Emilio Lozoya, director general de la petrolera estatal Petróleos Mexicanos, recibió con beneplácito la decisión del Congreso de su país de poner fin al monopolio que por 75 años tuvo la compañía sobre el crudo y el gas, llamándola una medida histórica que debió haber ocurrido hace décadas.
“Es un cambio de paradigma, un salto a la modernidad que debería haber ocurrido hace décadas”, dijo en su primera entrevista después que el Congreso mexicano aprobara la apertura del sector energético del país a las empresas privadas por primera vez desde 1938.
“Normalmente, los monopolios no quieren competencia. Nosotros creemos que la competencia es lo mejor que le puede pasar a Pemex”, dijo el ex banquero de inversión de 39 años.
El proyecto de ley, que se espera que sea ratificado por las legislaturas estatales y firmado por el presidente a principios del próximo año, busca detener la caída en la producción petrolera de México al permitir que compañías privadas exploren y produzcan crudo. Sus defensores aseguran que atraerá miles de millones en inversión extranjera y le dará un impulso a la economía del país.
Para Pemex, el quinto productor de petróleo del mundo con ventas de cerca de US$130.000 millones en 2012, significa la oportunidad de asociarse con firmas privadas en proyectos que van desde la exploración en aguas profundas hasta la construcción de oleoductos e incluso la fabricación de fertilizante. Sin embargo, también implica que por primera vez desde su creación hace más de siete décadas, tendrá que competir.
Lozoya, que tenía 38 años cuando asumió el cargo el año pasado, es el director general más joven en la historia de Pemex. El ejecutivo ofreció la visión de una compañía estatal que se adapta al reto de la competencia con expansión en vez de contracción, incrementando sus inversiones, contratando empleados más capacitados y pagándoles mejor, y siendo menos corrupta y más transparente.
“Es muy emocionante. Pero el desafío ahora está en la ejecución. Conseguimos lo prometido en el aspecto legislativo, ahora tenemos que ejecutar”, dijo Lozoya, quien tiene una maestría en desarrollo económico de la Universidad de Harvard y gestionó fondos de inversión en Nueva York antes de su nombramiento. El ejecutivo es hijo de Emilio Lozoya Thalmann, quien fue secretario de Energía durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari.
Pemex ya ha identificado los yacimientos en los que desea operar por su cuenta y otros en los que quiere contar con socios. Bajo las normas de la reforma mexicana, la compañía puede mantener cualquier campo que posea y conserva el derecho a escoger primero entre los descubrimientos futuros.
Aunque el petróleo en aguas profundas es la prioridad a largo plazo, a corto plazo Pemex podría buscar un socio para perforar crudo pesado en aguas poco profundas y en campos viejos en los que la producción ha caído o que la compañía había abandonado.
Bajo la nueva ley, Pemex tendrá dos años para transformarse de una empresa centrada en maximizar los ingresos tributarios para el gobierno a una compañía administrada de manera comercial.
Un nuevo código impositivo aprobado hace poco por el Congreso debería ayudar a elevar los ingresos tributarios procedentes de otros sectores, lo que reduciría la dependencia fiscal de Pemex. La reforma energética le dará a la compañía autonomía sobre su presupuesto y reducirá considerablemente su carga impositiva.
Lozoya señaló que los cambios podrían permitir que Pemex eleve su presupuesto de inversión de cerca de US$25.000 millones a entre US$30.000 millones y US$35.000 millones al año, lo que le posibilitaría dedicar esfuerzos a una serie de iniciativas que tendrían sentido para la empresa y para México.
El mejor ejemplo podría ser el gas natural. México importa gas de Estados Unidos pese a tener reservas importantes. Sin embargo, Pemex ha dejado a un lado la explotación de gas o incluso la construcción de gasoductos debido a su presupuesto limitado. Eso ha generado una escasez de gas natural en buena parte del país, lo que ha elevado los costos para los fabricantes.
El efecto se sentiría, por ejemplo, en los fertilizantes y petroquímicos. México importa la mayor parte de ambos productos debido a que no hay suficiente gas natural. Si hubiera un mayor suministro, la industria mexicana podría reducir las importaciones, dijo Lozoya. Pemex está cerca de crear su propia unidad de fertilizantes, agregó.
“Esto es obvio”, afirmó, agregando que 60% de los campos agrícolas mexicanos no están fertilizados. “Esto tendrá un gran impacto en partes del país con altas tasas de pobreza”.
Otro ejemplo es la construcción de oleoductos para transportar crudo y combustibles refinados a lo largo y ancho de México en vez de llevarlos en camiones cisterna, lo cual es la norma en buena parte del país, pese a que multiplica los costos de transporte por 15, dijo. “¿Por qué no hicimos este tipo de proyectos antes? Nuestra capacidad de inversión era tan limitada que nos concentramos sólo en los retornos más altos, los cuales venían de la exploración y la producción”, aseveró.
Hay tantos proyectos que Pemex archivó en las últimas décadas que el principal reto, dijo, es “la ejecución”.
Por David Luhnow y Laurence Iliff | The Wall Street Journal Americas
Fuente: La Nación