La tribu sudista Dinka Ngok y los Misseriya, árabes del norte de Sudán, están inmersos en un pulso despiadado por la disputada región petrolífera de Abyei, un polvorín en la frontera entre el Norte y el Sur de Sudán que amenaza con incendiar el país más grande de África.
Por William Lavallee.- La construcción de una primera avenida asfaltada, una aparición de postes eléctricos cerca de chozas de paja, la reapertura de una clínica: la aldea de Abyei renace de sus cenizas después de haber sido arrasada en mayo de 2008 durante los combates entre elementos armados del Norte y del Sur de Sudán.
Aquellos enfrentamientos causaron un centenar de muertos y provocaron el desplazamiento forzado de 50.000 personas, 45.000 sudistas Dinka Ngok y 5.000 nómadas árabes Misseriya, dejando que planeara el fantasma de la vuelta a la guerra civil entre el Norte, musulmán, y el Sur, mayoritariamente cristiano.
Desde entonces, aproximadamente 8.000 personas han regresado a Abyei atraídos por el novedoso desarrollo en el corazón de esta disputada región, que debe elegir el próximo mes de enero su incorporación al Norte o al Sur de Sudán, simultáneamente con la celebración del referendo de autodeterminación del Sur del país. Pero la consulta popular en Abyei está todavía en el aire.
La comisión de referendo todavía no ha sido nombrada y constituida. Además, nordistas y sudistas no se ponen de acuerdo sobre el censo electoral, ya que la ley de referendo contempla el derecho a voto de los Dinka Ngok, pero no de los nómadas árabes Misseriya que cada año emigran a Abyei en busca de pasto y de agua para su ganado.
«La gente está preocupada porque el período de inscripción para la elaboración del censo electoral ha comenzado, pero hasta ahora sigue en un punto muerto en los que respecta a Abyei», sostiene Deng Arop Kuol, jefe administrador de esta disputada región.
El responsable de las operaciones humanitarias de la ONU, Valerie Amos, fue hace unas semanas a Abyei, para mantener un encuentro con Kuol, y a Agok, un poco más en el sur, para reunirse con personas que en 2008 huyeron de la violencia y con ONG que podrían ser llamadas a aumentar y mejorar sus servicios en caso de nuevos combates.
«Plan de contingencia»
La tensión sigue siendo alta en Abyei. «Las personas que necesitan ayuda humanitaria debería recibirla independientemente del lado de la frontera en el que vivan», declaró.
Las ONG que trabajan en Agok, entre las que figuran la Goal y Médicos Sin fronteras (MSF), han establecido un «plan de contingencia» con el fin de tener el material disponible para atender a la población en caso de nuevos enfrentamientos a Abyei.
«Nuestra intención es estar preparados en caso de que se registren víctimas en masa», explica a AFP Patricia Carrick, una responsable de la clínica de MSF en Agok.
Nadie sabe lo que pasará en Abyei en los próximos meses, pero los observadores se temen lo peor. «Si se registran nuevas violencias podrían tener un efecto dominó y arrastrar a esa situación a Kordofán del Sur», estado nordista situado en el límite entre el Norte y el Sur de Sudán, augura un responsable de la ONU bajo condición de anonimato.
El Partido del Congreso Nacional (NCP del presidente Omar Hassan al-Bachir, norte) y los ex rebeldes sudistas del Movimiento de liberación de los Pueblos de Sudán (SPLM), así como los jefes de las tribus Dinka Ngok y Misseriya, deberán retomar en breve las negociaciones para tratar de desbloquear el callejón sin salida en que se encuentra Abyei.
Uno de los escenarios evocados es la anulación del referendo de Abyei, pero para llegar a un acuerdo que pueda satisfacer a todas las partes, interesadas en el petróleo de Abyei, y a las tribus locales. (France Presse)
Gara