Desangre petrolero en Colombia

403_6_1Por Arturo Stevenson / Notas Obreras
A los extranjeros se les entregan los yacimientos de crudo a bajos costos. Los monopolios en las regiones donde exploran no resarcen los grandes daños a los ecosistemas y la infraestructura. Además, han traído la violencia y el fortalecimiento de paramilitares a sueldo, como el caso de la OXI, la BP-Amoco y la española Repsol, que se han visto vinculadas por patrocinar a grupos de militares que han violado los derechos humanos. El aumento de las desigualdades sociales, el constante deterioro del medio ambiente y la pérdida de la soberanía, muestran los intereses que defienden nuestros gobernantes pro imperialistas.
Según proyectan varios analistas, las reservas de petróleo en el planeta van a ser insuficientes para el año 2050, pues se descubre un barril y se gastan cinco. Consideran como causa el gasto exacerbado de este combustible en los últimos 100 años, el cual, formado durante millones de años en condiciones ecológicas y geológicas muy particulares, está en vía de extinción. Su uso es de suma importancia para el capitalismo, ya que representa más del 60% de la energía que consumimos globalmente y es, por mucho, el motor que hace posible el mundo tal cual lo conocemos. Por ello, las multinacionales petroleras se hallan en una desenfrenada exploración en pos de tan preciado líquido.
Al frente de esta apropiación se encuentra el imperio estadounidense; sabe muy bien que su escasez destrozaría el estilo de vida americano. Estados Unidos, con el 5% de la población mundial, consume el 25% del crudo que se produce en el globo, y del cual importa la mitad. La usurpación de las reservas de hidrocarburos restantes es de vida o muerte para los yanquis, como bien lo demuestra la invasión de Irak.
Colombia no es ajena a la voracidad petrolera, ya que el norte de Sudamérica está catalogado como el mayor prospecto de acumulación de hidrocarburos. El ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, Álvaro Silva, afirmó que “está perfectamente demostrado que con la tecnología existente se puede aprovechar con mucha eficiencia el reservorio petrolero de la Faja del Orinoco”. Según afirma la CIA en el World Factbook del 2008, en la práctica, Venezuela se convierte en el país de mayor reserva petrolera del mundo, con 316 mil millones de barriles, por encima de Arabia Saudita, que posee 261 mil millones. Esto se debe a que en años anteriores los yacimientos del Orinoco estaban desvalorizados, ya que son de contextura pesada y extrapesada, lo que dificultaba su procesamiento y refinación; pero con los avances en la materia se ha facilitado su extracción y tratamiento. Colombia se encuentra en el puesto 41° con 1.282 millones de barriles según esta fuente, lo que ha puesto a nuestro territorio en la mira de las multinacionales; desde luego, con la avenencia de nuestros entreguistas gobernantes, que ofrecen innumerables facilidades para que expropien el “oro liquido”.
Las transnacionales petroleras encuentran en nuestro territorio fabulosos beneficios económicos, jurídicos y militares que perjudican el propio interés nacional. El descaro de la burguesía criolla no tiene límite, pues, para citar unos pocos ejemplos del mandato uribista, ha hecho negocios desventajosos que desangran nuestro país: vendió ECOGAS y un 50 por ciento de las reservas gasíferas de Chuchupa-Ballenas en la Guajira a Texaco Chevron, con lo que Colombia pierde ingresos por alrededor de US$ 121 millones de dólares; la venta anticipada de cientos de miles de barriles cuando los precios del crudo estaban a menos de 40 dólares, a sabiendas que las proyecciones indicaban el aumento en pocos meses; la prorroga de los contratos en Arauca con la Occidental Petroleum Company, mejor conocida como la OXI, y el comienzo de la privatización de la Empresa Colombiana de Petróleos, ECOPETROL, conociendo que es la que más reporta ganancias para el Fisco nacional.
Al capital transnacional se le abren las puertas a cientos de miles de hectáreas, en donde instalan sus máquinas de perforación y explotación, en campos encerrados y sin que ninguna persona no autorizada los pueda recorrer; se adueñan de las tierras causando el desplazamiento de gran número de familias de resguardos indígenas del Amazonas, Arauca y Casanare, las cuales defienden el derecho a su propiedad y demandan el respeto a su cultura y a su territorio ancestral, sin que se atiendan sus justos reclamos.
A los extranjeros se les otorgan todas las ventajas y se les entregan los yacimientos de crudo a bajos costos, mientras que para la sociedad colombiana los precios de los combustibles son enormes. Los monopolios en las regiones donde exploran no resarcen los grandes daños a los ecosistemas y la infraestructura, además, en vez de bienestar y desarrollo, han traído la violencia y el fortalecimiento de paramilitares a sueldo, como el caso de la OXI, la BP-Amoco y la española Repsol, que se han visto vinculadas por patrocinar a grupos de militares que han violado los derechos humanos. El aumento de las desigualdades sociales, el constante deterioro del medio ambiente y la pérdida de la soberanía, muestran los intereses que defienden nuestros gobernantes pro imperialistas.
Recientemente se ha constatado que en Puerto Gaitán, Meta, cerca de la frontera con Vichada, en un yacimiento desvalorizado llamado Campo Rubiales, se hallaron reservas cinco veces mayores de lo que en un inicio se había evaluado, lo que suma 500 millones de barriles a la cuenta, uno de los mayores descubrimientos en la última década. Según el Ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, esa reserva se convertirá en la más importante para el país, pues en Cusiana, son extraídos actualmente entre 60 mil y 70 mil barriles, y en Caño Limón 80 mil diarios. Pero cuando entre en los próximos meses en funcionamiento el Oleoducto de los Llanos Orientales, de 235 kilómetros, este nuevo campo comenzará a producir 120 mil barriles de crudo pesado, y para el 2010 ascenderá a 170 mil por día. Lo deplorable es que este territorio ya había sido feriado en un 60 por ciento a la multinacional canadiense Pacific Rubiales Energy, la cual en el contrato tiene el derecho de desarrollar las explotaciones hasta el año 2031; además, había sido vendido el yacimiento sobre el promedio de reserva en años anteriores, pero con el hallazgo, las ganancias para la multinacional son de cientos de millones de dólares.
Detrás de este desangre nacional se encuentra el conocido multimillonario Germán Efromovich, dueño de Avianca y presidente del Grupo Sinergy, que posee en Brasil la aerolínea Ocean Air.
Este sujeto, gran accionista de la petrolera canadiense, fue el más interesado en adquirir dichos predios, los cuales fueron comprados en 2002. El negocio estaba asegurado, pues desde esos años tiene la asistencia de otra compañía canadiense llamada NXT, que cuenta con tecnología de última generación para detectar reservas de hidrocarburos, consistente en que desde un avión a 3 mil metros de altura y con dispositivos y sensores de avanzada se encuentran distorsiones en los campos gravitacionales del suelo y fallas menores, que ocurren cuando hay yacimientos petroleros, caso que acontece en el campo Rubiales. Presuntamente, este método de prospección fue utilizado en este territorio, razón por la cual este burgués se afanó en adquirirlo. Como él mismo dice cínicamente: “En cualquier negocio hay una única cosa que debe importar: los números y la viabilidad económica, eso es lo importante para saber si a uno le llama o no la atención un negocio”.
Pero el servilismo de los gobernantes colombianos no tiene tope; escindieron a ECOPETROL, empresa industrial estatal, ahora con naturaleza jurídica de Sociedad Anónima, lo que dejó abierto el camino para su privatización. Modificaron el sistema general de regalías, mediante la ley 756 de 2002, reduciendo el impuesto del 20% sobre la producción total de barriles de petróleo a un porcentaje variable de entre 8 y 20%, de acuerdo con los montos de producción y otros aspectos; esta reducción tiene implicaciones sociales desastrosas para el mejoramiento de los servicios públicos, la red hospitalaria, la infraestructura y las vías, que optimizarían la calidad de vida de varios departamentos.
Es lastimoso observar esta realidad a la cual estamos enfrentados. Los oligarcas que detentan el poder están regalando el país a extranjeros; recursos que son de suma importancia para el desarrollo económico son ofrendas para el capital internacional. Esta es una causa más para denunciar a quienes nos gobiernan con su nefasta lógica de subordinación y entrega. Es deshonrosa e indignante la sumisión del actual régimen, por ello, debemos seguir aunando fuerzas para buscar la construcción de una nueva Colombia donde se respete nuestra soberanía.
Ecoportal.net