El petróleo aún es una ilusión lejana en las Malvinas

Hay expectativa por la exploración, pero los resultados impiden saber cómo será el negocio
Por Gabriel Sued  | LA NACION
Stephen Luxton, el director de recursos minerales de las islas, interrumpe de pronto una frase y se levanta de su escritorio. Unos segundos después, regresa con un pequeño frasco de vidrio con una pasta negra en su interior, que exhibe entre su dedo índice y su pulgar derechos. “Es petróleo”, anuncia, arqueando las cejas.
El pequeño recipiente, que contiene material hallado en exploraciones realizadas en el norte de este archipiélago, es el símbolo de las grandes esperanzas que genera en estas islas el desarrollo de la industria petrolera. “Esperamos que en pocos años se convierta en el principal ingreso de nuestra economía”, afirma el funcionario.
Por el momento, sin embargo, nadie se atreve a dar por sentado el impacto que tendrá ese descubrimiento en la economía local y cuándo comenzará a generar recursos para los habitantes de las islas. “Todavía no se sabe la cantidad y la calidad de lo que se encontró”, explica a LA NACION Jan Check, integrante de la asamblea legislativa local.
Hasta ahora, según informó Luxton, el gobierno local obtuvo 1 millón de dólares a cambio de las licencias de exploración extendidas a cinco compañías británicas que trabajan en plataformas offshore desde hace dos años. De ese modo, los ingresos por petróleo no tienen, en la actualidad, ni la más mínima comparación con los que genera la industria pesquera, que representan más de la mitad de los 160 millones de dólares del PBI de las islas. Desde hace algunos años, la segunda industria más importante es el turismo, que desplazó de ese lugar a la agricultura, casi la única actividad económica de las islas antes de la guerra de 1982.
Las mayores expectativas de los isleños están puestas en el descubrimiento anunciado por la empresa Rockhopper, en junio de 2010, durante la exploración realizada en un yacimiento conocido como Campo de los Lobos Marinos, a unos 700 kilómetros de la costa norte de Santa Cruz. Según informó la compañía, encontró crudo en dos de las 18 perforaciones que hizo en las profundidades del océano Atlántico.
A largo plazo
Pero el proceso de producción no es breve ni sencillo y las tareas de extracción no comenzarán antes de 2016, según informan en el gobierno local. En la actualidad, Rockhopper busca un socio que invierta 2000 millones de dólares para encarar la etapa de extracción del crudo. Pero hasta el momento sólo se conoció una oferta de la empresa estadounidense Anadarko, por 1600 millones.
Un dato siembra dudas: el mes pasado, después de concluida la primera etapa de exploración, el entonces secretario de energía británico, Chris Huhne, sostuvo que los resultados habían sido “decepcionantes”.
Eso no desalentó a los funcionarios isleños, que ya lanzaron la segunda etapa de exploración, en aguas ubicadas al sur y al este de las islas.
Al margen del impacto futuro que pueda tener en la economía, la búsqueda de petróleo no cambió el ritmo apacible de la vida de los habitantes de esta ciudad. Los galpones y tanques dispuestos en la zona del puerto tampoco modificaron la fisonomía del pueblo. En sus calles y entre sus habitantes, que se mantienen alrededor de los 3000 en los últimos diez años, no se vive nada parecido a la fiebre del petróleo desatada, a partir de descubrimiento de yacimientos, en algunos pueblos patagónicos.
Como los trabajos se realizan en plataformas ubicadas en altamar, la totalidad de los empleados de las compañías, en su mayoría británicos, permanecen en los barcos y se los ve por la ciudad sólo de manera esporádica. Sólo los días en los que algunos de ellos llegan en avión y duermen una noche en el pueblo antes de abordar las naves que se dirigen a las plataformas. Uno de ellos, un inmenso barco naranja de bandera noruega, está amarrado en el puerto. En ese lugar pueden verse las kelps, las algas características de estas costas y de las que deriva el mote “kelper”, una palabra que aquí es tomada como una ofensa.
Lewis Clifton, presidente del comité organizador para recordar el próximo 14 de junio lo que aquí llaman el “día de la liberación”, dirige una de las empresas proveedoras de las compañías a cargo de las exploraciones. Dice que prevé contratar más empleados en los próximos meses para atender las necesidades en tierra de las empresas petroleras. Pero asegura que el ritmo apacible de esta ciudad tampoco se modificará si se confirma la existencia de petróleo.
La Nación