Las empresas que explotan la tierra austral sacaron el pie del acelerador productivo. Hay decenas de puestos de trabajo que ya están en riesgo.
Argentina no es un país petrolero, sólo tiene petróleo, que no es lo mismo. En medio de la crisis económica internacional, la caída del precio del crudo puso en jaque a esta industria con base en la Patagonia. Cayó la producción, se incrementaron las importaciones de combustibles y las empresas abandonaron las inversiones en exploración por las reglas de juego poco claras propuestas desde la administración K.
Los retiros voluntarios, despidos y traslados son moneda corriente en el sur a pesar de que en noviembre de 2008, Santa Cruz, Chubut y Neuquén y los sindicatos del sector firmaron un Pacto de Paz con ocho empresas (Repsol-YPF, Petrobras, Tecpetrol, Pluspetrol, Pan American Energy, Total, Oxy Petrol, Chevron y Pride) para garantizar los puestos de trabajo hasta julio de este año.
De sur a norte la situación es crítica. En Tierra del Fuego, las compañías Apache, Roch y Total paralizaron la actividad de campo y corre peligro de extinción la fuente laboral de 200 personas. Consultado por Criticadigital el secretario de Hidrocarburos de Tierra del Fuego, Eduardo D’Andrea, confirmó que ya hubo más de 120 despidos efectivos y reconoció que “la situación es difícil. De los tres equipos de perforación y dos equipos de terminación que trabajaban en la isla, la semana pasada se terminó de parar el último e incluso se lo llevaron a México”, contó D’Andrea.
La estadounidense Apache desembarcó en Argentina en el 2001 con una pequeña participación en Neuquén y Cuyo. En 2006, pagó 675 millones de dólares por la totalidad de las operaciones en la Argentina de Pioneer Natural Resources Company que tenía áreas de explotación en Neuquén y Tierra del Fuego, con una participación de trabajo del 70%, asociada con Repsol YPF (que detenta el 30% restante).
La crisis económica mundial parece haber nublado el horizonte porque las compañías que querían expandirse, como es el caso de Apache, ahora se están reduciendo. La misma Repsol-YPF dio a conocer que en el primer trimestre del 2009 obtuvo beneficios por 691 millones de dólares, el 57,4% menos que en el mismo período de 2008, debido a la brusca caída del precio del crudo.
Santa Cruz es la provincia que registró mayor retroceso de la actividad. El crudo se retrajo 8,7% y el gas el 6,8%. “Todavía no ha habido despidos por el acuerdo de paz social que firmamos, pero las empresas no están cumpliendo. De los 1.200 empleados afiliados hay 321 personas de Petrobras y Chevron que están suspendidos aunque cobran el 100% de los haberes”, le dijo a Críticaditigital Marcelo Turchetti, el secretario General del Sindicato de Petroleros de la Cuenca Austral.
“En estos treinta días tenemos que hablar con las operadoras para que nos den un plan de trabajo de perforación o estudios geofísicos para que la gente vuelva al campo a trabajar”, agregó el gremialista.
La situación parece empeorar si tenemos en cuenta que a fines de abril, Chevron, que representa alrededor del 8% del mercado local, anunció sus intenciones de retirarse del mercado argentino por “la falta de rentabilidad y las reglas de juego pocos claras”. La compañía es el tercer productor petrolero en el país y emplea a casi 4.000 personas.
CHUBUT CON PROBLEMAS DE GAS. Es la única provincia con índices positivos. Aumentó su producción de petróleo en un 6,8%, pero disminuyó la de gas el 1,2%. La principal petrolera del territorio de Mario Das Neves es Pan American Energy, que comercializa alrededor de 41 millones de barriles de crudo por año.
Esta compañía tiene a su cargo la explotación del yacimiento Cerro Dragón, el principal productor de petróleo del país y el sexto en producción de gas. También operan el yacimiento Acambuco en Salta, que es el cuarto productor de gas del país. Además, la compañía tiene participación en los consorcios de Aguada Pichone y Aguada San Roque y en la cuenca Carina y Aries, que es operado por Total Austral, con mayor presencia en territorio santacruceño.
Si bien la empresa manifestó que no tiene intenciones de hablar en este momento, fuentes allegadas a la firma confirmaron en estricto off de record que hay empleados de campo que no están trabajando porque los pozos están parados, pero que cobran el básico de sus salarios a la espera de una reactivación.
El principal obstáculo que tienen las compañías son las condiciones impuestas por el gobierno nacional. En noviembre de 2007, Kirchner determinó que cuando el precio internacional del barril de petróleo WTI superara los 42 dólares, la diferencia entre ese importe y el valor real debía quedar para las arcas del gobierno nacional. Esto disminuye la rentabilidad de las compañías en comparación con otros países como Brasil, Chile o Perú, que no aplican ningún impuesto. Además, y a diferencia de la soja, los ingresos del petróleo no son coparticipables.
En Neuquén y Río Negro la actividad retrocedió el 4,2% y el gas 2,3%. Las operadoras han decidido parar entre 65 y 70 equipos de perforación. Los trabajadores se encuentran en instancias de conciliación obligatoria a través de la mediación de los ministerios de Planificación y Trabajo. Más de 3.000 empleados, de campo y jerárquicos, se encuentran en recesión de tareas y cobran sus salarios al 50%.
“En una actividad tan rentable como el petróleo, que la variable de ajuste sean los trabajadores es una barbaridad. Acá las empresas no invierten por las malas condiciones que les ofrecen”, afirmó Manuel Arévalo, el secretario General del Sindicato de Personal Jerárquico y Profesional del Petróleo y Gas de Neuquén, Río Negro y La Pampa.
El gremialista aseguró que “hay despidos encubiertos” y que mucha gente, ante la incertidumbre que plantean las compañías, se van retirando de a poco. “Las empresas están ofreciendo retiros voluntarios pagándoles más de los que dice la ley pero eso no sirve para nada”, señala Arévalo y añade: “las empresas quieren que les bajen las retenciones, es cierto, pero ese no es un problema de los trabajadores. Es un problema comercial entre el gobierno y las empresas”.
POLÍTICAS POCO FELICES. La política de subsidios en materia de hidrocarburos impuesta desde el gobierno nacional, que comenzó a importar combustibles caros como el fuel oil y el GNL (gas natural licuado), contribuyó a que se liquidaran las reservas hidrocarburíferas. A pesar de que el precio internacional del barril creció superlativamente (alcanzó el record de 147 dólares en julio del año pasado), en la Argentina disminuyeron las inversiones de las compañías para encontrar nuevos yacimientos.
Las estadísticas indican que entre 1999 y 2001 se perforaron 48 pozos, mientras que en 2002, 2003 y 2004 ese número descendió a 27 perforaciones por año con un barril de petróleo WTI que rondaba los 65 dólares. Si viajamos más atrás en el tiempo, entre 1980 y 1990 se abrían 116 pozos exploratorios por año con un precio que no superaba los 20 dólares el barril.
El que no busca no encuentra y el que no encuentra no tiene. Si no se realiza trabajo geofísico y sísmico para hallar nuevos yacimientos no hay forma de incrementar las reservas. El nivel que tiene la Argentina en este momento equivale aproximadamente a 11 años de producción. En el caso del gas, durante la década del noventa, la productividad fue mucho mayor a la expansión de las reservas. Además, Argentina se convirtió en líder mundial en utilización de equipos de GNC para vehículos.
Las reservas de gas disminuyeron con más fuerza desde el 2000. De esta forma, en 2007 se comprobó un descenso del 43 por ciento. Entre 2006 y 2008 siguieron cayendo al 13,7% anual, mientras que las del petróleo descendieron un 13,4 por ciento.
Dadas las condiciones económicas mundiales y el precio internacional del petróleo, la política que mantiene el gobierno contribuye al retroceso de la actividad petrolera. Por cuestiones comerciales, pero también de sentido común, los empresarios invierten donde tienen mayor estabilidad, menor riesgo y altos índices de rentabilidad. La Argentina no cumple esas condiciones y las reglas de juego que propone, según las compañías, “son poco claras”.
Fuente: Diario Crítica