La voracidad de la renta y los obreros muertos

Obreros boca de pozo en el área Sierras Blancas, operadada por Shell. Foto de Pablo Piovano / volkskrant.nl

Por Marcelo García

Periodista e investigador de Nuevo Proyecto Energético Latinoamericano (NPEL) y El Extremo Sur / de la Patagonia.

El actual esquema extractivista del fracking en Vaca Muerta sólo resulta rentable y competitivo para las petroleras en comparación con los yacimientos texanos no convencionales si se aplica y se profundiza, más aún, la flexibilización laboral y la multiplicidad de tareas que reducen considerablemente los costos de producción en la Cuenca Neuquina. Ese mecanismo ha comenzado a mostrar sus primeras aristas profundamente negativas, y sus consecuencias fueron y son padecidas por los obreros del sector, en particular por los ocho trabajadores que murieron mientras cumplían funciones en los yacimientos durante el año 2018 y el primer semestre del 2019.

El proceso de superexplotación obrera en los yacimientos de Vaca Muerta, con las consiguientes muertes, es producto directo de la liberalización del sector petrolero iniciada con el vaciamiento y la posterior privatización de YPF en la década de 1990, que desembocó en el alejamiento del Estado como principal órgano de regulación, control de la seguridad y definición de las políticas energéticas nacionales, con lo cual la rentabilidad pasó a ser la única variable a priorizar. Estas son algunas de las principales consecuencias del libre mercado que muestra su cara más voraz.

La flexibilización laboral impuesta en enero de 2017 mediante la “adenda” incorporada al convenio colectivo de trabajo para los obreros de yacimientos no convencionales (acordada por el Gobierno nacional, el neuquino, la burocracia sindical y empresarios del sector) se tradujo en un incremento de la cantidad de accidentes y muertes en la Cuenca Neuquina. Colocó las estadísticas en cuatro muertes promedio por año, por encima de la media de tres muertes anuales, registrada en el último decenio; y casi igualó la media anual de las últimas dos décadas, cinco decesos por año.

Un proceso similar aumento de productividad con el correlato del aumento de la fatalidad se había vivido en el sector petrolero nacional tras la privatización de YPF. El número de muertes decreció producto de mejores condiciones de trabajo y más altos estándares de seguridad conquistados mediante huelgas obreras.

Cien muertos en veinte años

Los accidentes que causaron la muerte de nueve petroleros en el último año y medio se distribuyeron en ocho fallecimientos en la cuenca Neuquina y uno en la cuenca del Golfo San Jorge, lo que demuestra que no son patrimonio exclusivo de los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta (de hecho, la mitad de los obreros muertos en la cuenca Neuquina trabajaban en convencionales).

Las estadísticas del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas revelan que desde 1999 y hasta la primera mitad de 2019 se produjeron un centenar de fallecimientos en los yacimientos argentinos, lo que muestra dos tendencias bastante diferenciadas (La Mañana Neuquén, 11/05/2019)1. Entre 1999 y 2006 se contabilizó la mayor cantidad de accidentes fatales en los pozos: un total de 58 muertes; mientras que entre 2007 y el primer semestre de 2019 la cifra asciende a 42. La media de la primera etapa es de siete muertes por año, y en la segunda, esa cifra desciende considerablemente, a sólo tres.

Esa clara diferenciación entre distintos períodos de la explotación laboral tiene varias aristas de interpretación. Por un lado, debe considerarse el aumento casi constante de obreros petroleros que ingresaron año a año en los yacimientos para desempeñar sus tareas, el nivel de accidentabilidad y el efecto de la fatalidad producida entre ambos períodos. El pico de muertes obreras se produjo en 2006, con trece fallecimientos y una incidencia de 3,126 trabajadores fallecidos cada 10 000 empleados; apenas por detrás en cantidad, se ubicaron las diez muertes de 2001, que equivalen a 3,560 fallecidos cada 10 mil trabajadores, la cifra más elevada en dos décadas . Esos dos momentos de máxima fatalidad se inscribieron en el primer período, en el que la media fue de siete muertes anuales.

En el segundo tramo, a partir de 2007, se observa una considerable baja de la fatalidad en los yacimientos, con un promedio de tres muertes al año, lo que contradice la teoría que intenta adjudicar el aumento de los accidentes fatales al ingreso de nuevos obreros al sector. Mientras el promedio de muertes entre los años 1999 y 2006 era de siete, en los yacimientos cumplían labores 31 mil obreros; cuando el promedio descendió a tres, entre 2007 y 2018, la cantidad de trabajadores fue de 56 mil.2

Accidentes no fatales

Con algunas diferencias, los accidentes no fatales han tenido un fuerte incremento en los últimos años, fenómeno que en ocasiones ha seguido más la curva vinculada al aumento de obreros que se sumaron a las operaciones en los yacimientos, si bien hay algunos puntos de contacto con la potenciación de la productividad. Los 661 accidentes denunciados oficialmente en los yacimientos argentinos durante 2003, primera estadística disponible en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), organismo nacional, representaron un índice que equivale a 221,1 accidentados cada 10 mil trabajadores . El punto más elevado de la década pasada fue en 2007, cuando se llegó a 1535 accidentes, que representaron 328,9 lesionados cada 10 mil trabajadores.3

Tras un período de baja considerable, la entrada en escena de Vaca Muerta durante 2013 revirtió la tendencia: hubo 1602 accidentes, lo que en términos estadísticos significó una incidencia de 275,4 obreros lesionados cada 10 mil empleados. Vale considerar que el principal impulso perforador desde ese año fue en yacimientos no convencionales. Ese incremento sustantivo de las perforaciones en la Cuenca Neuquina se fue consolidando en los años subsiguientes: pasó de concentrar el 40% de los pozos perforados en 2011, al 61% en 2017.4

Desde 2013 se mantuvo la tendencia creciente de la accidentabilidad, que alcanzó su punto más elevado en el año 2016, con 2687 accidentes denunciados en la SRT, lo que elevó el índice a 429,4 accidentados cada 10 mil trabajadores en funciones, cifra que superó incluso el nivel de 2007. El último dato oficial es de 2017 y allí se observa una merma de accidentes laborales: 2135 que se traducen en 367,1 lesionados cada 10 mil trabajadores5.

La cantidad de accidentes registrados en el país subió en la medida que Vaca Muerta demandó más equipos de perforación y, por ende, más trabajadores; por lo tanto, esta situación no tiene una vinculación tan estrecha con la flexibilización laboral. Por el contrario, el incremento de las muertes producidas en los yacimientos sí guarda una relación directa con el cambio en las condiciones de trabajo.

Vínculo entre productividad, costos operativos y fatalidad

Para encontrar algunos argumentos que permitan llegar a nuevas conclusiones bien se podría indagar en el nivel de explotación obrera y en las condiciones de calidad y seguridad laboral que se fueron instrumentando en el segundo período mencionado, es decir, a partir de 2007. Más allá de que no existen estadísticas que permitan contabilizar la cantidad de muertes y accidentes en los yacimientos petroleros en el período previo a 1999, el enorme aumento de la productividad obrera producido tras la privatización de YPF y, en particular, tras el desembarco de la petrolera española Repsol, coincide con el incremento de los fallecimientos en los años para los que se cuenta con estadísticas.

A partir de una elaboración propia sobre la evolución de la productividad obrera, publicada en el periódico El Extremo Sur,6 se puede observar que tras la enajenación de la petrolera estatal y durante todo el proceso de YPF Sociedad Anónima, como así también tras la compra de acciones por parte de Repsol, los niveles de productividad por trabajador petrolero fueron de los más elevados en 50 años. La interpretación de lo que sucede dentro de los yacimientos petroleros argentinos, y en particular en Vaca Muerta, no puede disociarse del proceso gremial y de alta conflictividad laboral que se produjo en el país, especialmente desde la segunda mitad de la década del 2000.

Luego de un enorme avance de la productividad que favoreció a las compañías petroleras, impulsado sobre todo por Repsol como principal accionista de YPF, se desató un profundo proceso de lucha de clases, en su mayor parte en la cuenca del Golfo San Jorge, que desencadenó huelgas históricas y conquistas obreras que echaron por tierra el statu quo imperante desde la década de 1990. Esas huelgas y conflictos por ramas de actividad y por empresas tuvo expresiones desiguales en cada una de las provincias y cuencas, pero impactaron indefectiblemente en la rentabilidad empresaria a partir de las mejoras en las condiciones laborales (más allá del aspecto meramente salarial), en el aumento de la cantidad de trabajadores en los yacimientos y en la forma de ejecutar las maniobras operacionales, que se tradujo en una mejora en la seguridad laboral.

La cantidad de muertes decreció abruptamente a partir del año 2007 y se consolidó como una tendencia, ya descripta, y como parte sustancial del segundo período de fatalidad en los yacimientos. Mientras que la productividad obrera en el sector se mantuvo por encima de los 50 barriles equivalentes de petróleo diarios producidos por trabajador, la fatalidad en los yacimientos fue de la más elevada en los últimos 20 años, hasta alcanzar las siete muertes promedio hasta el 2006. Cuando la productividad tuvo un descenso notorio y rompió la barrera de los 30 barriles equivalentes de petróleo por día por obrero, incluso hasta descender por debajo de los 20 barriles, los accidentes fatales disminuyeron considerablemente y se ubicaron en tres muertes promedio por año, a pesar de haber alcanzado en el 2015 el pico más elevado de trabajadores petroleros que ingresaron a los yacimientos nacionales.

Desde el 2016 y 2017, últimos años con datos disponibles para calcular la productividad obrera diaria, la cantidad de barriles producidos por obrero volvió a mostrar una curva levemente ascendente, que hasta la implantación de la adenda de flexibilización laboral en Vaca Muerta no tuvo significativas incidencias en la fatalidad registrada en los yacimientos. Después de la adenda firmada en enero de 2017, que relajó los mecanismos de seguridad que dificultaban incrementar la productividad, se dispararon los fallecimientos en los yacimientos.

Las ocho muertes en Vaca Muerta y la cuenca Neuquina en su conjunto durante tan solo quince meses son la expresión brutal y lamentable de la sobreexplotación obrera con la que se busca maximizar la rentabilidad para darle competitividad a los pozos de fracking. Y no es casual que seis de las ocho muertes se produjeran en los yacimientos operados por YPF y Tecpetrol, las dos compañías con mayores niveles de producción de shale oil y shale gas, respectivamente.

Pero el dato más relevante que confirma que la flexibilización y la productividad son las principales causales de los fallecimientos es la baja de los costos operativos de las compañías petroleras; a medida que bajan los costos de desarrollo de un pozo horizontal en la cuenca Neuquina, aumenta la fatalidad. YPF viene revelando esos costos: eran de 22,8 dólares por barril durante el cuarto trimestre del año 2015, y descendieron a 13,9 dólares en el mismo período del 2016, para caer levemente por debajo de los 10 dólares en el último trimestre del 2018 (La Mañana Neuquén, 25 de mayo de 2019).7

A mayor productividad, menores costos y mayor número de muertes en los yacimientos. Esa ecuación es la que hoy domina el entramado laboral y empresario en Vaca Muerta, y es la que al mismo tiempo explica, sin justificar, el mecanismo laboral flexibilizado que el macrismo se vanagloria de haber conseguido en los yacimientos neuquinos y que muestra como ejemplo a seguir en todo el país.

Adenda

Los principales ejes de la flexibilización laboral para los hidrocarburos no convencionales, tanto en la cuenca Neuquina como en la del Golfo San Jorge, son:

    • ampliación de los diagramas de trabajo con 14 días corridos en los yacimientos petroleros que incluyen pernoctar en tráilers en medio de los campos patagónicos y 7 de descanso;

    • reducción de los costos laborales producto de la eliminación de las horas de traslado, denominadas “taxi”;

    • continuidad de tareas aunque falte un operario en el turno del equipo perforador o en la cuadrilla de producción y mantenimiento;

    • reducción de las dotaciones de personal para adecuarse a los nuevos estándares tecnológicos;

    • montaje y desmontaje de los equipos perforadores en horarios nocturnos;

    • elevación de los límites de la velocidad del viento debajo del cual se debe continuar con las tareas operativas;

    • simultaneidad y multiplicidad de tareas de diferentes cuadrillas pertenecientes a distintas empresas en los pozos, con o sin luz de día;

    • y, al mismo tiempo, se incluyen modificaciones en torno al concepto de los “servicios esenciales” para evitar la paralización productiva total por reclamos sindicales, el no pago de los días de huelga, la contratación precarizada a término, y la no efectivización de las medidas de fuerza convocadas a nivel nacional.

Referencias:

Instituto Argentino del Petróleo y del Gas, Frecuencia de Accidentes Laborales con días Perdidos + Fatales (Personal Propio + Contratistas) 2011 – 2017, Estadística de Accidentes de la Industria del Petróleo y del Gas en Argentina. Disponible en línea.

Calalesina, A. (11 de mayo de 2019). Alto riesgo: suena una alarma en Vaca Muerta. La Mañana Neuquén. Disponible en línea.

Calalesina, A. (25 de mayo de 2019). Alto riesgo: suena una alarma en Vaca Muerta. La Mañana Neuquén. Disponible en línea.

Notas

1 Instituto Argentino del Petróleo y Gas, Frecuencia de Accidentes Laborales con días Perdidos + Fatales (Personal Propio + Contratistas) 2011 – 2017, Estadística de Accidentes de la Industria del Petróleo y del Gas en Argentina. Disponible en línea.

2 Elaboración propia sobre datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que depende de la Secretaría de Trabajo de Nación. Disponible en línea.

3 Idem.

4 Elaboración propia sobre datos de la Secretaría Energía, Minería e Hidrocarburos de la provincia de Neuquén. Disponble en línea.

5 Elaboración propia sobre datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), que depende de la Secretaría de Trabajo de Nación. Disponible en línea.

6 Ver informe 2006 – 2015. Empleo, productividad y salario petrolero, publicado en El Extremo Sur / de la Patagonia, en las ediciones 166 (Septiembre 2016, Las luchas obreras redujeron la productividad, y los trabajadores recuperaron terreno perdido en los ‘90) y 167 (Octubre 2016, Con la flexibilización, Macri y las petroleras intentarán ajustar los costos salariales).

7 Elaboración propia sobre datos de los Balances Trimestrales de YPF S.A. Disponible en línea.