Experto: desde 2004 se han horadado 7 mil pozos en la Cuenca de Burgos en busca de gas shale
Durante los 10 años recientes, el sismólogo Juan Carlos Montalvo Arrieta había llevado una vida apacible, serena y sin sobresaltos, centrada particularmente en la investigación y en el recuento de movimientos telúricos insignificantes y naturales.
Jamás imaginó que el estado que eligió para vivir, después de graduarse en Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se convertiría en una zona sísmica activa.
Pero desde octubre, en esta región citrícola, donde el perfume de azahar que emanan los miles de naranjos en flor, anuncia la primavera; la quietud se convirtió en desasosiego y nerviosismo, en estremecimiento. Y de los 13 sismos imperceptibles registrados en 25 años, se pasó a más de 110 en cinco meses, nueve de ellos muy significativos, particularmente el reciente del pasado martes, que alcanzó una intensidad de 4.2 grados en la escala de Richter.
Antecedente de 173 años
Desde el Observatorio Sismológico de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), ubicado en la carretera a Cerro Prieto, en la Ex Hacienda Guadalupe, a unos 150 kilómetros de Monterrey, Montalvo Arrieta camina por la habitación donde tiene los dos censores que miden la velocidad del movimiento del sol y la aceleración del movimiento del suelo, advierte que con base en estudios de un sismo ocurrido en 1841, podemos prever:
“Ese sismo nos estaría diciendo cuál es la magnitud del terremoto que viene. Podemos esperar uno de 5 a 6.5 grados y lo estamos monitoreando por una simple y sencilla razón: no estamos preparados para un terremoto de esa magnitud.”
El apercibimiento del sismólogo no ha sido escuchado por las autoridades de Nuevo León ni por las federales. De hecho, el pasado viernes, lo dijo durante la primera reunión del Comité de Contingencias Geológicas para Sismos, celebrada en Montemorelos, con el coordinador general de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Luis Felipe Puente Espinosa, y el director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres, Carlos Valdés González. Ambos minimizaron, frente a una veintena de asistentes y siete alcaldes de la región citrícola y sus directores de Protección Civil, los recientes terremotos y sus consecuencias. Incluso el segundo, dijo que de suceder ese sismo sería benéfico para sus habitantes.
A la reunión no fueron convocados representantes de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a pesar de las recientes revelaciones sobre la perforación de pozos que Pemex está realizando para extraer gas shale, utilizando el método de fractura hidráulica o fracking, con la inyección de 15 mil litros de agua, arena y 85 elementos químicos contaminantes para romper o fracturar piedras o lutitas a 4 mil 500 metros de profundidad, lo cual, estaría provocando las decenas de sismos ocurridos los meses recientes.
Temblores naturales
Durante dos horas de reunión nadie pronunció la palabra fracking ni se refirió a la perforación de pozos. Los funcionarios estatales y federales insistían en decir que los sismos son naturales, porque la
Exploración no es extracción
Silencio en la sala, Puente Espinosa, movía la cabeza en señal de desaprobación; señaló que es normal que las casas de adobe se cuarteen y descartó que el fracking sea la razón de los sismos:
Durante los 10 años recientes, el sismólogo Juan Carlos Montalvo Arrieta había llevado una vida apacible, serena y sin sobresaltos, centrada particularmente en la investigación y en el recuento de movimientos telúricos insignificantes y naturales.
Jamás imaginó que el estado que eligió para vivir, después de graduarse en Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se convertiría en una zona sísmica activa.
Pero desde octubre, en esta región citrícola, donde el perfume de azahar que emanan los miles de naranjos en flor, anuncia la primavera; la quietud se convirtió en desasosiego y nerviosismo, en estremecimiento. Y de los 13 sismos imperceptibles registrados en 25 años, se pasó a más de 110 en cinco meses, nueve de ellos muy significativos, particularmente el reciente del pasado martes, que alcanzó una intensidad de 4.2 grados en la escala de Richter.
Antecedente de 173 años
Desde el Observatorio Sismológico de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), ubicado en la carretera a Cerro Prieto, en la Ex Hacienda Guadalupe, a unos 150 kilómetros de Monterrey, Montalvo Arrieta camina por la habitación donde tiene los dos censores que miden la velocidad del movimiento del sol y la aceleración del movimiento del suelo, advierte que con base en estudios de un sismo ocurrido en 1841, podemos prever:
“Ese sismo nos estaría diciendo cuál es la magnitud del terremoto que viene. Podemos esperar uno de 5 a 6.5 grados y lo estamos monitoreando por una simple y sencilla razón: no estamos preparados para un terremoto de esa magnitud.”
El apercibimiento del sismólogo no ha sido escuchado por las autoridades de Nuevo León ni por las federales. De hecho, el pasado viernes, lo dijo durante la primera reunión del Comité de Contingencias Geológicas para Sismos, celebrada en Montemorelos, con el coordinador general de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Luis Felipe Puente Espinosa, y el director general del Centro Nacional de Prevención de Desastres, Carlos Valdés González. Ambos minimizaron, frente a una veintena de asistentes y siete alcaldes de la región citrícola y sus directores de Protección Civil, los recientes terremotos y sus consecuencias. Incluso el segundo, dijo que de suceder ese sismo sería benéfico para sus habitantes.
Un sismo grande no se puede dar en Nuevo León; además, estos movimientos telúricos ayudarían, porque dan una movida a los árboles de naranjas, caen solas y les resultaría mejor, comentó Valdés González en plan chistoso, aunque sin conseguir ninguna sonrisa.
A la reunión no fueron convocados representantes de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua), a pesar de las recientes revelaciones sobre la perforación de pozos que Pemex está realizando para extraer gas shale, utilizando el método de fractura hidráulica o fracking, con la inyección de 15 mil litros de agua, arena y 85 elementos químicos contaminantes para romper o fracturar piedras o lutitas a 4 mil 500 metros de profundidad, lo cual, estaría provocando las decenas de sismos ocurridos los meses recientes.
Temblores naturales
Durante dos horas de reunión nadie pronunció la palabra fracking ni se refirió a la perforación de pozos. Los funcionarios estatales y federales insistían en decir que los sismos son naturales, porque la
tierra está viva, hasta que le tocó hablar a Sergio Gómez Castillo, alcalde de Los Ramones, una de las zonas más afectadas con cientos de casas cuarteadas, algunas completamente destruidas.
Con los sismos empezamos a temblar; tanto que ya saqué el escritorio para la plaza. Está Pemex haciendo perforaciones, coincide con un pozo muy cerca donde empezaron los temblores. Es Pemex. Pedimos al gobierno que nos apoyara con un estudio para deslindar responsabilidades, pero nada. Esta reunión para prevenir está muy bien, pero ¿cómo vamos a ayudar a la gente con sus propiedades dañadas? ¿Qué solución vamos a dar a los vecinos? Estamos temblando todos.
Exploración no es extracción
Silencio en la sala, Puente Espinosa, movía la cabeza en señal de desaprobación; señaló que es normal que las casas de adobe se cuarteen y descartó que el fracking sea la razón de los sismos:
La extracción de gas no significa absolutamente nada porque no existe la extracción, se está explorando la posibilidad, y aunque se extrajera, el trabajo siempre se hace mediante estudios profundos que permiten que esto (los sismos) no sucedan aunque se explore, pero en este caso particular no es motivo… esto no está afectando de ninguna manera el subsuelo.
El objetivo de la reunión era restar importancia a lo que está sucediendo y Valdés González lo dejó claro: “El tema de fracturamiento es común, pero no hay que dejar que nos cambien el idioma. No es fracking, es fracturamiento. Las consecuencias son realmente muy locales. La extracción, los volúmenes de las zonas donde se está extrayendo difícilmente pueden generar o tener que ver con esta actividad sísmica”.
Algunos salieron de la reunión desconcertados. El alcalde de Los Ramones fue directo:
Evidencia documental
De regreso a Linares, el doctor Montalvo Arrieta se muestra nervioso. En el sismo ocurrido en 1841 –actual referente para las lecturas del nuevo fenómeno sísmico– murieron seis personas:
Cuenta que durante los primeros meses del nuevo fenómeno sísmico dio aviso oportuno de lo que estaba sucediendo, pero no le hicieron caso, y peor aún, algunas veces pensaron que era broma:
Los daños materiales han sorprendido a todos y se muestra inquieto:
Las
En cambio, su compañero de la UANL, Juan Manuel Rodríguez Martínez, responsable de geohidrología y geofísica del Instituto de Ingeniería Civil, opina lo contrario y vincula directamente la actividad humana a los
Categórico, afirma que, con base en un estudio reciente, las causas que dan lugar a la sismicidad están asociadas a estructuras paleotectónicas, como acciones humanas que modifican los esfuerzos en las rocas y las presiones en los fluidos cercanos a la superficie:
“Estas acciones incluyen: extracción de agua, gas, petróleo (o su inyección para almacenamiento o para recuperación secundaria de hidrocarburos), efluentes o líquidos residuales; explotación minera o de canteras, disolución de domos salinos, fracturamiento hidráulico (fracking) y aplicación de sobrecargas en la superficie mediante grandes cuerpos de agua (reservorios). Este modelo se caracteriza por una concentración de altas tasas de deformación producto de fallas de crecimiento y basculamiento de la cuenca, las que generan sismos de baja intensidad como los reportados recientemente en el estado”.
La Jornada
Algunos salieron de la reunión desconcertados. El alcalde de Los Ramones fue directo:
Éstos vinieron a tapar, no a solucionar, expresó mientras Protección Civil mostraba sus equipos para atender una posible tragedia. El campesino Alfredo Segovia, de 65 años, vecino de Montemorelos, donde ocurrió el reciente sacudimiento fuerte, aseguró:
Es por los pozos. Están abriendo muchos. Aquí nunca se habían sentido estos temblores. Algo está pasando abajo de la tierra. Pero estos señores le van a dar hasta que truene todo.
Evidencia documental
De regreso a Linares, el doctor Montalvo Arrieta se muestra nervioso. En el sismo ocurrido en 1841 –actual referente para las lecturas del nuevo fenómeno sísmico– murieron seis personas:
Ahorita la localización epicentral, a partir de la reconstrucción de los datos, cae en el límite estatal entre Nuevo León y Coahuila, a 30 kilómetros al sur de la ciudad de Saltillo. Cerca de la que consideramos área epicentral: un techo se colapsó y seis personas perdieron la vida. El sismo se sintió en Coahuila, en varios municipios de Nuevo León y hasta Ciudad Victoria, Tamaulipas, y también en el norte de San Luis Potosí y cerca de Matehuala. Es el sismo histórico donde hay una evidencia documental de daños y pérdidas humanas.
Cuenta que durante los primeros meses del nuevo fenómeno sísmico dio aviso oportuno de lo que estaba sucediendo, pero no le hicieron caso, y peor aún, algunas veces pensaron que era broma:
Nadie nos creía. Eso ha sido un golpe muy duro, de hecho, ni las autoridades nos creían; decían que solamente estamos alarmando. Y ya no soy yo el que lo dice. Las evidencias están, allí están los temblores.
Los daños materiales han sorprendido a todos y se muestra inquieto:
Tenemos una responsabilidad muy fuerte. No estamos preparados como otras ciudades. Aquí las construcciones no están preparadas. Hay que empezar a evaluar los efectos e ir un paso más adelante. Noventa por ciento de las encuestas nos dicen que la gente no sabe qué hacer en caso de sismo.
Las
localizaciones epicentralesofrecen información, pero reconoce que en este momento no puede afirmar lo que está provocando la actividad sísmica ni culpar al fracking de Pemex, con cuyos representantes ha hablado pero niegan responsabilidad alguna:
Efectivamente el proceso de romper va a generar algo, pero nosotros no tenemos evidencias y no podemos decir nada. Tampoco nos corresponde pedir que paren las perforaciones.
En cambio, su compañero de la UANL, Juan Manuel Rodríguez Martínez, responsable de geohidrología y geofísica del Instituto de Ingeniería Civil, opina lo contrario y vincula directamente la actividad humana a los
enjambres sísmicos, provocados por el fracking,método utilizado por Pemex para extraer gas shale en la Cuenca de Burgos, donde –dice– se han perforado desde 2004 a la fecha, unos 7 mil pozos.
Categórico, afirma que, con base en un estudio reciente, las causas que dan lugar a la sismicidad están asociadas a estructuras paleotectónicas, como acciones humanas que modifican los esfuerzos en las rocas y las presiones en los fluidos cercanos a la superficie:
“Estas acciones incluyen: extracción de agua, gas, petróleo (o su inyección para almacenamiento o para recuperación secundaria de hidrocarburos), efluentes o líquidos residuales; explotación minera o de canteras, disolución de domos salinos, fracturamiento hidráulico (fracking) y aplicación de sobrecargas en la superficie mediante grandes cuerpos de agua (reservorios). Este modelo se caracteriza por una concentración de altas tasas de deformación producto de fallas de crecimiento y basculamiento de la cuenca, las que generan sismos de baja intensidad como los reportados recientemente en el estado”.
La Jornada