Plan de expansión de cultivos para biocombustibles amenaza indirectamente a bosques amazónicos.
El plan de Brasil de incrementar las plantaciones para la producción de etanol en la próxima década pondría en peligro a los bosques amazónicos, provocando una masiva deforestación para el 2020 y una deuda de carbono que podría tomar 250 años en ser pagada una vez que se consideren los impactos indirectos por el cambio de uso de la tierra, señaló un nuevo estudio.
En setiembre pasado, el gobierno brasileño presentó una iniciativa para prohibir el cultivo de caña de azúcar en zonas de importancia ecológica, como la Amazonia, el Pantanal y la cuenca del Alto Paraguay, y en reservas ambientales e indígenas. Brasil es el principal exportador de etanol de caña de azúcar del mundo.
Pero la ampliación podría tener efectos indirectos, y contrarrestar el ahorro de emisiones de gases de efecto invernadero generado por el uso de biocombustibles, precisó el estudio publicado en febrero por la revista estadunidense “Proceedings by the National Academy of Sciences”.
El etanol de la caña de azúcar y el biodiesel de soja contribuyen cada uno a casi la mitad de la deforestación indirecta prevista de 121,970 km² para el 2020, creando una deuda de carbono que podría tomar alrededor de 250 años en ser pagada usando estos biocombustibles en vez de combustibles fósiles. “La expansión planificada de plantaciones para biocombustibles en Brasil podría causar potencialmente cambios directos e indirectos en los usos de la tierra”, afirma el estudio.
“Los cambios indirectos en los usos de la tierra, especialmente aquellos que empujan la frontera ganadera hacia el interior de los bosques amazónicos, podrían contrarrestar el ahorro de carbono debido al uso de biocombustibles”, agrega el documento.
El 1 de febrero, el gobierno brasileño anunció una inversión conjunta de US$21 millardos entre la transnacional anglo-holandesa Shell y Cosan, el principal productor de etanol del país, para ayudar a incrementar la producción y distribución del biocombustible en Brasil.
De acuerdo con el estudio, “un 88% de la expansión [de cultivos para biocombustibles] (145,700 km²) se produciría en áreas previamente usadas como pastizales. El área de cultivos para alimentos reemplazados por biocombustibles alcanzaría los 14,300 km²”, precisó la investigación, dirigida por David M. Lapola, de la Universidad de Kassel, Alemania, lo cual quiere decir que la frontera de pastizales podría avanzar otra vez a costa de los bosques.
“Las organizaciones de biocombustibles y el gobierno deberían apoyar iniciativas para la modernización del sector ganadero que garanticen que la producción de biocombustibles no cause cambios indirectos en los usos de la tierra, que podrían comprometer la eficacia, en términos de ahorro de carbono, de su propio producto”, concluyó el estudio.
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