Ya quedó claro que, en su afán por cuidar los dólares, el Gobierno controla las operaciones cambiarias y aprieta las importaciones. Pero hay un lugar al que el largo brazo de Guillermo Moreno no puede llegar: las compras para el sector energético. Simplemente, porque si pretendiera frenarlas provocaría sofocones graves en el abastecimiento de electricidad .
Divisas y urgencias convivieron en un viaje relámpago del ministro de Planificación a Caracas. Julio De Vido fue a comprar gasoil, como siempre financiado por Hugo Chávez.
En realidad, Venezuela no tiene gasoil. El que le vende a la Argentina, en cantidades y durante un proceso que arrancó con el kirchnerismo, lo adquiere en el mercado internacional y cobra por eso una comisión. Como consecuencia del encadenamiento de operaciones, se acumuló una deuda que pasa los US$ 1.000 millones : esto también fue tratado en Caracas.
Las limitaciones de Moreno emergen, notorias, en las estadísticas del INDEC correspondientes a marzo. La tasa de crecimiento de las importaciones totales retrocedió al 28 %, luego del 52 % de marzo y el 39 % de febrero. Hasta aquí llegaron las regulaciones del secretario de Comercio.
En cambio, las compras que vienen para cubrir necesidades del sector energético aumentaron 149 % . Y no se trata de un salto ocasional, pues la suba del primer trimestre alcanza al 153 % . Eso cantan las cifras oficiales, aunque fuentes privadas manejan números todavía mayores.
Entra de todo en la factura que sale abastecer a las centrales térmicas. Gasoil y fuel contratados con Venezuela; gas natural boliviano y gas licuado de Trinidad y Tobago, quizás pronto de Qatar. Y todo imprescindible, además de caro, ante la creciente escasez interna.
El telón de fondo es, precisamente, que la producción de gas empezó a bajar en 2004. Y la de petróleo está en caída libre desde 1998. No hay manera de mirar para otro lado: esto ocurrió y se profundizó en los años del kirchnerismo .
Así los números abrumen, datos de especialistas del mercado ilustran sobre una dependencia externa cada vez mayor.
En los últimos doce meses, el consumo de gasoil en generación termoeléctrica aumentó 32 %. El de gas licuado, 153 % y 108 % el de fuel oil. Finalmente, por lo que toca a lo que llega desde Bolivia la cuenta canta 40 %. Surge, nítido, el peso de las importaciones.
En ese período, el uso de gas natural producido en la Argentina cayó un 16 %. Otra prueba de la fragilidad del sistema energético y también del disloque .
Hay más sobre lo mismo. En 2004, el empleo de gasoil en generación era cero y poco más de cero el de fuel. Hasta ese momento, el país era un buen exportador de gas; ahora vende casi nada e importa mucho.
Parientes grandes del mismo apurón son las importaciones de gas licuado, que acá es convertido en gas natural. Arrancaron tímidamente en 2007. En 2010 el volumen ya avanzó un 132 % y rondará el 200 % este año. Los barcos que lo traen fueron 22 en 2010: ahora habrá entre 45 y 50 .
El Gobierno suele justificar un cuadro así en el crecimiento de la actividad económica, o sea, en las mayores necesidades de energía. Es un argumento por lo menos parcial, si no muy endeble .
Las compras al exterior aumentan geométricamente porque suplen lo que falta. Porque no se estimula la producción local o falla la política oficial. Otra vez, imposible mandar la realidad debajo de la alfombra.
Vuelta a las estadísticas del INDEC, ahora para echarle una mirada al balance comercial energético.
En el primer trimestre, el superávit fue de apenas US$ 296 millones, contra 1.263 millones del año pasado. El saldo favorable de 2010 revela un bajón nada menos que del 80 %, respecto del que hubo en 2006.
Puesto en las divisas que inquietan a Moreno, en 2004 las importaciones ascendían a US$ 1.003 millones . El año pasado, sumaron US$ 4.443 millones . Siempre según cifras del INDEC consideradas incompletas.
Así, con exportaciones que en lugar de crecer bajan pertinazmente, se camina derecho al déficit. Y asoma el riesgo de que el desequilibrio del sector empiece a comerse al superávit comercial global.
Vale una precisión adicional. Las cuentas del primer trimestre son una fotografía del verano, una época en la cual, por razones estacionales, el consumo de energía afloja. El problema virará a más serio en el invierno.
“Habrá gas suficiente”, acaba de afirmar De Vido.
Le faltó decir que éso se logrará con importaciones aún mayores. Y también, que el gas natural y el licuado saldrán más caros por la suba del precio internacional del petróleo.
Para el caso, poco o directamente nada puede hacer Moreno. Se entiende, así, que hace no mucho haya comentado: “Tengo pesos, pero me faltan los dólares y de algún lugar debo sacarlos ”.
En principio, quedó claro un lugar de dónde piensa sacarlos. Está en el apretón al resto de las importaciones, aunque tampoco aquí la tiene fácil.
Tanto control sobre sectores muy dependientes del factor externo, puede trabar cadenas de producción y pegarle a la actividad económica. O provocar cortocircuitos: Brasil ya le exigió a la Argentina una reunión interministerial urgente .
Clarín