En representación de 23 redes, movimientos y organizaciones de América Latina y el Caribe y acompañados por 11 organizaciones nacionales, hemos llegado a Bogotá mujeres y hombres integrantes de organizaciones continentales y regionales de campesinos y campesinas, de la pesca artesanal, la agricultura familiar, trabajadores y trabajadoras rurales, jóvenes, pueblos originarios, afrodescendientes, movimientos agroecológicas, de derechos humanos y ecologistas, para sellar nuestro compromiso de culminación de la creación de la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y el Caribe.
Nuestra Alianza emerge de un proceso histórico. Tenemos una historia de encuentro de más de 16 años. Tenemos una historia que abonamos con esfuerzo y con luchas que data de mediados de los 90. Donde en medio de una crisis que nos condenaba al hambre y a la desnutrición, los gobiernos y la FAO nos daban como respuesta la seguridad alimentaria, propuesta que no daba cuenta ni de nuestras demandas ni dimensionaba la crisis por la que el planeta atravesaba. Desde el nacimiento del concepto de Soberanía Alimentaria que se discute y define por primera vez en la II Conferencia Internacional de la Vía Campesina, realizada en Tlaxcala, México, en abril de 1996, hemos recorrido un largo camino enriqueciendo este concepto para convertirlo en un legado.
Cuando hace un año decidimos realizar esta Asamblea en Colombia lo hicimos con la decisión de apoyar a las organizaciones sociales colombianas y al pueblo de Colombia que desde la resistencia y la articulación buscan una salida justa y definitiva al conflicto armado, a los desplazamientos de millones de campesinos, indígenas y afrodescendientes y a la devastación ambiental y territorial. Lo hicimos con plena consciencia de la importancia que tenía reunirnos en un país atravesado por conflictos y disputas por los territorios desde hace décadas que resultan emblemáticos del modelo de apropiación de territorios, destrucción de la naturaleza y expulsión de nuestros pueblos que con diferentes matices e intensidades son llevados adelante por los poderes corporativos en todo el continente. Esto cobra hoy mucha mas relevancia ante la posibilidad cierta de la finalización del conflicto armado con la concreción de la puesta en marcha de las negociaciones de paz.
Estamos seguros que los próximos meses pondrán a Colombia en el centro de la escena latinoamericana en la cuestión de tierras y la agricultura frente a los escándalos por el acaparamiento de tierras por parte de corporaciones como Cargill que demuestran la continuidad del modelo de despojo y apropiación apoyado por el gobierno nacional.
Desde el 2002 a la fecha participamos de tres Conferencias Especiales donde logramos llevar la voz de la sociedad civil y la posición política a los gobiernos y la FAO, participamos de la Conferencia de Reforma Agraria y Desarrollo Rural, de las Directrices Voluntarias por la Tierra y el Territorio, de la Conferencia Interparlamentaria sobre derechos a la seguridad alimentaria, de los Mecanismos de la Sociedad Civil del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. En cada una de estas Conferencias llevamos a cabo
Foros Paralelos de articulación y debate donde elaboramos nuestras propias propuestas, iniciativas y fortalecimos nuestros mecanismos de articulación logrando en el año 2012 que la FAO se comprometa a discutir la soberanía alimentaria, entre otros logros.
Todo este transitar nos sirvió como organizaciones y movimientos que promovemos y defendemos la soberanía alimentaria para fortalecer nuestras alianzas, construir confianza y propuestas. Como resultado de este proceso, sentimos central profundizar la acumulación de fuerzas populares para nuestra soberanía alimentaria. Para ello entendimos necesario transformar la forma de organizar la articulación y en marzo de 2012 fundamos, en Buenos Aires, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de América Latina y el Caribe.
La Alianza que hoy consolidamos en esta primer Asamblea constituye una confluencia de redes regionales y subregionales que se propone ser una fuerza de unidad de los pueblos que luchan por la Soberanía Alimentaria como elemento sustancial en la construcción de un nuevo modelo de sociedad basada en el Buen Vivir y la Soberanía Popular. Nuestra Alianza está llamada también a contribuir a la resistencia al modelo de desarrollo imperante que privatiza los sistemas alimentarios, la cultura, saberes y conocimientos a favor de las grandes corporaciones. Desde estas posiciones nos definimos autónomos, miembros del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria CIP y con voluntad de diálogo para con los gobiernos y los organismos internacionales.
Nuestra compromiso es llevar adelante la lucha por la Soberanía Alimentaria asumiéndola como principio, visión, legado, derecho y deber construido por los Pueblos Indígenas, campesinos, agricultores familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma aglutinadora de nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en su conjunto.
Asumimos la defensa de nuestros Territorios que incluyen las tierras, los océanos, las aguas y los bosques, para fortalecer la lucha contra el acaparamiento y la explotación a gran escala; el extractivismo y privatización de bienes; la agricultura industrial a gran escala, fomentada desde la lógica del sistema capitalista es el modelo predominante en nuestros países que mercantiliza la vida y precariza las relaciones laborales, debilitando las condiciones de vida de los asalariados. No nos resignamos a ver nuestros territorios, nuestros mares y nuestros ríos contaminados y degradados por la aplicación de agrotóxicos, medicamentos y miles de productos químicos producidos por este modelo de muerte y seguiremos luchando contra su imposición y para mantener libres de ellos a los mismos.
Esta lucha por el Territorio conlleva el derecho a la autodeterminación y el derecho al Consentimiento libre, previo e informado de los pueblos. Y va ligada indisolublemente a la lucha por una Reforma Agraria Integral que impulse la restitución y reconstrucción territorial, rural, urbana y acuática, y la tenencia de la tierra de los pueblos indígenas, originarios.
En este caminar nos hemos encontrado en la defensa de nuestra Biodiversidad a partir de las prácticas agrícolas tradicionales de nuestros pueblos con base agroecológica que son una respuesta concreta a los graves problemas globales que sufre nuestro planeta. Nuestros sistemas productivos tienen la capacidad de enfriar el planeta, de producir alimentos respetando y alimentando la biodiversidad y nuestros bosques y de cuidar y alimentar nuestros suelos que están siendo desertificados gravemente como
consecuencia de la imposición de la agricultura industrial.
La lucha por la Biodiversidad incluye la protección de las semillas y el conocimiento tradicional, libre de patentes y de propiedad intelectual. Nos manifestamos contra las tecnologías tales como los transgénicos, la geoingeniería, etc., que amenazan, socavan, destruyen los ecosistemas terrestres y acuáticos y se apropian o contaminan los saberes ancestrales. Así mismo, estamos definitivamente comprometidos en recuperar y defender la diversidad silvestre y cultivada, especialmente de las semillas y animales como patrimonio de los pueblos.
Ello implica también contribuir a la resistencia al modelo de desarrollo imperante que artificializa, privatiza y mercantiliza los sistemas alimentarios. Rechazamos el sistema capitalista, patriarcal, y cualquier tipo de discriminación, reafirmando nuestro compromiso en lograr una equidad total entre hombres y mujeres. Este sistema es el que hoy produce como resultado la violencia, la militarización y la criminalización de nuestras luchas y resistencias.
Elegimos la vía de la Agroecología como modo de vida que recupera todo lo que hemos perdido, una conexión con los saberes ancestrales. Es una fuerza que enfrenta al modelo capitalista; rescata los mercados locales como parte fundamental de preservar los valores, saberes de las comunidades; pone en discusión los precios, fomenta el intercambio y el trueque como modelo económico de una economía social y solidaria basada en la sustentabilidad, redistribución y la reciprocidad. Es una propuesta alternativa al cambio climático que afecta principalmente a los productores de alimentos locales.
La alimentación no es una mercancía sino un derecho humano reconocido por los Estados a partir de diversos instrumentos jurídicos internacionales. Reconocer este derecho plantea la obligación de los Estados de respetar, proteger y garantizar el Derecho a la Alimentación de los pueblos y en especial de los productores de alimentos, que se garantice el derecho al trabajo y empleo dignos, al salario justo basado en los principios de justicia social y dignidad humana.
El camino que hemos emprendido, tal como lo hemos compartido, es fruto de casi dos décadas de construcciones colectivas en diferentes ámbitos que hoy nos permiten asumir este nuevo desafío que dejando de lado diferencias puntuales nos hace unirnos en la diversidad para fortalecer y lograr un potente accionar colectivo transformador.
Un componente estratégico en estas luchas por Soberanía Alimentaria desde los territorios es la comunicación, entendida en su rol transformador, unificador, creador de sentidos y valores que representan nuestros objetivos políticos y no como mercancía como la entiende el mercado informativo.En ese sentido, la Alianza reivindica el papel de la comunicación desde los movimientos sociales y comunitarios, que visibilice los procesos de resistencia y la construcción de propuestas, con carácter colaborativo, solidario y complementario.
Asumimos plenamente el compromiso de seguir a partir de hoy fortaleciendo esta Alianza y alimentarla con la integración de nuevas articulaciones para desde el internacionalismo, la solidaridad, la defensa del bien común, el respeto por la autonomía y la autodeterminación de los pueblos lograr las transformaciones que la crisis presente y el compromiso con las futuras generaciones nos demandan.
Expresamos nuestra solidaridad y compromiso con todos los movimientos sociales de
Colombia con el convencimiento de que una paz duradera solamente será posible cuando se escuche la voz de las organizaciones, su demanda por una Reforma Agraria Integral basada en el respeto por los derechos colectivos territoriales y libres de explotación de proyectos de agronegocio o extractivistas donde la restitución de las tierras a las comunidades desplazadas se haga efectiva sin artilugios que legitimen la usurpación.
Celebramos con entusiasmo el renacer de la unidad de los movimientos sociales en América Latina en lucha por la Soberanía Alimentaria y en lucha por la vida durante la última década y los logros que hemos tenido en el camino de reinvidicar la dignidad, la justicia y el buen vivir de nuestros pueblos. El paso que estamos dando es trascendental en la lucha por lograr las transformaciones profundas que nuestro Continente requiere frente al agotamiento de un modelo de desarrollo que sobre la base del extractivismo en sus diferentes formas marca la continuidad de siglos de despojo y exterminio.
¡Construyendo la Unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños para la Soberanía Popular y Alimentaria!