Entrevista a Cristian Peña: “La resistencia a la explotación offshore en Noruega continúa hasta hoy”

Por Rosario Escobar / LID.- ¿Es compatible una agenda “verde” con prácticas extractivistas como la explotación offshore? Cristian Peña, periodista investigador especializado en temas ambientales ha seguido la experiencia de Equinor en el mundo.

Producción y realización audiovisual: @el_zeke_

A fines de los ‘70 muchos exiliados perseguidos políticos de las dictaduras en Latinoamérica (Chile, El Salvador, Argentina, Uruguay) confluyeron en Escandinavia, principalmente en Suecia y Noruega. Estando allá, comenzaron a construir comités de solidaridad junto con compañeros de los países escandinavos en perspectiva de una organización internacionalista que permitiera expandir la denuncia y colaborar con las resistencia contra las dictaduras en América Latina a nivel global.

 

Cristian Ariel Peña es periodista, docente e investigador en temáticas ambientales, reside en Noruega y pertenece a LAG (Latin-Amerikagrupenne i Norge), una organización que tiene su génesis en aquellos comités de solidaridad hace más de cuarenta años. Uno de los objetivos de LAG es la articulación con movimientos populares en América Latina. Cristian investiga las inversiones de Equinor, la empresa que impulsa y obtuvo el permiso a través de la resolución 436/2021 del ministerio de ambiente para la exploración sísmica offshore en el Mar Argentino. Esta investigación forma parte de su trabajo de maestría en planeamiento regional y entendimiento cultural en la Universidad del Ártico, Tromsø.

 

¿Querés contarnos un poco sobre tu investigación y, en particular, acerca de las experiencias de lucha, que así como hoy tienen epicentro en Mar del Plata, y lo tuvieron en diciembre en Chubut contra la zonificación minera impulsada por el gobernador Arcioni y el gobierno nacional, lo mismo hace unos años en Noruega y en Australia.

 

Investigando a Equinor y sus inversiones en Argentina, uno puede descubrir que conflictos relacionados con explotaciones energéticas de la empresa en otros lugares por fuera de Noruega se registran tanto en el sur global como en el mismo continente europeo. Por ejemplo, podemos hablar de la experiencia en Australia, donde en 2013 Equinor adquiere los derechos de buscar hidrocarburos en una región conocida como la Bahía Austral, al sur de Sydney. Esa región tiene la particularidad de ser una reserva natural, una zona casi virgen de la costa australiana donde hay muchas especies únicas: delfines ballenas, lobos, pulpos, muy cuidadas también por quienes practican deportes acuáticos. Equinor accedió a rastrear y explotar hidrocarburos en un área de 12 mil km2. La población local ligada a la pesca artesanal, actividades deportivas y defensores de los bienes comunes en Australia encendieron sus alarmas a medida que Equinor fue avanzando en sus intenciones de explotar petróleo y gas en esa región. En 2019 la entidad australiana que rige en cuestiones ambientales le aprueba dos de las cuatro licencias que necesita una empresa para perforar en el offshore australiano. Cuando esto ocurre, surge una respuesta organizativa bastante coordinada en Australia, pero también en Noruega. Se producen movilizaciones en ambos países, con muchas organizaciones ambientalistas que participan de todo ese movimiento. En 2020 Equinor se ve obligada a desistir de llevar adelante esa explotación argumentando razones comerciales. Diría que la movilización popular fue un elemento importante en esa decisión.

 

El punto más álgido en la rebelión australiana contra este proyecto se dio cuando Equinor tuvo que presentar el peor escenario posible ante un accidente con las perforaciones. El peor escenario era un derrame que incluso llegaría a las costas de Sydney, es decir un desastre ambiental impensable. La licencia que le aprobaron a Equinor para explorar y desarrollar estos estudios sísmicos en Argentina es del doble, casi 24 mil km2.

 

Otro ejemplo con “final feliz” se dio en Noruega, donde existe una región que queda en el norte, casi en el Círculo Polar Ártico, y es muy especial porque es ahí donde milenariamente un tipo de bacalao migra desde una zona de la costa rusa hacia esta zona y luego emprende la vuelta. El pueblo noruego hace uso de ese recurso desde hace miles de años. Los pescadores esperan que el bacalao desove para pescarlo. Siempre hubo una sospecha de que ahí hay hidrocarburos. A la vez, siempre se tuvo resguardo por ser zona protegida. A finales de los 90s los agentes de poder en el sector energético deciden avanzar con las exploraciones sísmicas, perforar y explotar. Eso despertó una gran resistencia que sigue hasta hoy. No era solo Equinor, eran varios actores, estamos hablando del establishment fósil. La respuesta a esa intención de explotar y afectar la actividad pesquera y los riesgos, fue una alianza muy importante entre sindicatos, pescadores, las poblaciones locales que tienen industrias que procesan el pescado, organizaciones juveniles, ambientalistas, etcétera y han generado que aproximadamente el 60 por ciento de la población de Noruega esté en contra de cualquier tipo de explotación offshore en esa zona.

 

¿Qué balance hacés del conflicto en Chubut en donde el pueblo se expresó contra la zonificación minera y ganó la derogación de la ley de zonificación minera? En el mismo sentido ¿qué balance hacés del conflicto por la explotación petrolera offshore que se está desarrollando actualmente, ligándolo también a las experiencias de lucha contra Equinor en el mundo?

 

Es evidente que necesitamos encontrar otras matrices de desarrollo. Es evidente lo que pasa en Chubut con la megaminería o la actividad petrolera, tanto en el offshore como en el onshore. En la cuenca hídrica más importante del norte patagónico, donde se junta el Limay y el Neuquén tenemos una novedad no feliz desde el 2011 con el fracking. Es una cuenca habitada milenariamente por el pueblo mapuche. Me parece que el balance prioritario es qué matriz de desarrollo nos proponen, cuál es el saldo para las mayorías populares: ¿estamos mejor? ¿estamos peor? Es evidente que hay una agresión al ambiente que está gritando “basta”, también en cuanto a los índices socioeconómicos y nuestra calidad de vida.

 

No conozco la realidad del pueblo chubutense de primera mano, pero sí te puedo decir lo que es la realidad del pueblo del Alto Valle de Río Negro en Neuquén desde que está instalada la actividad petrolífera no convencional. No he visto mejoras en la calidad de vida, y de esto atestiguan investigaciones más serias de la universidad del Comahue. Equinor tiene la experiencia de explotar hidrocarburos a través del fracking. Llega aquí en el 2017, cuando invierte por primera vez en Vaca Muerta, pero en realidad viene invirtiendo en este tipo de explotaciones en Estados Unidos desde mediados de 2000. Más o menos en 2019 se destapa una gran olla en Noruega, donde se da a conocer que la empresa tiene pérdidas millonarias en Estados Unidos y se comienza a hacer eco del impacto ambiental para los estadounidenses que viven en las regiones donde se explota con fracking. Esto se empieza a visualizar en la tv pública noruega, que es la más vista del país. Se hacen documentales como “Una Aventura Peligrosa” donde se denuncia a Equinor. Mi pregunta entonces es ¿por qué ese tipo de inversiones se muda a Argentina? ¿Qué tipo de rentabilidad tiene? ¿Qué ventajas se obtienen en Argentina que no se obtienen en Estados Unidos?

 

Anteayer en el programa de Bercovich Pasaron Cosas, Matías Kulfas, ministro de desarrollo productivo afirmó: “Somos un gobierno ambientalista. Estamos lejísimos de las visiones que proponen producir a cualquier costo, pasándole por arriba a todo y sin controles”. ¿Es real que existe una falsa polarización entre ambientalismo y productivismo? En otras palabras, existe margen de negociación en el cual se permita el desarrollo de prácticas extractivistas “cuidadas” y a la vez cumplir los acuerdos internacionales firmados para reducir las emisiones de carbono, y llevar adelante una agenda “verde” hacia una transición energética? Se ha hablado incluso de “ambientalismo extremo” o “radical”. ¿Qué opinás al respecto?

 

En cuanto a las declaraciones de Kulfas, es mejor que las haya dicho a que no. El desafío es contraargumentar con los hechos, cómo eso se lleva con la realidad fáctica. Lo del ambientalismo extremo me suena mucho a la crítica histórica tanto por izquierda como por derecha a las ONGs.

 

Hay como una cosa de pensar a la ONG como un agente extranjero. Me parece que en la lucha contra los proyectos extractivistas que empobrecen a los pueblos y saquean los bienes comunes, pensando en los ejemplos de lucha que comenté y que seguramente debe haber miles más, la alianza tiene que ser amplia y esa alianza incluye también ONGs internacionales, que tal vez poco o nada tienen que ver con movimientos más de base, sindicatos, o movimientos de masa con arraigo nacional. La lucha contra este tipo de proyectos tiene que incluir a estos actores. También es importante incluir a las universidades, dar la pelea desde el conocimiento científico.Es importante puntualizar lo que no queremos pero sobre todo lo que queremos. Producir respetando los puntos de llegada que se han puesto en los acuerdos internacionales como en la Cumbre de París o como la COP26 de Glasgow. Es necesario encontrar y fortalecer nuevas formas de producir, como por ejemplo, nuevas fuentes energéticas, pero más necesario aun es cambiar la lógica. El hidrógeno verde se está discutiendo como una posibilidad de reemplazo de las energías fósiles. Se discute en Argentina y en todo el mundo. Particularmente estuve estudiando el hidrógeno verde en Noruega. Puede ser algo efectivo como reemplazo de las energías fósiles porque si lo hacés de una manera específica no emite CO2, por lo cual no contribuye al calentamiento global. La cuestión es que no va a alcanzar la producción de hidrógeno verde si uno sigue con la lógica de producir para ese 1% que tiene la riqueza y no para elevar los pisos de calidad de vida de los pueblos. No se van a poder desarrollar ese tipo de alternativas porque no dan abasto, pero tampoco van a ser efectivas porque van a producir otro tipo de desastre ambiental.

 

No es compatible una transición verde si detrás está el objetivo de conseguir dólares y pagar al FMI entonces…

 

Sí, creo que es importante puntualizar la necesidad de desarrollar una matriz productiva, de ser ingeniosos. Me parece que los movimientos populares y quienes abogamos por cambios radicales en nuestros modos de vivir y por una sociedad más justa, tenemos que discutir y contribuir a nuevas formas de producción. ¿Hidrógeno verde? sí, depende. ¿Con qué plan se articula? ¿Se articula con un plan de agricultura familiar para producir alimentos para la zona límite entre Río Negro y Chubut?

 

¡Cómo no tener un proyecto que realmente eleve la calidad de vida de quienes viven en esta cuenca con el menor impacto en esta zona hermosa que habitamos! Lo mismo vale para la costa atlántica. Por eso entiendo la preocupación de los pueblos costeros desde la Bahía de Samborombón hasta Ushuaia en relación a la explotación offshore. ¿Qué va a pasar con otras actividades como la pesquera? Cualquier plan de desarrollo energético o minero tiene que contemplar perspectivas más ambiciosas. En esta disputa que hay entre poblaciones locales y Equinor, ayer salió publicada una nota en el portal oficial del medio público de Noruega, NRK, donde entrevistaban al ministro de producción actual. Noruega tuvo una coalición de derecha durante muchos años y hace poco meses cambiaron el color, una coalición centro demócrata, donde la política ambientalista es un poco más amigable. El ministro de producción, Jan Christian Vestre en relación al conflicto en Argentina con Equinor dijo: “las empresas estatales (recordemos que el Estado noruego posee el 70 por ciento de Equinor) deben ser líderes en desarrollo sostenible. Esto también se aplica a Equinor y sus operaciones en Argentina y en otros lugares. Queremos ejercer la propiedad estatal de forma más activa para promover los intereses de la comunidad y relacionarlos con el clima y la sostenibilidad”. Es estratégico poder interpelar al Estado noruego, hay que enfatizar esa interpelación a que se haga responsable de lo que su empresa está haciendo en la costa argentina y en el norte patagónico.