que efectivamente las comunidades tomen en sus manos el poder y lo gestionen a su favor. En suma, propiciar una Transición Justa desde los pueblos y para los pueblos exige que lo viejo termine de morir y lo nuevo acabe de nacer.