La apuesta por el gas natural no convencional extraído mediante fractura hidráulica es una decisión energética, económica, ecológica y estratégicamente errónea. Cada vez hay más indicios de que alrededor de esta técnica extractiva, también llamada fracking, se ha levantado una burbuja especulativa, como un informe presentado por Ecologistas en Acción.
La fractura hidráulica ha estado sistemáticamente basada en estimaciones de reservas muy superiores a las que se pudieron extraer finalmente. En el caso de Estados Unidos, el único lugar del mundo donde se ha desarrollado la técnica extractiva de forma masiva, hasta en 100-400%.
A esto hay que añadirle el hecho de que el fracking tiene una rentabilidad energética preocupantemente baja (TRE: 2-3:1) que hace inviable energéticamente un futuro basado en este tipo de combustible.
Asimismo, y según los últimos datos de extracción de gas de esquisto de EE UU, en se aprecia una tendencia descendente en la curva de extracción desde hace meses, el gas solamente dura unos pocos años. Así se explica en el informe “La ruina de la fractura hidráulica”, que Ecologistas en Acción presenta a dos días de la manifestación estatal contra el fracking que tendrá lugar en Burgos.
De acuerdo a los datos, el 80% de los pozos estadounidenses no son rentables económicamente, existen importantes empresas de operación con deudas sustanciales. Cada vez hay más indicios de que alrededor de la fractura hidráulica se ha levantado una burbuja especulativa que no se sostiene sobre una base física real, donde los únicos beneficios económicos son los conseguidos por los grandes actores inversores financieros.
Para Ecologistas en Acción carece de sentido ambiental, energético, económico y estratégico hipotecar el futuro de las regiones afectadas por los proyectos de fractura hidráulica ya que ni siquiera la promesa de una hipotética fuente energética rentable se cumplirá. La verdadera soberanía energética proviene de la adecuación a las condiciones físicas de los territorios, el aprovechamiento mediante tecnologías renovables, y la toma de decisiones y la gestión realmente democráticas de las cuestiones relacionadas con la energía.
Revisar el informe en el siguiente enlace