La tormenta política desatada enfrenta a los ricos estados productores de petróleo, como Espírito Santo, Rio de Janeiro y São Paulo, contra los estados más pobres, aquellos que no comparten una frontera con las áreas petrolíferas y quieren una parte del botín
Brasil apenas comienza a explotar algunos de los mayores yacimientos petrolíferos descubiertos en los últimos 30 años, pero un creciente debate sobre la forma de distribuir la nueva riqueza amenaza con retrasar el desarrollo de las reservas que podrían transformar al país en uno de los mayores exportadores de crudo del mundo, señala en su edición de hoy el diario The Wall Street Journal.
La tormenta política desatada enfrenta a los ricos estados productores de petróleo, como Espírito Santo, Rio de Janeiro y São Paulo, contra los estados más pobres, aquellos que no comparten una frontera con las áreas petrolíferas y quieren una parte del botín.
La disputa podría retrasar los planes para desarrollar rápidamente los yacimientos de petróleo en aguas profundas, conocidos como “presal”, a la vez que demorarían durante años los ingresos que Brasil afirmó que podrían sacar a millones de la pobreza.
Bajo las leyes actuales, sólo nueve de los 27 estados de Brasil obtienen regalías de petroleras. Tan sólo el estado de Rio de Janeiro recibió cerca de dos tercios de los U$S1.900 millones en regalías generadas en 2010, según cifras de la Agencia Nacional de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles de Brasil (ANP).
Aunque las regalías actuales no representan grandes sumas, se espera que eso cambie en los próximos años. A medida que el país explote los yacimientos recién descubiertos, se espera que la producción de petróleo de Brasil trepe hasta los 5 millones de barriles al día para 2020, de los actuales 2,1 millones de barriles diarios.
Aunque todos los estados brasileños reciben dinero del petróleo de manera indirecta a través del gasto del gobierno federal, los estados que no reciben ingresos por regalías dicen que el sistema enriquece a los ricos a costa de los pobres. Estados como São Paulo y Rio de Janeiro que reciben dinero por regalías ya están en la parte superior de la pirámide de ingresos en Brasil.
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