Nada se pierde, todo se transforma

La energía participa en la producción de todos los productos, la energía está muy vinculada al desarrollo y a la industria, pero también al bienestar social: la calefacción, la conservación de alimentos y la iluminación.

Por: Daniel Larrosa.- La energía participa en la producción de todos los productos, la energía está muy vinculada al desarrollo y a la industria, pero también al bienestar social: la calefacción, la conservación de alimentos, la iluminación. La relación energía y producción siempre existió, el tema es que durante un tiempo lo hacía mediante energía animal o energía humana, sin olvidarnos de la importancia del fuego como parte inherente al desarrollo de ser humano como tal.
El desarrollo económico, particularmente en el capitalismo, se ha basado en una energía que proviene de elementos por fuera del ser humano. Se ha basado sucesivamente en la leña, en el carbón, después el petróleo. Cada salto de una fuente de energía a otra ha originado saltos económicos y de desarrollo, y ha sido también consecuencia de la crisis de la fuente energética predominante anteriormente, pero como todo en el capitalismo (¿sólo en el capitalismo?) lo nuevo no sustituye lo viejo sino que se articula con lo viejo.

El cuadro muestra como el carbón que nosotros asociamos ligeramente al pasado, a la revolución industrial, todavía sigue siendo uno de los pilares energéticos a nivel mundial, también se observan las disparidades mundiales en el consumo, expresión clara del consumismo despiadado.
Hay una relación entre el desarrollo productivo y la utilización creciente de fuentes de energía, aunque la misma está determinada históricamente por diversos factores. Si bien la relación de energía y desarrollo es muy importante, se puede observar en Europa –en la década del 70 con la crisis petrolera- que la relación se atenúa. Europa comienza a implementar políticas de eficiencia energética. Entonces, mantienen el nivel de desarrollo pero consumiendo menos energía. Esto no se hizo en Estados Unidos. Por ejemplo, si el Uruguay elaborara una política pública fuerte en la construcción de viviendas, que fomente la construcción con determinadas características, que impliquen un menor consumo de energía, en el largo plazo –estructuralmente- este  disminuiría.
Se observa para Uruguay la predominancia del consumo de petróleo, entorno al 50% de la energía proviene de esta fuente. Sin embargo, el concepto de fuentes y usos es clave para entender la problemática energética nacional y para diseñar la estrategia país.


Nosotros consumimos aproximadamente un 55% de energía proveniente del  petróleo, básicamente utilizada en el transporte. Es decir, el transporte individual y de carga –realizado en camiones- explica gran parte del problema energético del Uruguay, de ahí derivamos que el transporte marítimo, fluvial, ferroviario y el transporte eléctrico, son claves para el Uruguay de los próximos años.
Esto genera una dependencia externa enorme y además la necesidad de un volumen de divisas del entorno de 1200 millones de dólares en importaciones de crudo de petróleo equivalente al total de exportaciones de carne o a varios rubros importantes de exportación agropecuaria del país.


 
Entonces, ¿qué elementos tenemos para dar respuesta a esta problemática?
El Uruguay tiene fuentes de energía importantes. Lo que le da al país su capacidad de producción agropecuaria también le da gran parte de su potencialidad en generación de energías renovables. Básicamente las fuentes renovables provienen del sol y nosotros tenemos relativamente buena radiación en el año, además de las condicionantes de suelo y agua. Y eso sirve para producir alimentos y energía: energía eléctrica a través de leña y otras biomasas, tal como lo que se está haciendo en el norte con el alcohol.
Pero lo central de la estrategia país debe basarse en el hecho siguiente: el transporte eléctrico nos permite actuar a dos bandas, es decir, eliminamos el consumo de derivados de petróleo y podemos utilizar las energías primarias nacionales que están directamente vinculadas a la generación de energía eléctrica. Transformar todo nuestro consumo de petróleo en el transporte en consumo de energía eléctrica para el transporte incrementa solamente un 25% el consumo nacional de electricidad.
Bajo esta perspectiva se muestra a continuación una estimación de las potencialidades nacionales (en megavatios o MW) para la generación de electricidad que podrían absorber no solamente el consumo por transporte eléctrico sino todos los demás incrementos.

Se observa que claramente las potencialidades de corto plazo superan el consumo promedio nacional.
A continuación se muestran algunas de las enormes potencialidades a un mayor plazo

Las potencialidades dependen de la tecnología, y la tecnología fotovoltaica es incipiente por lo que esto evolucionará favorablemente.

         

Las perspectivas de incorporación de la fuente eólica son enormes. El Uruguay tendrá al 2015 alrededor de 1200 MW de eólica. Está demostrado que es la energía más barata en Uruguay. Pero además tenemos que incorporarla porque es una fuente propia, autóctona, nuestra.

Si nosotros ponemos 100 MW de eólica se generan 35 o 40 MW hora y estos 35 o 40 MW varían /- 10%.  Si nosotros comparamos estos datos con la variabilidad ocasionada por una sequía en la generación hidráulica, es mucho menor. La hidráulica puede variar entre un 20% y 100%. Tenemos un 80% de variabilidad en relación a cuanta agua hay en los ríos.  Sin embargo, la hidráulica tiene formidables aptitudes para almacenar energía, es decir, al poder embalsarla actúa como una pila. Esto no se puede realizar con la eólica. Por lo tanto, si bien la energía eólica tiene como defecto que no la podemos almacenar, tiene como virtud que es mucho menos variable. Asimismo, la eólica tampoco genera costo de combustible asociado. Lo que tiene es costo de inversión que son costos relativamente ciertos y un costo de mantenimiento que siempre es un costo muy menor relativamente a los costos de inversión. Estos costos no dependen -como el combustible fósil- de un mercado internacional. El costo de la inversión presenta muchas más certezas que las variaciones en el precio internacional del petróleo.
En breve la eólica será una realidad, pero siempre tenemos que pensar que la diversificación implica tener un poco de cada fuente; poner los huevos en diferentes canastas. Por eso lo que falta, a nuestro entender, es un plan de desarrollo de la generación de biomasa. Lo que pasa es que ahora estamos muy jugados a la hidráulica y la térmica en base a petróleo y posible gas natural. Eso nos pega cuando viene una sequía y tenemos que gastar en combustible o en importar energía de Argentina o Brasil, estos costos pueden representar de 1000 a 1400 millones de dólares en un año, y esto nos pasa cada 4 o 5 años. La alternativa térmica que tiene el país es la quema de leña. Hay actualmente 6 o 7 generadores privados relativamente pequeños de 10 MW (en Rivera, Tacuarembó, Treinta y Tres, Paysandú, Artigas). También tenemos un gran generador como UPM (ex Botnia), que tiene una capacidad de generación arriba de los 100 MW y vuelca entre 20 y 30 MW a la red de UTE.
Se han tomado alguna medidas, pero hay un problema de tibieza, de desconocimiento  o conocimiento con otros objetivos, de falta de convicción, de  miedo a perder una batalla o la silla, de no creer que en Uruguay se puede, y de no considerar que en las decisiones importa el tiempo; además de poderosos intereses en contra.  Con algunos compañeros discutimos si vale la pena quemar árboles. Actualmente mucha de la madera se está yendo sin ningún aporte de valor agregado. Mandamos madera, chips, troncos, etcétera, e importamos petróleo. La biomasa tiene capacidad de arrastre sobre el resto de la economía. Si nosotros hacemos un plan de desarrollo va a repercutir en mayores escalas de producción de la industria metalúrgica. Además, la biomasa tiene una ventaja adicional, dada en que la industria metalúrgica nacional hace años que produce calderas para generar energía. La madera quemándola podría servir mucho a este país, sin duda, mucho más que exportarla en rolos etc.. Sin tocar el área productiva para otros usos el Uruguay tiene ya entre 850.000 y 900.000 hectáreas forestadas. Sólo estamos hablando de pinos y eucaliptos, no del monte autóctono, pero tenemos 3.000.000 hectáreas de suelos forestales. Es decir, podríamos dedicar menos de 250.000 hectáreas a la producción de energía y generar producción de energía a partir de biomasa, produciendo entre 400 y 500 MW de potencia constante. Eso nos daría una alternativa térmica que no dependa del precio internacional del petróleo. En parte va depender de los precios del mercado del papel, pero va a ser propia del Uruguay. No estamos subvencionando nada. Nos conviene introducir estas alternativas, ya que no tienen la volatilidad del petróleo y el precio está en el entorno de las otras alternativas térmicas.
Además en la producción de biodiesel y alcohol se genera raciones de animales. Con la ley vigente, que obliga a ANCAP a tener biodiesel y alcohol, mezclados en el gas oil y la nafta respectivamente, lo que estamos haciendo es viabilizar una industria de raciones alimenticias y la agricultura por contrato. Es decir, para que se logre incorporar biodiesel al gas oil tiene que existir la certeza de que va a estar esta producción. Lo que podemos concluir es que el sector energético además de suministrar energía para que se muevan las industrias y para que los hogares reciban determinado confort, también puede servir para el desarrollo industrial y de otras cadenas de valor. Si nosotros logramos un buen desarrollo de las raciones alimenticias, capaz que logramos el desarrollo de la industria del pollo, de la chanchería y todo lo que tiene que ver con las raciones.
Ojo con los espejitos de colores, las soluciones únicas, rápidas y estándar, provista por los viejos conocidos. Cuántas  veces tropezaremos con la misma piedra, cuántos millones hundidos en caños de gas natural en gran parte inutilizados, cuánta plata y recursos humanos estudiando la energía nuclear y otras fuentes fósiles, cuántas horas de nuestros mejores compatriotas negociando cosas que nunca se concretaron, cuántas horas de estudios de nuestros estudiantes, técnicos y profesionales dedicadas a conocimientos que sólo podrán aplicar en el extranjero, cuántas horas de trabajo de nuestros obreros y capacidad social organizativa desplegada en infraestructura que profundizó la concentración y la centralización de la riqueza, cuántos anuncios cuánta tinta y titulares de prensa de lo que no pasó; y todo esto por falta de puntería estratégica. Los combustibles fósiles no generan valor para el país y no controlamos ni sus precios ni su disponibilidad. Del gas natural queda prácticamente nada. Del petróleo nos queda, por la herencia de nuestros bisabuelos, el valor agregado que le ponemos en la Refinería, pero la mayoría se va. Básicamente la producción de las energías fósiles genera grandes concentraciones industriales entorno a Montevideo. Las otras energías autóctonas son descentralizadas. El biodiesel se produce  donde hay producción agrícola, no necesariamente en Montevideo. La eólica tiene capacidad de producirse casi en cualquier lugar de nuestro territorio. Todas las biomasas en general conviene producirlas descentralizadamente porque los costos de transporte son considerables. Además de las repercusiones en la balanza de pagos en cuanto a que evitamos el traslado hacia el exterior de divisas, también volcamos descentralizadamente riqueza material, inmaterial y simbólica, lo que no hacemos acá en la Refinería de la Teja, en las centrales térmicas de UTE o en una regasificadora flotante o donde finalmente ancle.
La historia está abierta, siempre hay varias alternativas, y la de los pueblos del tercer mundo, además de ser nuestra alternativa, sabemos que es la que da más trabajo. El rumbo es un camino pero también es un tiempo en el cual realizarlo, y no vuelve. En el sector energético nosotros recibimos el legado de UTE y ANCAP, nuestro rumbo alternativo está trazado y también atrasado, pero es este rumbo claramente, sobre el que construirán los que sigan, al mismo tiempo que mirarán con orgullo nuestro legado.
Mate Amargo