Nosotros, organizaciones de la sociedad civil, movimientos populares, pueblos indígenas, organizaciones campesinas, académicos, intelectuales, escritores, trabajadores, artistas y otros ciudadanos preocupados de todo el mundo, nos oponemos a la geoingeniería porque la consideramos una propuesta peligrosa, injusta e innecesaria para enfrentar el cambio climático. La geoingeniería se refiere a intervenciones tecnológicas a mega escala en los océanos, los suelos y la atmósfera de la Tierra, con el propósito de aminorar algunos de los síntomas del cambio climático.
La geoingeniería perpetúa la falsa creencia de que el actual modelo industrial de producción y consumo ―social y ambientalmente injusto y devastador― no puede ser cambiado y que, por ello, requerimos de composturas tecnológicas para atenuar sus efectos. Sin embargo, los cambios que debemos realizar para enfrentar la crisis climática son, fundamentalmente, de carácter económico, político, social y cultural.
La Madre Tierra es nuestro hogar común y su integridad no debe ser violada mediante la experimentación y despliegue de la geoingeniería.
Estamos comprometidos con la protección de nuestra Madre Tierra y la defensa de nuestros derechos, territorios y pueblos contra cualquiera que pretenda controlar el termostato global, o los ciclos naturales vitales de las funciones y los ecosistemas planetarios.
Los ecosistemas sanos y la diversidad cultural y biológica son cruciales para el bienestar de todos los pueblos, sociedades y economías. La geoingeniería, se la aplique en tierra, en océanos o en la atmósfera, pone a los ecosistemas, a la biodiversidad y a las comunidades humanas en riesgo, por sus impactos potencialmente devastadores y por sus efectos secundarios.
Rechazamos cualquier afianzamiento adicional de las economías basadas en combustibles fósiles y rechazamos la geoingeniería como intento de mantener el actual estado de cosas y para desviar la atención sobre la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y de aplicar soluciones reales a la crisis climática.
Los proyectos de remoción de dióxido de carbono (RDC), que incluyen, entre otras cosas, propuestas de establecer plantaciones a gran escala de monocultivos de árboles y biomasa, tienen severos impactos negativos en las tierras, el agua, la biodiversidad, la seguridad alimentaria y los modos de vida tradicionales. Los proyectos de captura y almacenamiento de carbono (CAC) pretenden perpetuar y servir a la industria de los combustibles fósiles. Los proyectos de bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECAC) amplificarían, con creces, los impactos negativos de las plantaciones, disputando tierras necesarias para producción de alimentos, amenzando la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Otras técnicas de RDC, como la fertilización oceánica alterarían la cadena alimentaria marina y crearían zonas carentes de oxígeno en los océanos.
Las tecnologías de geoingeniería podrían alterar los patrones climáticos locales y regionales y volver aún más inestable el clima, con efectos potencialmente catastróficos para algunas regiones, así como en la disponibilidad de agua y la producción de alimentos. Sus impactos adversos y efectos secundarios podrían derivar en más conflictos regionales e internacionales.
La geoingeniería amenaza la paz y la seguridad globales. Algunas tecnologías para manipular el clima son de origen militar y podrían usarse como armas. En particular, el despliegue de técnicas para el manejo de la radiación solar (SRM por sus siglas en inglés) dependería de la infraestructura militar, lo cual abriría la puerta a nuevos desequilibrios geopolíticos, entre ganadores y perdedores climáticos, en la carrera por controlar el termostato de la Tierra.
Estamos unidos en oposición al desarrollo y emplazamiento de tales tecnologías y llamamos a las organizaciones y ciudadanos preocupados de todo el mundo a unirse a esta campaña.
Debido al alto riesgo que la geoingeniería representa para la biodiversidad, el medio ambiente y los modos de vida de los pueblos, especialmente los indígenas y campesinos, demandamos:
- Prohibir los experimentos en campo abierto y el emplazamiento de la geoingeniería.
- La construcción de un sistema multilateral de gobernanza, dentro del sistema de Naciones Unidas, que sea global, transparente, participativo y con rendición de cuentas para hacer efectiva la prohibición de la geoingeniería. Las moratorias a la geoingeniería establecidas por el Convenio de Biodiversidad de Naciones Unidas y por el Protocolo de Londres (a la geoingeniería marina) son un punto de partida de ese mecanismo.
- Alto inmediato a todos los experimentos planeados de geoingeniería, entre los cuales se incluyen:
- SCoPEx, un Experimento de Inyección Estratosférica de Aerosoles del Programa de Geoingeniería Solar de la Universidad de Harvard, que se planea realizar en Arizona, cerca de la frontera México-Estados Unidos, en 2018.
- El Proyecto de Blanqueamiento de Nubes Marinas, que se planea llevar a cabo en California, en la bahía de Monterrey.
- El Proyecto Ice911, que pretende diseminar microcuentas de vidrio sobre el mar y superficies heladas de Alaska.
- Los proyectos de Fertilización Oceánica de la empresa Oceaneos, en Chile, Perú y Canadá.
- Alto a los proyectos a gran escala y al financiamiento de proyectos que pretenden capturar dióxido de carbono por medios tecnológicos y “secuestrarlo” en formaciones geológicas y/o los océanos, o bien, que pretenden usarlo en la recuperación mejorada de petróleo u otras aplicaciones industriales. Esas técnicas incluyen la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECAC) y la captura directa de aire (CDA). Rechazamos las tecnologías CAC en todas sus formas, incluyendo las provenientes del procesamiento del gas, las plantas de carbón, bioenergía o procesos industriales, entre los que se incluye la fractura hidráulica. Rechazamos los proyectos CAC y de captura, uso y almacenamiento de carbono (CUAC) en proceso, como los de PetraNova, en Texas; Boundary Dam, en Saskatchewan, Canadá; Decatur, en Illinois y DRAX, en el Reino Unido, los cuales sólo sirven al propósito de perpetuar a las industrias de los combustibles fósiles.
- Alto a toda plantación de monocultivos a gran escala.
- Alto a todo financiamiento público a proyectos de geoingeniería.
- Reconocer los derechos inherentes de los pueblos indígenas, sus modos de vida y cosmovisiones; su derecho a defender sus comunidades, ecosistemas y toda forma de vida de las tecnologías de geoingeniería y su derecho a rechazar prácticas que violan las leyes naturales, los principios creadores y la integridad territorial de la Madre Tierra y el Padre Cielo.
- Respetar y cumplir el derecho de las comunidades y pueblos indígenas al consentimiento libre, previo e informado sobre cualquier experimento y/o proyecto de geoingeniería.
- Respetar los derechos, las tierras y los territorios campesinos, reconociendo que sus modos de vida, incluyendo los de los pueblos indígenas, las comunidades forestales, de pescadores y pastores artesanales son una fuente vital de alimento para la mayor parte de la población del mundo; que son el verdadero camino hacia la soberanía alimentaria; que contribuyen a la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero y que regeneran los suelos y ecosistemas. Sus tierras son particularmente vulnerables al acaparamiento que promueve la geoingeniería para sus experimentos y su agricultura está amenazada por los efectos secundarios derivados de ello.
- Apoyar y fortalecer investigaciones significativas que conduzcan a definir trayectorias justas, sustentables y transformadoras que ayuden a limitar, efectivamente, el calentamiento global a no sobrepasar 1.5°C, que consideren seriamente modelos y escenarios alternativos a los actualmente empleados en las negociaciones climáticas, así como también incluyan otros sistemas de conocimiento y experiencias en los debates y toma de decisiones, como los saberes y propuestas de los pueblos indígenas y movimientos campesinos.
- Los elementos fundamentales para construir una trayectoria justa de transformación hacia un mundo con un calentamiento global que no sobrepase 5°C, están siendo desarrollados y expresados por comunidades, activistas y académicos en todo el mundo. Las soluciones serán múltiples y diversas, conscientes de los contextos locales y regionales. Esas propuestas incluyen el desmantelamiento de las infraestructuras dedicadas al procesamiento de combustibles fósiles ―no sólo de carbón, sino también de gas y petróleo―; la expansión de la democracia energética, alimentada por energía renovable, como la eólica y la solar; una reducción del consumo general de energía y materiales; una transición justa para los trabajadores y hacia una economía feminista y regenerativa; el apoyo a la agroecología campesina y la soberanía alimentaria que conduzcan a una justicia climática en el sistema alimentario, así como una amplia, pero cuidadosa restauración de los ecosistemas vitales del planeta, especialmente los bosques, con inclusión y respeto de los derechos de los pueblos indígenas, campesinos y comunidades locales. La justicia climática sólo será posible si nos basamos en soluciones ambientalmente sustentables y socialmente justas para la crisis climática, en lugar de arreglos tecnológicos de alto riesgo que privilegian los intereses de los grandes contaminadores actuales, las industrias extractivas y el complejo militar industrial y de seguridad.
Nuestro hogar, nuestras tierras y territorios no son laboratorio para tecnologías de manipulación ambiental de escala planetaria.
Demandamos a los geoingenieros: ¡No manipulen la Madre Tierra!
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