Cristina Fernández llamó a los empresarios a darle impulso a la economía real y destacó que el gas representa el 52 por ciento de la matriz energética. Negocian precios.
Cledis Candelaresi
“Ustedes, que tienen un rol vital, seguramente son los que más entienden la necesidad de impulsar la economía real”, fue la apelación con la que Cristina Fernández de Kirchner se refirió ayer a los empresarios que asistieron a la inauguración del 24° Congreso Mundial del Gas en el Luna Park. En ese escenario atípico para un evento de estas características, la Presidenta recordó que ese combustible hoy forma parte del 52 por ciento de la matriz energética argentina, un protagonismo poco ventajoso para un país cuyas reservas amagan agotarse en apenas ocho años, a menos que haya inversiones exploratorias para fortalecerlas. Justamente hoy, cuando en la Rural comiencen las exposiciones y debates que se extenderán hasta el viernes, gobernadores de las provincias petroleras planean reunirse con Julio de Vido para definir un estímulo para las productoras locales: un sendero de precios que puede llevar de 1 a 5 dólares el valor de cada millón de BTU.
El anfitrión del encuentro que nuclea a más de dos mil cuatrocientos asistentes de diversos lugares del mundo fue el hombre de Repsol, Enrique López Anadón, titular de la International Gas Union (IGU) y del Instituto Argentino del Petróleo & Gas (IAPG), que sintetizó uno de los planteos centrales de los trabajos técnicos que comenzarán a discutirse hoy. “El mundo tiene gas para rato”, se entusiasmó el ejecutivo, fundando su optimismo no sólo en la cantidad de reservas convencionales constatadas, sino en la chance de incrementarlas vía exploración y uso de tecnologías novedosas. Una promesa por ahora ajena a la realidad local.
Desde la primera fila, Sebastián Eskenazi (YPF); el secretario de Energía, Daniel Cameron; la gobernadora de Tierra del Fuego, Fabiana Ríos, y el gobernador de Neuquén, Jorge Sapag, fueron algunas de las figuras locales que aplaudieron al Ballet Concierto de Iñaki Urlezaga, que con danza de tango dio el toque festivo y autóctono a la apertura. Poco después llegó la Presidenta, acompañada por De Vido y otros funcionarios, aunque fue la única oradora del Gobierno.
“El aporte del gas a la matriz energética argentina pasó del 15 por ciento al 52 por ciento actual. Y eso tiene ventajas y desventajas”, sentenció Cristina, aunque sin precisar esos pro y contra. Sus colaboradores de Planificación y los mandatarios provinciales bien saben de una y de otra cosa. Las menguantes reservas locales sólo pueden incrementarse con inversiones exploratorias, que las petroleras sólo están dispuestas a hacer si se les mejora su remuneración.
Esta es la idea hoy defendida por los gobernadores de la Organización Federal de Productores de Hidrocarburos (provincias que cobran un 12 por ciento de regalías sobre ese precio) y por los propios gremios del sector, que ven en un aumento del precio del gas boca de pozo la chance de sostener inversiones y, por consiguiente, puestos de trabajo. “La idea es llevar el millón de BTU a 2 dólares a fin del 2009 y a 5 en dos años”, explica Guillermo Pereyra, uno de los líderes sindicales del rubro.
La Presidenta también puso el acento en dos presuntos logros de la política oficial. En el marco del plan de ahorro energético, ya se sustituyeron 9 millones de lamparitas incandescentes por otras de bajo consumo, lo que permitió una economía de 400 megawat, equivalente a la generación de Atucha I. Respecto de la crisis económica la mandataria destacó que el esfuerzo del Gobierno estuvo puesto en “fomentar la economía real”, lo que a su juicio finalmente lleva agua al molino de las productoras energéticas.
Pero estos temas domésticos sólo serán rozados en la voluminosa agenda del Congreso. Quizá cuando el miércoles De Vido se sume al panel que integrarán otros ministros del área. Ayer, en el Luna, sólo se trató de darles la bienvenida a los visitantes a Buenos Aires, que puede jactarse de ser la primera sede del Hemisferio Sur elegida para este cónclave internacional de envergadura, que tiene lugar cada tres años, generalmente muy lejos de las sufridas capitales australes.
Fuente: Página/12