Por Gustavo García Zanotti * / Enlace por la Justicia Energética Socioambiental – Después de casi una década de explotación del megaproyecto Vaca Muerta, nos preguntamos en qué situación estamos y si se avanzó hacia la soberanía energética. Leé Vaca Muerta y el desarrollo argentino.
Foto: Martín Álvarez Mullally / Planta de procesamiento de YPF, Añelo
Resumen ejecutivo del informe Vaca Muerta y el desarrollo argentino
Discutir el financiamiento de la energía y su sustentabilidad se torna central para el desarrollo económico en la Argentina. En los últimos años, la extracción de recursos energéticos en base a hidrocarburíferos no convencionales ocupó el centro de este debate. Como antecedente próximo ha sido ampliamente destacada la experiencia norteamericana en torno al boom del fracking durante la última década (Rogers, 2013). Observando esta experiencia, el Institute for Energy Economics and Financial Analysis resaltó la necesidad de financiamiento de un conjunto de 29 empresas petroleras especializadas en hidrocarburos no convencionales: “Desde su creación, el sector del fracking no ha logrado producir suficiente efectivo para satisfacer su voraz apetito por el financiamiento. Desde 2010 hasta 2018, las compañías tuvieron un flujo de efectivo negativo agregado de US$ 181 mil millones. Debido a sus flujos de efectivo negativos, muchas compañías de petróleo y gas han recurrido a la deuda y a la emisión de capital para mantener sus negocios a flote” (traducción propia, la negrita es nuestra, Williams-Derry et al., 2018, pág. 2). Esta afirmación nos alerta sobre la necesidad de financiamiento en forma continua que poseen los proyectos productivos, y por ende, sobre una posible exposición al sobreendeudamiento de las compañías.
En este espacio nos queremos adentrar en las discusiones sobre “el financiamiento para el desarrollo”, un tema sumamente importante para los países en desarrollo (véase UNCTAD, 2012; CEPAL, 2018). Dichos países necesitan ingentes capitales para posibilitar un cambio estructural en sus matrices productivas. Sus estructuras productivas desarticuladas conllevan la necesidad de importar bienes que no son producidos fronteras adentro. En contextos de carencia de divisas, el crecimiento de estos países se verá perjudicado, provocando efectos negativos sobre el empleo, los salarios, la productividad, la distribución del ingreso y la pobreza. Disponer de energía en forma abundante y barata se torna esencial para posibilitar un sendero de desarrollo.
La Inversión Extranjera Directa (IED) es una de las posibles fuentes de financiamiento para el desarrollo. La mayoría de los gobiernos consideran a la entrada de capitales externos como una certificación de buena salud de las economías. En este sentido, se ha tendido a idealizar los efectos de la llegada de inversiones desde el exterior en torno al empleo, los ingresos tributarios y el crecimiento económico. Sin embargo, el comportamiento del capital en pleno Siglo XXI dista de poseer propiedades positivas indiscutidas como sus benefactores aseguran. El denominado “efecto derrame” sobre toda la población de un territorio suele tener alcances muy reducidos en cualquier país y, especialmente, en países periféricos (Konings, 2001; Agénor y Montiel, 2015; Prasad et al., 2007; Carkovic y Levine, 2005). En el sector petrolero, los gobiernos pueden profundizar este “derrame” a través de políticas tributarias. De esta forma, los Estados -en todos sus niveles- logran captar rentas sobre el sector petrolero. Esta captura de rentas es potenciada por su participación en el sector a través de las empresas petroleras estatales (UNCTAD, 2014a; Gómez Sabaini et al., 2017).
La libre movilidad de los capitales termina invirtiendo la dirección originada en las inversiones. Las transferencias desde las periferias hacia el centro ocurren por dos razones principales. En primer lugar, debido a las prácticas de fuga de capitales. En términos prácticos, llamamos fuga a toda salida de divisas que no posea un justificante productivo. Estas salidas de capitales profundizan la falta de divisas incrementando la necesidad de recurrir al endeudamiento externo.
En segundo lugar, en el capitalismo actual, la entrada de inversiones extranjeras suele tomar la forma de préstamos desde el exterior. Estos préstamos son llevados a cabo entre empresas del mismo grupo o conglomerado económico (en este caso, la empresa acreedora y deudora comparten el mismo controlante), es decir, son préstamos intra-firma. Estos préstamos poseen una serie de efectos negativos sobre el desarrollo. En primer lugar, la inversión deviene en deuda, y como tal, habrá que hacer frente al pago de su amortización una vez que se produzca el vencimiento. En segundo lugar, las tasas de intereses cobradas por los préstamos remitidos hacia los países en desarrollo suelen ser elevadas producto del riesgo de no pago de los pasivos (default). A través de estas tasas de interés, las compañías endeudadas reducen sus ganancias y erosionan la base de sus pagos de impuestos en los países periféricos elevando las ganancias financieras del mismo grupo económico en el exterior. Por último, frente a una elevada necesidad de endeudamiento empresarial, el sistema financiero internacional adquirirá un poder económico determinante. Será éste quien determine la finalidad y condiciones del financiamiento, la rentabilidad necesaria de los proyectos productivos, y la forma por la cual entran y salen los capitales.
Los ciclos de endeudamiento externo pondrán en peligro el balance cambiario siempre y cuando el destino de los préstamos no permita generar nuevos ingresos de divisas (UNCTAD, 2015). La presión sobre los sistemas cambiarios de los países periféricos ocurre por varias razones. En primer lugar, a la salida de divisas por intereses se le suma la repatriación de los capitales prestados en cuanto se produce su vencimiento. En segundo lugar, en caso de producirse una crisis por sobreendeudamiento, existirá el riesgo de socialización de los pasivos a través de rescates estatales. En tercer lugar, las deudas externas pueden llegar a ser explosivas en caso de producirse una devaluación. En los episodios devaluatorios se necesitarán de mayores ingresos en moneda nacional para sortear las deudas en moneda extranjera. Un cuarto elemento que profundiza la vulnerabilidad de las economías perceptoras de estas inversiones se vincula al diferimiento de conflictos en torno a estas deudas. Los juzgados internacionales como el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) y la Cámara Internacional de Comercio poseen un sesgo favorable a los intereses privados en detrimento de la soberanía de los países en desarrollo (UNCTAD, 2014b).
El desarrollo productivo en Vaca Muerta trajo expectativas de convertirse en una locomotora para el crecimiento en base a los hidrocarburos. Estos debates se producen en el contexto de la última globalización, por medio de la popularización del concepto de Cadenas Globales de Valor (CGV) (Gereffi, 2014; Gereffi y Fernandez-Stark, 2011). Las agencias internacionales entienden a las CGV como una vía hacia el desarrollo para países que no lo son. Según estas ideas, los países periféricos podrán abrazar la globalización e insertarse en el segmento productivo que les resulte conveniente (Fernández, 2015; Werner et al., 2014). El primer paso para dar el gran salto comprende la especialización sobre aquellas ramas de actividad en la cual el país periférico presente una elevada dotación relativa de factores productivos, ya sea vinculada a los recursos naturales, o bien, basada en la disponibilidad de mano de obra barata (véase Marín, 2016; Pérez et al., 2014). Paulatinamente, el ascenso en la cadena de valor se deberá realizar a través de la incorporación de mayores capacidades tecnológicas sobre los senderos productivos escogidos. De esta forma, los países en desarrollo podrán ir ascendiendo en actividades cada vez más complejas y de mayor valor agregado. En este sentido, se suele pensar que existirá desarrollo económico para todo país que esté dispuesto a abrir sus fronteras y permita atraer capitales, siendo la globalización, sinónimo de crecimiento y mayores niveles de empleo. De este modo se legitimó la irrupción de la última globalización y se erigieron nuevas formas de organización de la producción que implicaron la desintegración de las estructuras productiva nacionales (véase Arend, 2015; Tregenna, 2015).
En relación con el punto anterior, la creación y consolidación de guaridas fiscales resultó en un mecanismo esencial para el armado de las CGV. Los países de baja tributación ordenan y centralizan los movimientos comerciales y financieros (UNCTAD, 2014b). Las guaridas fiscales se encuentran en la centralidad del proceso de mundialización y financiarización del capital. El control de las filiales y las relaciones entre acreedor-deudor son centralizados a través de dichas estructuras y gran parte de las ganancias corporativas de las empresas en países en desarrollo terminan siendo absorbidas por aquellas firmas en países de baja tributación, erosionando la capacidad contributiva de estas unidades productivas en los países donde producen.
Es por ello, el objetivo de este informe consiste en enumerar las problemáticas y desafíos que posee el proyecto productivo de Vaca Muerta en el desarrollo económico argentino a través de la constatación del desempeño de las empresas que más invirtieron hasta el momento en dicha formación: YPF y Tecpetrol. La primera de propiedad del Estado en un 51% de su capital accionario, en tanto la segunda comprende a capitales extranjeros (italo-argentinos).
Vaca Muerta y el desarrollo argentino, el informe completo
*Dr. en Desarrollo Económico (UNQui), Lic. en Economía (UNR), Becario Postdoctoral CONICET
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