Ocho petroleras financiarán gasoducto que cruza el Estrecho de Magallanes

YPF, PAE, Petrobras, Oxy, Total, Apache, Wintershall y Tecpetrol aportarán u$s 185 millones. El resto lo financiará el Estado. El ducto aumentará 14% la oferta de gas

En tiempos de caída en el superávit fiscal, enfriamiento económico y restricciones de financiamiento externo, el Gobierno logró una ayuda estratégica de empresas petroleras.
Un puñado compuesto por las ocho firmas más grandes de ese segmento aportarán más de u$s 185,25 millones para financiar el llamado gasoducto Transmagallánico, una obra que consiste en un caño que atravesará el Estrecho de Magallanes para enviar hacia el continente gas proveniente de Tierra del Fuego. El resto del dinero –la obra completa costará u$s 245 millones– provendrá de fondos recaudados a través de cargos fijos a la demanda.
YPF, de la española Repsol y la familia Eskenazi; la alemana Wintershall; Pan American Energy, de la familia Bulgheroni y la inglesa BP; la brasileña Petrobras; la norteamericana Apache y la francesa Total realizarán el mayor aporte. Cada una desembolsará u$s 30 millones hasta diciembre (ya hicieron el primer aporte, en julio, de u$s 6 millones). Y harán otros cinco desembolsos.
También colaborarán con sumas menores la norteamericana Oxy (u$s 700.000) y Tecpetrol, de Techint (u$s 360.000).
Los fondos se integrarán a través de un fideicomiso, una herramienta financiera hecha célebre por el llamado caso Skanska. Así se definió a la causa por supuestos sobreprecios que se habrían pagado para realizar extensiones de gasoductos en la red de Transportadora Gas del Norte (TGN). El caso, que todavía no tiene una definición en la Justicia, derivó en las renuncias del ex gerente de Nación Fideicomisos –el mismo organismo administrará éste–, Néstor Ulloa, y el ex presidente del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargas), Fulvio Madaro.
En marzo, el Gobierno había adjudicado la obra al consorcio holandés All Seas-Boskalis. De acuerdo con el cronograma inicial, el primer tramo quedará finalizado en el primer trimestre de 2010. En total, el caño tendrá 37,7 kilómetros, unirá Cabo Vírgenes, en Santa Cruz, con Cabo Espíritu Santo, en Tierra del Fuego y dispondrá de capacidad para transportar 18 millones de metros cúbicos (m3) por día, un 14% de las necesidades del país.
En el Gobierno consideran al gasoducto como una obra clave. Sucede que la producción de gas viene en franca caída. De acuerdo con números de la Secretaría de Energía, al mando de Daniel Cameron, el año pasado se extrajeron 50.271 millones de m3 de gas, un 1,21% menos que en 2007 y 3% por debajo de la línea de 2004.
En la vereda de enfrente, el consumo aumentó. Si bien la situación actual no es tan crítica como en 2006 y 2007, con los primeros fríos de este año al menos 300 industrias sufren cortes para resguardar el servicio en hogares.
En ese escenario, Tierra del Fuego es la única provincia que tiene excedentes, pero hasta ahora no puede volcarlos hacia los centros de consumo por la falta de gasoductos. Se estima que la Isla estará en condiciones de aportar, cuando la obra esté lista, 7,6 millones de m3, la misma cantidad que hoy provee el barco regasificador frente a las costas de Bahía Blanca, pero a mayor precio.
No fue fácil para el Gobierno ganarse el favor de las petroleras. Las negociaciones, lideradas por el titular del Enargas, Antonio Pronsato, comenzaron en el verano del año pasado, con la intención de que la obra estuviese en marcha para este invierno. Sin embargo, el acuerdo se plasmó recién a principios de este mes.
Fuente: Cronista Comercial