Cristóbal López busca poner distancia de las denuncias que enredan a otro empresario kirchnerista y patagónico como él, Lázaro Báez. Fabián De Sousa, socio de López, reconoció ayer que la compra de los activos de Petrobras en el país aún no está cerrada. Pero que tienen fondos para hacerlo: tomarán deuda por U$S 900 millones. Y añadió que “decir que somos testaferros de Cristina es una cuestión meramente política”.
De Sousa dijo que están reorganizando al grupo a través de un holding norteamericano, Centenary Internacional Corp (CIC), que pasará a ser el dueño de todas las compañías que controlan. López tiene el 65% de CIC; De Sousa, el 30%. El 50% de los ingresos provienen del entretenimiento (casinos) y 35%, de la energía.
CIC controlará Oil Combustibles, Oil M&S, Indalo Petróleo y Clear SRL. Entre todas facturan US$ 1.383 millones. En “18 a 24 meses” CIC vendería 30% de su capital en la bolsa, en EEUU.
“Y además sumaremos un activo de 1.000 a 1.200 millones de dólares -dice De Sousa- para llegar a una facturación de U$S 3.370 millones al año”. Ese “activo” puede ser la parte argentina de Petrobras, aunque reconoce que esa operación “no está cerrada”, y que recién en “60 o 90 días” habrá una definición. Por si no logran comprar la refinería y estaciones de servicio de la brasileña, estudian otras adquisiciones en México, Colombia y Argentina, sobre las que no da más precisiones.
El pago de esa compra (Petrobras u otra) será con créditos que negocian con bancos que no identifica. Cada empresa del grupo hará de respaldo a la norteamericana CIC para que ésta pueda endeudarse en U$S 768 millones en el exterior y U$S 110 millones en el país. De Sousa expuso sobre la facturación actual y futura de las empresas, para mostrar que “tenemos la capacidad” para esa operación. Es que, dijo, según algunas versiones “pareciera que para comprar cosas tuviésemos que robarle al que pasa por la esquina lo que tiene en el bolsito”.
Intentó despegarse del blanqueo que lanzó el Gobierno, que -según él- muchos creen hecho a la medida de López: “No somos blanqueadores de plata”. Argumentó que todos sus negocios y los 18.000 empleados del grupo están en blanco.
Descartó que ser tildados de “amigos de Cristina” por la prensa brasileña complique la compra a Petrobras. Cree que las críticas al grupo vienen “del establishment”. Y concluye: “Dicen que somos testaferros de Cristina o de Kirchner y eso es una cuestión meramente política, juego en el que nosotros no entramos”.