Por Maxi Goldschmidt / Revista Cítrica .- La pesadilla de Sauzal Bonito, el pueblo de Neuquén que no para de temblar desde que llegó el fracking, está lejos de terminar. Estado y petroleras hacen silencio, pese a que en las últimas semanas hubo 36 sismos y uno de ellos de magnitud 4.5. “Ya no sólo se rompen las casas, lo que nos están rompiendo es la vida”.
El riesgo que anuncia la ciencia
“Un sismo de magnitud 5 equivale a una bomba atómica, como la de Hiroshima”, explica Gianfranco Argandoña Cornejo de la Red Geocientífica de Chile, una de las organizaciones que registró los 36 sismos que en las últimas tres semanas afectaron a Sauzal Bonito. Ese pueblo de Neuquén en medio de Vaca Muerta, que tiembla por el fracking desde 2017, en la madrugada del pasado lunes 9 de mayo vivió uno de los temblores más fuertes: 4.5 en la escala Richter.
“El movimiento fue peor que otros anteriores y esta vez tuvo mayor continuidad en el tiempo. Fueron varios segundos en los que se movió todo. Otra vez se rajaron casas y hubo que atender a muchas personas”, dice Hugo Acuña, único bombero de Sauzal Bonito.
Hace unos años, preocupado ante el aumento de sismos y la falta de respuesta oficial, Hugo se puso a mirar videos en Youtube. Así aprendió cómo actuar en caso de terremotos de mayor envergadura. Hoy es encargado de Defensa Civil en su pueblo y dice:
–Desde el Estado no hay respuesta. Lo único que tenemos es una camioneta.
“Hay al menos dos fallas detectadas. Una, la de Rincón del Mangrullo, es una falla de tipo horizontal y tiene la extensión suficiente para generar sismos mayores a 4. Y esos, por su cercanía al pueblo, pueden resultar dañinos. Más dañinos de lo que estuvieron ocurriendo en estos años”, advierten desde la Red Geocientífica de Chile, uno de los organismos internacionales que vienen registrando el fenómeno cada vez más evidente en Vaca Muerta: la sismicidad inducida por el fracking.
Sismos que no publica el Estado
El último sismo en Sauzal Bonito fue registrado y publicado también por agencias sismológicas de Estados Unidos y Alemania. Sin embargo, el órgano encargado de medir la sismicidad en el país, el Instituto Nacional de Previsión Sísmica (INPRES), que depende del Ministerio de Obras Públicas de la Nación, sólo detectó un puñado de los 36 sismos que ocurrieron en Sauzal Bonito el último mes.
Desde 2015 el INPRES promete sismógrafos que nunca llegan. Fuentes del Ministerio de Obras Públicas confirmaron que ya se adquirieron 16 sismógrafos, pero que antes de ponerlos en funcionamiento hay que calibrarlos y esperar que se terminen las 16 obras a cargo de la Provincia de Neuquén, que tienen fecha estipulada de finalización entre 2022 y 2023.
“Al Gobierno esta situación le viene bien. Te dicen: ‘Nosotros vamos a instalar los sismógrafos. Pero llevará tiempo la obra y después necesitamos uno o dos años de estudios y recién ahí poder analizar los resultados’. Es una manera de ganar tiempo”, dice Martín Alvarez Mullally del Observatorio Petrolero Sur, quien agrega que “como respuesta estatal, la instalación de sismógrafos está bien pero no alcanza, porque los sismógrafos no te frenan los sismos. A esta altura todo el mundo sabe, y los estudios científicos lo confirman, que los sismos son por el fracking”.
Por otro lado, la propia directora del INPRES, Patricia Alvarado, reconoció que existe un convenio de confidencialidad entre ese organismo y la Provincia de Neuquén para no publicar en su sitio web los sismos menores a 3 de magnitud. De esta manera, en el Informe Semanal de Sismicidad que publica la Provincia de Neuquén, de los 36 sismos ocurridos en Sauzal Bonito, sólo se publicó uno.
Estudios que el Gobierno y las empresas dicen que harán en unos años cuando esté instalada la red de sismógrafos ya fueron realizados –y son de acceso público– por diferentes científicos, entre ellos el geofísico del CONICET Sebastián Correa Otto, quien durante seis años realizó investigaciones que muestran una fuerte relación entre las operaciones de fracturación hidráulica y la sismicidad inducida en Argentina.
“Internacionalmente, comenzó a prestarse atención a la sismicidad relacionada a la Fractura Hidráulica como respuesta a una serie de pequeños sismos, que se dispararon en el 2011 por fracking de un pozo de exploración cerca de Blackpool, Reino Unido (Clarke et al., 2014). A partir de entonces, se han documentado alrededor del mundo terremotos inducidos por Fractura Hidráulica de magnitudes cada vez mayores, llegando hasta 5.7 Ml. Este terremoto, ocurrido en China, produjo pérdidas económicas, heridos y fatalidades, lo que despertó la preocupación alrededor de la sismicidad activada por Fractura Hidráulica (Lei et al., 2019)”, cita uno de los trabajos de Correa Otto, que bien podría ser tomado en cuenta para implementar semáforos sísmicos como en Alemania, Estados Unidos, Canadá o el Reino Unido, donde justamente el fracking se prohibió en 2019 para evitar terremotos.
En Sauzal Bonito los sismos comenzaron a percibirse de forma continúa a partir de 2017, mismo año en que un sismo en Añelo, corazón de Vaca Muerta, también se sintió en varias localidades neuquinas. Entre el 22 y 24 de enero de 2019 se dio lo que se denomina un “enjambre sísmico”: 39 veces tembló la tierra en Sauzal, donde el año pasado fueron 60 los temblores en 10 días y ahora nuevamente fueron 36 en tres semanas.
El 7 de marzo de 2019, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) registró un sismo de 5 puntos a solo 12 kilómetros de Sauzal Bonito, muy cerca del complejo hidroeléctrico Cerros Colorados.
Tragedias evitables
“En los últimos 4 años ha habido más de un sismo por año de magnitud mayor a 4 en un pequeño radio (5 kilómetros) en la zona en la que sucedió el último terremoto. Son sismos considerables, más aún teniendo en cuenta que hasta fechas recientes, o sea hasta la llegada del fracking, ésta era una zona no sísmica, y que las infraestructuras locales no están preparadas para hacerles frente. Esto significa que una falla con potencial destructivo ha sido reactivada en la zona. Es sorprendente que ninguna institución haya reparado en este hecho. O aún más, que lo nieguen”. Guillermo Tamburini Beliveau es geógrafo, glaciólogo, cartógrafo y uno de los científicos del CONICET que viene siguiendo el tema.
“También resulta sorprendente –agrega el científico– que nadie haya reflexionado sobre la improbable casualidad de que el único pozo de fracking, de entre unos 3.000, que sufrió un accidente mayor en Vaca Muerta, el pozo LLLO.x-2 que estuvo ardiendo tres semanas en septiembre de 2019, se encuentra a tan solo 1 kilómetro del eje de esta falla y a escasa distancia de los epicentros sísmicos mencionados. Esto sin hablar de los sismos de menor magnitud, que sumarían entonces decenas. Y lo más sorprendente aún: que nadie se haya hecho cargo de ese accidente. Milagrosamente no se cobró la vida de nadie, pero sin lugar a dudas supuso pérdidas por varios millones de dólares y un alto daño ambiental”.
El Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG) informa: “Hay un crecimiento de la sismicidad, medible, pero no perceptible para los seres humanos”.
El desarrollo que tiembla y se fractura
El río Neuquén bordea el pueblo. Del otro lado, a menos de 5 kilómetros, se ven las luces y las torres de perforación del yacimiento Fortín de Piedra, de Tecpetrol, la empresa de Paolo Roca. De allí dicen que sale el 13 por ciento del gas del país.
En Sauzal Bonito, que está al lado, siguen usando garrafas.
El desarrollo que genera Vaca Muerta no llega a los habitantes de Sauzal –que también denuncian la contaminación del río y del agua para consumo–, y además pone en riesgo sus vidas.
“Si no se detiene o se regula la actividad, es probable que lleguemos a un escenario de descontrol sísmico mayor al que ya está sucediendo. Y el peor escenario es que ocurra un sismo de magnitud cinco muy cerca del pueblo, a distancias menores. Alguna falla geológica cercana al pueblo se pueda reactivar y Sauzal Bonito no tiene estructura para soportarlo. Un mayor sacudimiento podría generar problemas de infraestructura y riesgo para personas”.
En cercanías a Sauzal Bonito, donde ya hay más de 150 pozos de gas y petróleo, se encuentran los yacimientos Fortín de Piedra (Tecpetrol), La Calera (Pluspetrol), Pichana Oeste (Pan American Energy), El Mangrullo (Pampa Energía) y Rincón del Mangrullo (YPF). Ninguna de estas empresas frenó o redujo los trabajos de perforación ante los sismos recientes. Lo que dicen off de record: “Nunca paramos la actividad. Ningún organismo público nos solicitó nada en particular”.
“Hasta la llegada del fracking, ésta era una zona no sísmica”, dice Guillermo Tamburini Beliveau, geógrafo, glaciólogo, cartógrafo y uno de los científicos del CONICET que viene siguiendo el tema.
Los especialistas advierten, además, que los movimientos sísmicos podrían afectar la infraestructura de la industria, como ductos y cañerías, lo que podría generar pérdidas y derrames. “Durante el mes de abril, Sauzal Bonito pasó a ser la zona con mayor cantidad de sismos percibidos y con los hipocentros –es decir, la profundidad del sismo a la que se libera energía– más bajos de todo el país”, explica el geógrafo Javier Grosso.
“Los días previos al 14 de abril, cuando comenzó esta última serie de sismos, viendo las imágenes satelitales encontramos sets de hidrofractura próximos a las áreas del sismo. Es una coincidencia que se va repitiendo. Instalan un set de fractura y a los días siguientes empieza la actividad sísmica”, dice Gianfranco Argandoña Cornejo, quien lejos de creer en casualidades, recolecta cada vez más información que demuestra el por qué de los temblores de tierra: “En los meses de cuarentena no hubo fracturas y consecuentemente tampoco hubo sismos. Cuando se retomó la actividad económica, nuevamente detectamos sismos”.
Lo mismo ocurrió esta vez. El 10 de mayo, un día después del mayor sismo de la última seguidilla, la empresa Tecpetrol dejó de fracturar donde lo estaba haciendo, muy cerca de Sauzal. ¿Conciencia? No, ya se había terminado el trabajo estipulado. Y desde entonces se acabaron los sismos en Sauzal. Por unos días.
“Sabemos que van a volver a levantar los equipos y se moverá el pueblo otra vez. Tenemos miedo que pase algo peor, así ya no podemos vivir. Mi casa es nueva y está toda rajada”, dice Noemí Painemil, “pero casas rotas hay un montón, el problema es que nos están rompiendo la vida”.