Tener un empleo, que ese empleo sea saludable y que no genere riesgos ambientales, no deberían ser derechos incompatibles. Fábricas, trabajadores, enfermedades, sindicatos, vecinos y el complejo mapa del ambiente y el trabajo.
Por Florencia Yanniello*.
Si bien aparentan ser dos sectores irreconciliables porque en numerosos conflictos se encuentran enfrentados, ambientalistas y trabajadores luchan cotidianamente por derechos colectivos que en la mayoría de los casos tienen una misma matriz en la cual los afectados son los más vulnerables.
La clase trabajadora históricamente estuvo expuesta a las llamadas “enfermedades profesionales”, muchas de ellas vinculadas al ambiente laboral y la exposición a sustancias contaminantes para el ambiente y la salud.
Según la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), en el año 2010, en Argentina hubo 30.766 casos de accidentes y enfermedades laborales. Además, hubo un incremento de cánceres, enfermedades de piel y respiratorias. Sin embargo, la precarización laboral y el trabajo en negro, hacen que las cifras no sean del todo reales: la SRT tiene registrados alrededor de 8 millones de trabajadores, de un total de 16 millones.
La Superintendencia debe promover la prevención para conseguir ambientes laborales sanos y seguros, imponer las sanciones previstas en la Ley N° 26.773 -reforma de ley 24.557 de Riesgos del Trabajo-, supervisar y fiscalizar a las empresas autoaseguradas y el cumplimiento de las normas de Higiene y Seguridad en el Trabajo en ellas.
Con respecto a esto, Rubén Gilardi, del Observatorio Laboral y Ambiental, señala: “El medio ambiente no tiene fronteras, no hay un medio ambiente de la fabrica y otro externo; es todo uno. Los primeros afectados son los empleados de la fabrica que manipulan sustancias peligrosas y después los vecinos aledaños. No se puede hablar de una cosa sin hablar de la otra”.
El Observatorio funciona hace tres años y surgió por la iniciativa de varios sindicatos, con el propósito de instalar el tema ambiental en el mundo laboral; para esto, organizan charlas, conferencias y cursos de capacitación, ya sea para sindicalistas y no sindicalistas, en un intento por reconciliar los grupos ambientales con el ámbito gremial.
“En general hay confrontaciones permanentes, los vecinos reclaman por la contaminación y los trabajadores a veces piensan que les están tratando de sacar la fuente de trabajo si cierran la fábrica y hay conflictos importantes, creo que hay que empezar a buscar puentes en todo esto”, señala Gilardi.
Desde el Observatorio manifiestan que es importante empezar a instalar que muchos de los males de materia en salud, “están provocados por la desnaturalización del medio ambiente, motivada por el sistema productivo”. En este línea, Gilardi señala que “está prácticamente naturalizado que los trabajadores pueden contraer enfermedades en sus empleos”. Incluso, en numerosas industrias de alto impacto ambiental existe el “plus por riesgo”, es decir, cuando a un trabajador le pagan más dinero por realizar alguna actividad peligrosa.
“Hablar de salud ambiental es dar un paso más allá de lo que se considera salud laboral. Hay miles de productos químicos que los trabajadores manipulan permanentemente de los cuales se desconocen sus efectos sobre la salud, hay también enfermedades que no se conocen, ni siquiera imaginadas ni tratadas. Hay que instalar el tema porque afecta al ambiente, a los trabajadores, a los vecinos, y fundamentalmente a los sectores más vulnerables”, agrega.
El integrante del Observatorio, subraya la necesidad de que los trabajadores acompañen este cambio: “Ellos son los más afectados, pero están sometidos permanentemente a la extorsión patronal. El dueño de la fábrica dice que si hace cambios tiene que echar gente y eventualmente hasta cerrar la industria”.
En este sentido, expresa que “es fundamental buscar una salida, porque no es una opción contaminación con trabajo o no trabajo, hay que buscar formas de acercamiento, de discusión, ver que hay posibilidades diferentes y el Estado tiene que actuar como salvaguarda, para que ante la posibilidad del cierre de la fábrica, se garantice la fuente de trabajo”.
La transición justa
La problemática del cambio climático agrava aún más la situación: las grandes industrias están expuestas cada vez con mayor frecuencia a eventos extremos como tormentas, sequías, inundaciones, vientos huracanados, entre otros. En relación a esto, algunos sindicatos empezaron a instalar un concepto utilizado en las conferencias ambientales climáticas internacionales: la transición justa; es decir, que ante el planteo de una modificación de un modelo de desarrollo o un cambio de una tecnología a otra en beneficio del ambiente, se contemple la participación de los trabajadores. Consideran prioritario que esa transición no signifique despidos ni alteraciones importantes del ambiente laboral.
“En el tema industrial fabril, hay situaciones que surgen como ‘efecto dominó’, a posteriori de un desastre ambiental, como fue el caso de Fukushima, en Japón, o lo que pasó en el Polo Industrial de Ensenada, después del diluvio que hubo en La Plata”, señala Gilardi. Es por eso que en el marco del cambio climático, resulta esperable que haya un incremento de este tipo de desastres naturales. “Las grandes industrias, ubicadas en el ejido urbano son una bomba de tiempo, altamente vulnerables ante estos desastres”, concluye.
*Integrante del Colectivo de Periodismo Ambiental Tinta Verde