Algunos comentaristas lo compararon con las purgas de Stalin. Era el año 2006 y el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, declaró que aquellos empleados de PDVSA, la empresa estatal de energía, que no estuvieran dispuestos a apoyarlo, podían irse. También dio a entender que algunos podrían terminar en la cárcel.
“Los trabajadores de PDVSA forman parte de esta revolución, y los que no lo son deben irse a otro lugar. Váyanse a Miami,” dijo Chávez, refiriéndose a los eventos de unos años atrás cuando, después de un fallido golpe de estado, sus opositores encabezaron una huelga de dos meses que afectó duramente la industria de la energía y por ende la economía venezolana.
Después de la huelga, el presidente “limpió” PDVSA, despidió a 20 mil empleados, entre ellos algunos de sus mejores ingenieros petroleros, geólogos y administradores. Algunos, efectivamente, emigraron a los EEUU, pero la mayoría fueron acogidos por Colombia, donde han sido factor clave para ayudar a las compañías petroleras a aumentar su deficiente producción de crudo y convertir al país en una potencia energética regional.
“La pérdida de Venezuela fue, desde todo punto de vista, una ganancia para Colombia,” dice Carlos Alberto López, experto energético colombiano educado en Harvard. Después de la caída de la producción y la exploración en los años 1990, durante la última década Colombia aprovechó el boom de las materias primas y lanzó ofensivas contra la insurgencia marxista. Esto estimuló el interés de los inversores en las zonas ricas en energía de Colombia que estuvieron fuera del alcance durante años debido a la violencia causada por las narcoguerrillas y los paramilitares.
El ejército de experimentados trabajadores petroleros y administradores venezolanos con alto conocimientos tecnológicos representó un enorme potencial de conocimientos que las compañías petroleras que entraban en Colombia podían aprovechar. “Sin ellos, la extraordinaria bonanza petrolera de Colombia hubiera podido enfrentar retrasos significativos,” dice López.
Pacific Rubiales Energy, el grupo canadiense-colombiano, fue una de las primeras empresas privadas en aprovechar una situación más segura y es un emblema de la bonanza petrolera de Colombia. El grupo se convirtió en el mayor productor independiente de petróleo del país mediante la explotación del campo Rubiales, el cual yacía descuidado durante mucho tiempo después de que una filial de Exxon descubriese petróleo allí en los primeros años de la década de 1980. “Colombia era una gran oportunidad, con reservas subdesarrolladas y varios millones de barriles por descubrirse,” dice Ronald Pantin, caraqueño y ex presidente ejecutivo y alto empresario de PDVSA.
Gracias a la tecnología de producción venezolana, Pacific Rubiales pasó de extraer 14,000 barriles diarios en el 2008 a una previsión de más de 250,000 barriles por día este año. El crecimiento de Pacific Rubiales – la primera compañía internacional en cotizar en Bogotá – ha reforzado la ola de productores petroleros cotizados en Toronto que operan en Colombia. Entre ellos se encuentran Canacol, Petrominerales y Ecopetrol.
“Pacific Rubiales y su equipo de gestión cambiaron la dinámica del sector petrolero en Colombia,” explica Rupert Stebbings, vicepresidente de ventas de acciones de Bancolombia. “Son ágiles, saben exactamente lo que están haciendo cuando se trata de petróleo pesado y saben cómo implementar sus planes y tomar en serio sus responsabilidades en todos los aspectos, y no sólo sacar el petróleo de la tierra a como dé lugar.”
A pesar de ello, algunos consideran que el estilo operativo de Pacific Rubiales es arrogante, sobre todo después de unas controvertidas campañas publicitarias. Incluso las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han tildado a la compañía de “vampiro transnacional”.
“Este nuevo estilo le conviene a la mayoría, pero a otros definitivamente no”, añade Stebbings. Para un puñado de observadores, esto podría significar que Pacific Rubiales le ha, hasta cierto punto, robado la atención a Ecopetrol, que produce alrededor del 60 por ciento del petróleo del país. Para muchos, esto se reflejó en un reciente caso judicial que enfrentó a ambas empresas en una disputa relacionada con los ingresos de un campo petrolero que explotaban conjuntamente.
Sin embargo, ambas han sido agresivas en materia de exploración y adquisición. Mientras Pacific Rubiales apunta a un millón de barriles diarios dentro de una década, Ecopetrol visualiza 1.3 millones de barriles al día en el 2020, gracias a un programa de inversión existente de $80 mil millones, y que ayudó a colocar a Colombia como el cuarto mayor productor de petróleo de la región.
A pesar de no haber logrado un solo gran descubrimiento, Colombia casi ha duplicado la producción en los últimos seis años al equivalente de más de 1 millón de barriles de petróleo por día, y tiene reservas probadas de 2.4 mil millones de barriles.
El país está creciendo rápidamente en parte gracias a la liberalización de la industria, de mano de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la cual también permitió la privatización parcial de la empresa estatal. Según Javier Gutiérrez, presidente ejecutivo de Ecopetrol, la empresa está siguiendo un modelo que “parece estar funcionando,” ya que ha aumentado su producción en un 16 por ciento al año desde el 2008 y es ahora uno de los grupos de energía de mejor desempeño en América Latina.
El estado colombiano aún mantiene una participación del 88.5 por ciento en Ecopetrol, y el resto se cotiza en bolsa, pero la compañía tiene un margen de maniobra para una emisión adicional del 8.5 por ciento. Con una reforma en el tintero para abrir el sector petrolero y del gas mexicano a la inversión privada, algunos creen que Pemex, el monopolio estatal de petróleo, e incluso Petroamazonas de Ecuador, podrían seguir los pasos de su homólogo colombiano.
“Ecopetrol en Colombia es igual que cualquier otra empresa que compite por obtener una tajada del mercado,” dice Gutiérrez. “Nosotros no tenemos que preguntarle al gobierno colombiano lo que podemos o no podemos hacer. No sólo ha crecido Ecopetrol, sino que el sector de la energía en general ha crecido. La transformación de Colombia trasciende la de cualquier empresa.”