Ocurrió mientras en el mundo subía casi 4%; en petróleo extraído, el país volvió a la situación de 1992
Por Ana Falbo.- Mientras la producción de gas y petróleo aumenta en todo el mundo empujada por los precios altos de los hidrocarburos, las cifras recorren el camino inverso en la Argentina: no sólo reflejan el creciente perfil importador del país, sino también la continuidad de la pérdida de participación energética en el contexto global y en el regional.
Un informe del Ieral, de la Fundación Mediterránea, elaborado sobre datos de la multinacional BP Global, señala que la producción de gas creció casi un 4% entre 2006 y 2009 en el mundo, pero cayó un 10,3% en la Argentina durante el mismo período. Eso explica los recurrentes cortes de suministro que, desde 2004, sufre la industria argentina todos los inviernos, incluido el actual.
La situación es similar con el petróleo, para el que Ieral analiza un período más extenso: entre 1998 y 2009, la producción aumentó un 8,7% en el mundo y disminuyó, en cambio, un 24% aquí, lo que ubica a la Argentina, desde el punto de vista de la producción neta, en una situación similar a la de 1992.
El escenario local tampoco es alentador para este año. Lo muestra otro trabajo, en este caso de la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES), que indica que la producción de petróleo bajó un 3% en el primer cuatrimestre en relación con el mismo período de 2009, en lo que constituye el mayor índice negativo desde 2006, y la de gas se contrajo un 4,9 por ciento.
Según IES, los motivos de este deterioro fueron el aumento del consumo interno, la plena utilización de la capacidad ociosa de las refinerías y la natural disminución de producción de los yacimientos en explotación, que crean un escenario desesperanzador que llevará al incremento de las importaciones, tanto de gas como de petróleo. El informe señala además que, entre enero y mayo de este año, las importaciones de combustibles crecieron un 48,8% y totalizaron 799 millones de dólares, impulsadas por las mayores compras internas.
Ieral agrega que, de esta manera, en materia de producción neta de petróleo, la Argentina se encuentra en niveles similares a los de 1992, acotando la capacidad de exportación de crudo al resto del mundo. En cuanto al gas, luego de nueve años de ser exportador neto -entre 1999 y 2007-, la Argentina ha necesitado importar el fluido para abastecer la demanda local.
Esta situación se da, según IES, por “el escaso o nulo monto de inversión realizado en los últimos años, por la falta de incentivos que implican el congelamiento y la pesificación del precio básico del gas y de las tarifas de transporte, lo cual obligó a incrementar las importaciones de gas boliviano -con crecientes problemas para el futuro- y, sobre todo, a reducir las exportaciones a Chile, además de recurrir a la importación de GNL [gas natural licuado] en 2008, que se repitió en forma más acentuada en 2009”.
Flota de buques
La consultora proyecta que el escenario se agravará este año en que se instalarán dos, y hasta tres barcos regasificadores, uno de ellos en el norte de la provincia de Buenos Aires y otro en Santa Fe. En el transcurso de este año, llegarán 20 buques transportadores de GNL, situación que continuará en 2011 con una cantidad de barcos que podría llegar hasta por lo menos 24.
Juan Rosbaco, consultor en temas petroleros y profesor del Instituto Tecnológico Buenos Aires (ITBA), considera que el problema es que, como la extracción ha subido, “el horizonte de reservas de petróleo ha disminuido a la mitad; grosso modo , ha bajado de 20 a diez años”.
En el caso del gas, la situación es netamente diferente. Los importantes niveles de reservas probadas -en condiciones de ser explotadas- que existían en 1988 no pudieron sostenerse y actualmente son inferiores a los 400.000 metros cúbicos. Esto significa que el horizonte, que a principios de los 80 se encontraba muy próximo a los 50 años, es en la actualidad de sólo ocho años. “En lo actualmente conocido, las posibilidades de encontrar cosas grandes son escasas y donde existen posibilidades de encontrar cosas mayores, los riesgos e incertidumbres son altos”, sostiene Rosbaco, y agrega que “los bajos incentivos para la exploración y el desarrollo de las reservas hacen que no se esté invirtiendo lo suficiente como para revertir la tendencia declinante en la producción de hidrocarburos”.
Jorge Lapeña, ex secretario de Energía, rescata que “hay que tener en cuenta que el 50 por ciento de toda la energía que consume la Argentina es en gas y el 40 por ciento es en petróleo”. La Argentina emergió como potencia gasífera a principio de los 80, pero después “se durmió en los laureles”, dice Lapeña. “Esos descubrimientos de yacimiento se hicieron de la mano de YPF, pero no fueron continuados por una buena política de exploración por las empresas que siguieron”, afirma. Además, responsabiliza al Estado y asegura: “La Argentina tiene que dar un giro copernicano en el sector energético y no veo que eso vaya a pasar antes de 2011”.
Daniel Montamat, ex presidente de YPF, coincide en que el país está pasando de ser superavitario y exportador a deficitario e importador. “En materia petrolera, aún se exportan algunos crudos pesados, pero ya se necesita importar crudos livianos, con lo cual, de una condición de exportadora, está pasando a condición importadora, al estar perdiendo el autoabastecimiento energético”, afirmó.
La Nación