Aplican la receta de Macri para Vaca Muerta: más flexibilización laboral

Por Esteban Martine / La Izquierda Diario .- El Sindicato de Petroleros Privados conducido por Guillermo Pereyra, aceptó una vez más la precarización de las condiciones de trabajo, a cambio de sumas no remunerativas. Un acuerdo logrado por YPF con el aval de Omar Gutiérrez y Alberto Fernández.

Termina una partida de casi tres meses en el tablero de Vaca Muerta. La Sociedad Anónima YPF, controlada por el estado nacional (pero con un 49% de accionistas privados), jugó para los pesos pesados de la industria, enarboló la bandera de la “reducción de los costos” y logró su objetivo. La plana mayor del Sindicato de Petroleros Privados de Río Negro, Neuquén y La Pampa, aceptó una nueva ronda de flexibilización laboral a cambio de sumas no remunerativas que dan por cerradas las paritarias de 2019 y 2020 (dos pájaros de un tiro).

El paquete, que consta de cuatro partes, fue acordado en una reunión de la que participaron el Secretario General del Sindicato, Guillermo Pereyra (junto a los miembros de la Mesa Directiva Marcelo Rucci, Daniel Andersch y Richard Dewey), el gobernador de Neuquén, Omar Gutiérrez, el flamante Secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, y el CEO de YPF S.A., Sergio Affronti. Este último habló en representación de la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH) y la Cámara de Empresas de Operaciones Petroleras Especiales (CEOPE).

Por la senda de Macri y Aranguren

La reunión ratificó el “Acuerdo para la Sustentabilidad y el Empleo” que se mantuvo en stand by desde fines de agosto. “Sustentabilidad” es un eufemismo para no hablar de ajuste.

El acuerdo ratifica explícitamente la vigencia de la adenda flexibilizadora del convenio petrolero para los no convencionales (fracking), firmada en 2017 y extiende su alcance para la actividad hidrocarburífera convencional.

Es decir que generaliza para todos los pozos las condiciones que impusieron Macri y el entonces Ministro de Energía, Juan José Aranguren (ex-CEO de Shell).

Cabe recordar que dicha adenda incrementó los riesgos y accidentes laborales, al reducir dotaciones, aumentar la tolerancia para el trabajo con vientos de hasta 60km/h, implementar la polifuncionalidad y las “tareas simultáneas”, entre otras cosas.

Desde ese momento murieron en los pozos: Agustín Navarrete (56 años, el 3/9/2017), Matías Sánchez (37 años, el 22/5/2018), Daniel Torres (26 años, el 10/7/2018), Miguel Angel Fernández (35 años, 17/8/2018), Mario Segura (28 años, 1/11/2018), Ariel Marcelino Sajama (41 años, 18/3/2019), Maximiliano Francisco Zappia (24 años, 5/5/2019)) y Cristian Nicolás Baeza (34 años, 5/5/2019).

En 2017, Darío Martínez denunciaba la adenda como “un experimento de flexibilización laboral”, para “dejar gente en la calle, perder condiciones laborales, resignar derechos de los trabajadores”. Agregaba que Neuquén se convertía en un “ratón de laboratorio” para la reforma laboral, comparándola con las reformas menemistas. Lo que se dice coherencia.

Mirá el análisis sobre el acuerdo entre YPF y los sindicatos petroleros de la Patagonia: flexibilización macrista.

Para las petroleras toda crisis es una oportunidad

Desde que comenzó la pandemia las petroleras lograron reducir los “costos salariales” de todas las formas posibles. Al recorte de un 40% en el neto percibido por cada obrero suspendido en el marco del Art. 223 Bis, hay que sumar que parte de los salarios fue depositada por la ANSES por medio de la Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción. Pero además, las empresas, que cotizan el petróleo y el gas en dólares y pagan los sueldos en pesos, se ahorran billetes con cada devaluación. Si a eso sumamos el impacto de la inflación, para los trabajadores fue todo pérdida. A su vez, miles de obreros fueron “desvinculados” con retiros voluntarios.

Pero las empresas, encabezadas por YPF, aprovecharon la crisis para imponer conquistas más estructurales y retomar su propia reforma laboral. El plan es que trabajen menos personas, más intensamente y con mayores riesgos. ¿Cómo?

  • Profundizan la reducción de las dotaciones impuesta en 2017. En el caso de mecánicos, eléctricos y soldadores, las dotaciones se adecuarán a las necesidades de los equipos de perforación y work over, pudiendo ser compartidas por más de un equipo según lo defina la empresa o sus contratistas (el acuerdo no dice nada del control del sindicato).
  • Se acuerda la realización de desmontaje, transporte y montaje (DTM) nocturno, sin especificar las tareas habilitadas.
  • Se eliminan las “restricciones de atención exclusiva entre yacimientos en un mismo ámbito”. Los trabajadores podrán ser convocados a realizar sus tareas diarias en lugares distintos a los habituales, y la empresa podrá asignarles tareas distintas cada día.
  • Se establece la posibilidad de subcontratación de PYMES que emplean personal fuera del convenio por períodos de hasta 30 días.
  • Además, buena parte de los items que componen el sueldo pasarán a tener carácter no remunerativo. Es decir que no aportarán a la seguridad social ni se tendrán en cuenta para el cálculo de aguinaldos o indemnizaciones. Se insiste en eliminar las “horas taxi” (es decir, del tiempo que requiere el viaje de las bases a los yacimientos).

¿Pan para hoy…?

A cambio de este paquete de flexibilización, las empresas “reconocen” un 16% de aumento, adeudado de la paritaria 2019, a pagar como suma no remunerativa (y que sólo percibirán completo quienes no se encuentren suspendidos). Otra de las actas firmadas establece un bono no remunerativo de $60.000 a cobrar en dos cuotas: una en noviembre de 2020, y otra en febrero de 2021. Con esos $60.000 se da por finalizada la paritaria 2020 ($5.000 por mes).
Para las grandes multinacionales se trata de un vuelto con el que pretenden suavizar un ataque que sin dudas durará mucho más que $60.000.

Siempre del lado de las petroleras

En un audio dirigido a los afiliados, Pereyra afirmó que recibió llamados del presidente Alberto Fernández interesado en el acuerdo. La precarización se sirve en la mesa de los “inversores” que, según el gobierno, traerán los dólares que necesita la economía.

La actividad en Vaca Muerta comienza a recuperarse lentamente, las petroleras exportan petróleo sin pagar retenciones y acceden a un precio sostén para el barril “criollo”. La flexibilización laboral podría ser el primero de una serie de beneficios en puerta, como el nuevo plan de subsidios a la producción de gas, o incluso mayor flexibilidad para la disponibilidad de dólares. A su vez, de aprobarse el limitado “aporte extraordinario por única vez” presentado por el oficialismo en el Congreso, un cuarto de lo recaudado iría a financiar a la Sociedad Anónima YPF (con mitad de accionistas privados, incluyendo fondos buitres). Alberto Fernández, que en 2012 cobraba un sueldo como lobbysta de la española Repsol y se oponía a la compra del 51% de las acciones de YPF por parte del estado, hoy utiliza a la empresa de bandera como mascarón de proa de un nuevo ataque a los trabajadores que beneficiará a las grandes multinacionales, fugadoras seriales. Otro capítulo en esta historia de saqueo titulada Vaca Muerta.