La suba de las materias primas, en especial alimentos y combustibles, podría frenar la recuperación mundial
Las commodities están de fiesta, como si fuera 2008. El precio del petróleo está en su punto más alto desde octubre de ese año, apenas por debajo de los US$ 100 el barril. Los precios de los alimentos a nivel mundial -según el índice de The Economist – están de nuevo en el pico alcanzado en julio de aquel año. Los precios del cobre, que dieron un salto del 17% desde noviembre, llegaron a su nivel más alto de la historia. Estos aumentos reflejan una menor preocupación por la perspectiva económica global, a lo que ayudó la Reserva Federal anunciando una segunda dosis de relajamiento cuantitativo, en noviembre.
Lo que preocupa es que los precios rampantes de las commodities puedan causar otro sacudón en la economía. Su alza actúa como impuesto al consumo, transfiriendo ingresos de los hogares y las firmas que usan los recursos a compañías y países que los producen. Dado que los productores tienden a ahorrar más de su ingreso que los consumidores, el alza de precios pesa sobre la demanda global.
El precio del petróleo empujó al mundo a la recesión en el pasado, de la manera más evidente en la década de 1970. Comúnmente, se achaca la culpa por la gran recesión reciente a la crisis financiera, pero se olvida que la economía de Estados Unidos se estuvo contrayendo casi un año antes del colapso de Lehman Brothers.
James Hamilton, de la Universidad de California, acusa al petróleo. Dice que el alza del precio desde comienzos de 2007 explica en gran medida la caída entre el fin de ese año y el tercer trimestre de 2008. Los hogares ajustaron su gasto al encontrarse dedicando el 7% del mismo a energía. Fuera de los Estados Unidos, los alimentos tienen más participación que la energía en las canastas de compras de los consumidores y, por lo tanto, también en la inflación. En los países en desarrollo, el alza de los precios de los alimentos puede ser un desastre humano y económico.
Además de imponer un gravamen a los consumidores, el alza de los precios de las materias primas hace subir la tasa general de inflación, como muestran las últimas cifras del área del euro y de Gran Bretaña.
Con la inflación ahora superando el nivel de tranquilidad del Banco Central Europeo y alcanzando casi el doble del nivel al que apunta el Banco de Inglaterra, está creciendo la presión por subir los tipos de interés. Hasta hoy, estos bancos lo han evitado. Pero los precios de las commodities en alza pueden inclinar la balanza del riesgo, haciendo que los responsables de la política monetaria se pongan nerviosos. Un ajuste de la política monetaria pesaría sobre el crecimiento, amenazando con descarrilar la recuperación.
Algo que tranquiliza es que, si bien algunos precios están más altos que los de 2008, las tasas de inflación de las commodities siguen debajo de las de entonces. Los precios de alimentos agrícolas treparon el 37%, respecto de un año atrás, mientras que la tasa de incremento de los precios en 2008 llegó a un pico del 75 por ciento.
Jonathan Anderson, economista del banco UBS, opina que los precios globales de los alimentos tendrían que subir otro 50% respecto de los niveles actuales para que la inflación de los precios de alimentos alcance el nivel de 2008. Y él cree que eso es improbable.
Pero el equilibrio entre oferta y demanda de petróleo es una preocupación. Lutz Kilian, de la Universidad de Michigan, sugiere que a menos que se reduzca el consumo de energía o se descubran nuevas fuentes, una plena recuperación de la crisis financiera volverá a colocar el precio del petróleo en lo más alto. Lo que es más, los precios de las commodities suben en una fase temprana del ciclo económico. A Jeffrey Currie, de Goldman Sachs, le preocupa que, al recuperarse la demanda de petróleo en Estados Unidos, “chocará” con China, que consume un 23% más que en 2007, así como un 63% más de cobre y un 18% más de algodón y soja. Con la recuperación global aún frágil y desequilibrada, el alza de los precios de las commodities es lo último que necesita el mundo ahora. (The Economist)
Traducción de Gabriel Zadunaisky
La Nación