La decisión de irse de la argentina afectó negativamente el arribo de inversiones. Es la consecuencia de la intervención en el mercado: en el 2000 la petrolera destinó 2.200 millones de dólares en upstream y downstream y el año pasado, sólo 1.192 millones.
Por Javier Lojo.- Las estadísticas oficiales marcan una clara tendencia.
Desde inicios del 2004 se observa que las inversiones de las empresas petroleras en la Argentina se desaceleraron con fuerza. Esto trajo aparejados serios problemas para la matriz energética del país, donde los hidrocarburos constituyen en promedio el 90% de toda la energía primaria consumida. Uno de ellos terminó afectando la producción de gas y petróleo.
La dinámica de la industria argentina en los últimos años también dejó su marca en empresas emblemáticas. Y éste es el caso de YPF, que desde mediados de 1999 se “fusionó” con la nave insignia española para denominarse Repsol YPF.
Las inversiones de esta última empresa que llegaron al país en el 2000 alcanzaron los 2.209 millones de dólares, casi el doble de los fondos que hoy está colocando en todo el territorio nacional. La brutal caída en las inversiones terminó golpeando la producción y las reservas de gas y petróleo en todas sus cuencas.
Si bien esta conducta fue generalizada en la mayoría de las empresas del sector, la ex estatal muestra estadísticas que la diferencian del resto.
Entre 1995 y el 2003, en promedio, la mitad de los recursos de capital destinados a inversiones que anclaban en el país provino de las arcas de YPF y Repsol YPF. Hoy la participación de esta última alcanza apenas el 26%.
Con las estadísticas de inversión, producción y reservas en mano, queda en evidencia que, como hipótesis de mínima, en los últimos años la firma Repsol YPF modificó su estrategia de inversiones para la Argentina y hoy este mercado es considerado por su directorio como “marginal” y de “alto riesgo” para seguir apostando como lo hacía a principios de la década pasada.
¿Cuáles fueron las causas de estos cambios?
Dos fueron los ejes que llevaron a Repsol YPF a dar un profundo golpe de timón en su estrategia comercial: el crecimiento de sus pasivos, que venían socavando –y duro– las utilidades de los accionistas desde el 2000, y el cambio de reglas en el mercado local, donde la firma española había puesto todas sus fichas en juego.
En la asamblea de accionistas del 2009 el presidente ejecutivo del grupo español, Alfonso Cortina, aseguró –en una convincente exposición– que la compra de YPF, financiada con dos ampliaciones de capital sucesivas y endeudamiento privado, estaba garantizada por las futuras utilidades que se iban a obtener desde la Argentina.
En efecto, en los balances de ese año ya se destacaba que la incorporación de la petrolera adquirida había presentado un 71, un 18 y un 36% de los activos, ingresos de explotación y resultados de explotación del Grupo Repsol YPF respectivamente en sus estados financieros al 31 de diciembre de 1999.
Pero a partir del 2003 el escenario cambió bruscamente, sobre todo como consecuencia de la política de intervención del mercado de hidrocarburos de la Argentina y las limitaciones impuestas sobre el flujo de capitales al sector privado. Las ecuaciones financieras y económicas presentadas hacia mediados de 1999 ante los accionistas tenían pocas posibilidades de ser ejecutadas.
Comenzó así un desgastante proceso de negociaciones entre la administración Kirchner e importantes referentes del directorio de Repsol YPF para buscar una salida a la potencial crisis que se proyectaba sobre sus balances.
Luego de casi dos años de infructuosas conversaciones con el gobierno argentino, la firma decidió su estrategia de mediano y largo plazo dando así un giro en su política comercial y de inversiones.
Desde sus oficinas centrales, localizadas en el Paseo de la Castellana de Madrid, el directorio de la empresa definió en el 2005 el “proceso de desinversión” en su filial argentina.
“La operación de recompra de YPF fue un proyecto que llevó adelante Néstor Kirchner a partir del 2004. En un momento me llamó a Olivos para discutir el tema y plantearme si yo era capaz de hacer una opción de compra por el paquete de acciones que iba a salir a la venta. No estaba en condiciones de asumir esa responsabilidad, pero le propuse a Eskenazi como alternativa”, explicó en una conversación hace un tiempo atrás el empresario Cristóbal López, ligado en ese momento al entorno político del entonces presidente Kirchner.
En junio del 2007, en medio de fuertes presiones del gobierno nacional, Repsol se deshizo de un 14,9% de YPF y le entregó acciones al Grupo Petersen de la familia Eskenazi (Petersen Energía SA) por 2.235 millones de dólares, además de concederle una opción de compra por un 10,1% adicional que el empresario argentino tendría derecho a ejercitar hasta el 2012.
Tras cartón llegaron las ventas a Eton Park y Capital, fondos que adquirieron el 3,3% de YPF en 500 millones de dólares, y posteriormente se colocó otro 3,8% de las acciones de la petrolera en 639 millones, cuyo comprador fue el fondo de inversión conocido como Lazzard Asset Management de Estados Unidos. Otras tantas acciones pasaron a manos de distintos inversores.
Las operaciones de venta continuaron hasta hace pocas semanas con la aplicación del derecho de opción de compra del Grupo Petersen por el 10% adicional del paquete por un valor de 1.300 millones de dólares, logrando así consolidar el grupo argentino el 25,4% del capital social de YPF.
La empresa española busca desprenderse del 49,9% del total de las acciones de su filial en la Argentina (hoy posee el 58,3%), por lo que queda esperar ofertas sobre el porcentaje que todavía está a la venta.
Efectos en el país
Pese a que desde los distintos gobiernos –nacional y provinciales– se trató de minimizar los efectos del fracaso de las negociaciones con la petrolera española, el “proceso de desinversión en la filial argentina” determinó que la casa matriz en Madrid direccionara menores transferencias de fondos para sostener la producción de hidrocarburos en el país y abrir nuevas exploraciones para ampliar el horizonte de reservas.
En este sentido las estadísticas oficiales son determinantes.
El gobierno nacional no le dejó otra salida. El fuerte endeudamiento en que incurrió Repsol en 1999 para adquirir el paquete accionario de YPF se terminará pagando, en parte, con la venta de esas mismas acciones y no con las utilidades a generar con la adquisición de la ex estatal, como inicialmente se había planeado.
Otro dato a tener en cuenta: la petrolera Repsol adquirió YPF, hace casi trece años, a 42 dólares por acción y hoy se libera del mismo papel por un valor de 33 dólares (fue lo que pagó Eskenazi por el último 10%).
Cuando se señala que la administración Kirchner no dejó otra salida se hace porque en sus negociaciones con el gobierno argentino, a partir del 2004, Repsol YPF había solicitado la liberación del mercado local de hidrocarburos a cambio de mayores inversiones, especulando, de esa manera, con que las mayores utilidades obtenidas podrían ser transferidas a Madrid para compensar la presión que estaban generando sus pasivos en los balances.
La historia muestra que nada de esto ocurrió, de ahí la decisión en el 2005 de dar inicio a la venta de activos de la empresa YPF para poder compensar estos desequilibrios y con ello la política de limitar las inversiones en la Argentina direccionando esos fondos frescos a destinos que presentaran “menor riesgo”, como quedó claro en los últimos años con el caso específico de Brasil.
Ahora bien, con precios del crudo en sus máximos en el mercado internacional (y sin señales a la baja en el mediano plazo) y con los anuncios de megayacimientos en la Cuenca Neuquina (una de las principales áreas donde se concentra YPF), lo que permite proyectar un crecimiento exponencial en la producción y horizonte de reservas, queda por preguntar cómo es posible que Repsol YPF insista en vender las acciones de una empresa estratégica como es su filial argentina a casi el mismo precio (y en algunos casos menos) que pagó por ellas hace más de una década. Una respuesta, entre otras, se puede encontrar en dos definiciones:
• Que los anuncios de potenciales reservas estén teñidos de un elevado optimismo oficial y la realidad muestre que no existe certeza sobre los números reales que se manejan en el subsuelo de la Cuenca Neuquina.
• Que no existan garantías políticas –ni legales– en la Argentina para poder desarrollar y sacar a la luz esos nuevos reservorios a precios de mercado, tal la promesa realizada oportunamente por el gobierno nacional para toda aquella oferta de crudo y gas no convencional.
Río Negro
Disparidad de estadísticas
Cuando se analizan las estadísticas que maneja la Secretaría de Energía de la Nación y se las compara, por ejemplo, con las que presenta Neuquén, se observan algunas diferencias.
Las tendencias exhibidas por los números a lo largo de los últimos años son las mismas, pero los valores de producción, inversión y reservas no siempre coinciden.
Frente a esta anomalía, “Río Negro” intentó comunicarse con algún funcionario de Energía de la Nación para que explicara las causas de estas diferencias. “Nadie puede aparecer en este momento. El único que habla es el ministro De Vido”, confirmaron desde Prensa del ministerio ante las insistentes consultas de este diario. Se pidió hablar con el ministro, pero no accedió. “Es un año electoral complejo. Nadie quiere aparecer más de la cuenta”, aseguró el funcionario de Prensa.
Tras insistir en el pedido y asegurarle que las preguntas iban a estar centradas en el manejo de las estadísticas de la Secretaría de Energía, un funcionario del gobierno nacional –que pidió estricto anonimato– accedió a conversar sobre el tema.
–Neuquén señala que las estadísticas de Nación no son correctas. ¿Qué puede decir al respecto?
–Nuestras estadísticas son oficiales y públicas. Neuquén tiene todo el derecho a manejar sus propias estadísticas.
–¿Por qué no se unifican los criterios para tener todos las mismas estadísticas?
–Hoy ese problema no está en la agenda del ministerio. Puede ser que existan diferencias, pero lo que hay que ver son las tendencias.
–¿Cómo calculan las inversiones?
–No las calculamos. Son declaraciones juradas que hacen las empresas y que se vuelcan a unas planillas que son públicas.
–Pero Neuquén insiste en que las inversiones en su provincia son mayores que las que tienen ustedes…
–Mire, qué más querríamos nosotros, en un año electoral, que decir que las inversiones en la Cuenca Neuquina son mucho mayores que las declaradas por las empresas. Pero la realidad es la que debemos plasmar en nuestras planillas y ésa es la información oficial para nosotros. No quiero entrar en conflicto con las autoridades de Neuquén; ellas pueden manejar las estadísticas como quieran pero, insisto, lo que sale de la Secretaría de Energía para la Nación es lo “oficial”.
Río Negro
Las señales del mercado
Existen algunas dudas sobre “los grandes” anuncios realizados por el gobierno nacional en relación con los reservorios encontrados en la Cuenca Neuquina. Según fuentes oficiales, hay varias Loma de Lata con gas sin explotar en la región. Ese mismo optimismo se manifiesta cuando se habla de las reservas de petróleo.
Pero la realidad muestra que pese a estas noticias positivas la empresa YPF anunció que no iba a aumentar sus inversiones más allá de lo que ya estaba planificado para este año.
¿Cómo es posible que con gas y petróleo a precios internacionales récords las empresas no se dediquen a extraer esa energía del subsuelo? Da la impresión de que frente a este nuevo escenario se niegan a hacer negocios.
Ante este interrogante las voces oficiales aseguran que ya se están haciendo inversiones importantes en la cuenca y que los resultados se tendrán a más tardar en dos o tres años.
Los mercados también están dando la espalda a los mensajes de “megayacimientos”.
La acción de YPF en Nueva York –mercado referente para la actividad– mostró tímidos incrementos en los anuncios oficiales (el primero de ellos en diciembre del 2010 y el segundo en mayo de este año) pero no pudo mantener la tendencia ante la falta de expectativas por parte de los inversores bursátiles, sin dejar de mencionar que los precios de la energía están alcanzando nuevos máximos tras la crisis del 98.
Se puede argumentar que los problemas económicos en el mundo no dan respiro a las acciones. Sin embargo, estos argumentos se caen cuando se considera la evolución que tuvo el papel, por ejemplo, de Repsol en los últimos doce meses (con una deuda importante en su debe) y se la compara con la del de YPF. (Ver infografía)
También se escuchó argumentar que “el riesgo argentino” está condicionando el papel de YPF. Sin embargo, las acciones del Merval en el país en el período de análisis muestran una evolución mucho mejor que la de la petrolera local.
Ante este escenario, lo único que queda por pensar es que, por ahora, el mercado no está viendo todo lo que los gobiernos –provincial y nacional– transmiten con gran expectativa sobre las perspectivas de YPF en la región.
Río Negro