Chubut afronta el desafío de superar una década de déficits, con 122.000 pobres y 20.000 indigentes

Por Marcelo García / El Extremo Sur .- Chubut concluyó 2020 con un déficit de las cuentas públicas que ascendió a 18.920 millones de pesos. En volumen, fue el saldo en rojo más grande de la historia, pero también el tercer peor déficit de los últimos diez años respecto de los ingresos. Mientras tanto, la pobreza atrapó a casi 122 mil personas y hundió a 20 mil en la indigencia. Ambos registros están en el podio de los peores de la década. En cinco años la pobreza y la indigencia se duplicaron en la provincia.

Desde hace al menos una década, Chubut se hunde en un cuadro de dificultades crecientes, con un Estado siempre al borde de la cesación de pagos y una sociedad que padece las penurias de la falta de empleo, la inflación y un costos de vida que supera a buena parte del país.

Este 2021 arrancó con malas noticias para Chubut por la crisis que sobrelleva el Estado provincial y la situación social que padecen miles de chubutenses.

El déficit de las cuentas públicas en 2020 fue el peor en la historia y su incidencia se ubicó entre las más impactantes sobre los ingresos. La pobreza y la indigencia bajaron levemente en el final del año, pero sigue habiendo una altísima vulnerabilidad social en la provincia.

Que el Estado provincial se encuentre en crisis no es solamente un problema para los trabajadores estatales a la hora de cobrar sus sueldos. Esas dificultades se traducen en peores servicios públicos (Salud, Educación, asistencia social y contención a los más vulnerables).

También tiene un correlato directo en la falta de obras públicas y de infraestructura para el desarrollo provincial. La llegada de la pandemia de Covid mostró una estructura estatal debilitada para enfrentar el demoledor avance de un virus que impactó en el sistema sanitario y en toda la estructura económica y social.

El síndrome del Estado se evidencia cuando producen catástrofes como la del temporal que afectó a Comodoro Rivadavia hace cuatro años o la ola de incendios que devastaron hace un mes a la Comarca Andina Patagónica.

En esos momentos de catástrofe es donde se siente con mayor dureza la dificultad del Estado provincial a la hora de asistir y ayudar a los que peor la están pasado.

Buena parte de esos problemas -que parecen genéricos pero tienen rostros individuales de angustia y desesperanza- encuentran sus orígenes en el despilfarro histórico de los fondos provinciales, sumando la mala administración, la corrupción y el constante endeudamiento en dólares tomado desde 2010; que no se tradujo en una mejor calidad de vida para los chubutenses.

En lugar de pagar deuda de manera constante, Chubut tendría que estar enfocado en asistir prioritariamwnte a los empobrecidos y a los que padecen las catástrofes.

El déficit más grande de la historia

El cierre de 2020 terminó arrojando el déficit más abultado de los últimos diez años. Las cuentas públicas de Chubut tuvieron un resultado negativo de 18.920 millones de pesos en rojo como déficit primario, mientras que el déficit financiero -después de nuevos endeudamientos y pagos de la deuda contraída anteriormente- resultó de 3.684 millones de pesos negativos.

En términos nominales ese fue el peor resultado primario -ingresos frente a egresos provinciales- de la historia de Chubut; aunque si se lo compara respecto de la recaudación anual se posiciona en el tercer peor resultado de la década.

El peor de los años deficitarios fue en 2016 cuando los resultados negativos representaron el 23,5% del total de los Ingresos Corrientes de la provincia; mientras que en 2017 esa ecuación pasó a representar el 19,6% de la recaudación total. Ya para 2020 el déficit significó el 18,6% de los ingresos y se anotó como el tercer año con peores cuentas negativas de Chubut.

Si bien el Estado provincial presenta fuertes falencias a la hora de atender las necesidades de la población chubutense y estuvo todo 2020 pagando con atraso los sueldos de los empleados públicos y los jubilados provinciales, la madre de todos los problemas no fueron los aumentos de sueldos ni los gastos de funcionamiento; sino la deuda en dólares que se generó desde 2010.

Cuando llegó la hora de pagarla los fondos que ingresaban no fueron suficientes para hacer frente a los compromisos de pago asumidos.

Las obras que se utilizaron como argumento para endeudar a la provincia en dólares en su gran mayoría no se hicieron. Muchas no están finalizadas y algunas inclusive fueron transferidas a los municipios para su conclusión o su inicio; lo que significa que se terminará pagando casi dos veces por las mismas obras.

Después de 2010 comenzaron a producirse los vencimientos de esa deuda en dólares y los ingresos fueron insuficientes para concretar los pagos asumidos.

Por eso, las diferentes gestiones comenzaron a emitir nueva deuda en pesos para cubrir los ingresos en dólares por regalías que eran absorbidos por los endeudamientos de las gestiones de Mario Das Neves y Martín Buzzi.

Así se fue tejiendo un entramado de crisis económica y financiera que desembocó en casi diez años consecutivos de déficits en las arcas del Estado provincial. Durante un solo año Chubut consiguió no tener números rojos: fue en 2018, cuando ajustó brutalmente los sueldos de los estatales para conseguir mostrarse como una provincia con equilibrio fiscal.

Diez años de números en rojo

La última década fue nefasta para las arcas públicas de Chubut. La deuda no se tradujo en mejoras para la calidad de vida de los chubutenses y los déficits de las cuentas del Estado fueron creciendo de manera constante hasta llegar el récord obtenido en 2020.

En el arranque de la década pasada el déficit primario rondó por encima de los 200 millones de pesos y el superávit financiero apenas se ubicó en la banda de los 120 y 170 millones de pesos.

Entre los años 2013 y 2015 comenzó a crecer la situación deficitaria primaria a saltos significativos; pasando de los 510 millones en el 2013 a los 2.507 millones de pesos en 2015.

En 2013 todavía tuvo saldo positivo financiero con 820 millones, pero 2014 y 2015 arrojaron números rojos después del pago y la toma de nueva deuda. En 2014 el déficit financiero trepó a los 1.386 millones de pesos.

La segunda mitad de la década pasada fue un verdadero descalabro financiero para Chubut. Los distintos gobiernos que pasaron no pudieron domar el déficit primario y para contenerlo solo se les ocurrió seguir generando más deuda para pagar la anterior.

2016 fue uno de los peores años de la historia reciente provincial. El déficit primario creció notablemente y ascendió a los 5.292 millones de pesos, pero el resultado financiero terminó siendo positivo en 6.159 millones por una nueva emisión de deuda en dólares en la gestión de Das Neves.

A pesar del endeudamiento constante, los resultados negativos no desaparecieron. 2017 concluyó con un déficit primario de 7.180 millones de pesos y el financiero fue positivo en apenas 1.323 millones de pesos.

Para salir de esa espiralización deficitaria, la gestión de Mariano Arcioni -asumido tras la muerte de Das Neves- decidió aplicar un ajuste profundo sobre los sueldos estatales, las jubilaciones provinciales y el gasto público.

En 2018, tras una tremenda pérdida en el poder adquisitivo de los salarios, el gobierno consiguió cerrar con números positivos gracias al achicamiento de la masa salarial general.

Las cuentas publicas arrojaron en el año del ajuste un superávit primario de 2.398 millones de pesos y el saldo financiero sólo fue de 257 millones porque se acumularon vencimientos de deudas tomadas en dólares y en pesos.

El ajuste no fue aceptado por los trabajadores estatales y estallaron los conflictos en casi todos los gremios provinciales. Las duras luchas entabladas contra la gestión de Arcioni por el recorte salarial y el pago escalonado de los sueldos derivó en una derrota política para el gobierno, quien debió otorgar los aumentos quitados en 2018 durante el año siguiente. Inclusive lo utilizó como eje de campaña para ganar las elecciones de 2019.

Sin margen de maniobra por los acuerdos firmados en paritarias, donde se otorgaron los incrementos salariales faltantes de 2018 y una cláusula gatillo de aumento según el índice inflacionario, los resultados de las cuentas públicas estallaron.

2019 concluyó con un déficit primario de 8.219 millones de pesos y un déficit financiero de 4.789 millones. Ese fue el primer año en que los números en rojos de ambas columnas alcanzaron dimensiones pocas veces vistas en la provincia.

Sin la capacidad de agrandar los ingresos y con la pandemia pero no escena desde marzo, 2020 fue el segundo año consecutivo de fuertes déficits en ambos casilleros. El rojo entre ingresos y egresos ascendió a la notable suma de los 18.920 millones de pesos; mientras que el déficit financiero se ubicó en los 3.684 millones.

Tras diez años de descalabros financieros queda más que claro el problema no son los gastos corrientes de la provincia, más allá del despilfarro generado por la corrupción. El principal motivo de la crisis es la falta de creatividad, políticas de largo plazo y de determinación política para aumentar los ingresos y recaudar como corresponde y sin prebendas para sectores privilegiados.

Por supuesto, es imprescindible considerar los enormes daños provocados por los endeudamientos que ahora se seguirán pagando hasta 2030.

La pobreza se duplicó en cinco años

Describir el déficit provincial no es una abstracción en la que la gente no cuenta. Todo lo que el Estado no puede hacer, planificar, desarrollar o generar se traduce en menos servicios y ayudas para la población.

La pobreza y la indigencia son dos indicadores de la gravedad que tiene la crisis chubutense, indudablemente influenciada por los efectos de la pandemia y la crisis nacional. Está claro que en la provincia se agravan cómo producto de la falta de capacidad que tiene el Estado para llegar a los más necesitados.

Los últimos datos del INDEC mostraron que en Chubut hay 121.894 pobres, de los cuales 20.241 son indigentes y no pueden alimentarse diariamente. Vale aclarar que esos corresponden solamente a los aglomerados urbanos de Comodoro Rivadavia-Rada Tilly y de Trelew-Rawson; ya que el INDEC no mide estas variables en Esquel, Puerto Madryn ni en el interior chubutense.

Si bien la cantidad de pobres en el segundo semestre del 2020 decreció respecto de la primera mitad del año, es la segunda cifra más elevada de pobreza contabilizada en la provincia desde 2016.

Más allá de que los datos son muy preocupantes a pesar del leve descenso, no menos cierto es que la pobreza en la provincia se duplicó en los últimos cinco años.

Para el segundo semestre de 2016, cuando arrancó la nueva serie estadística del INDEC, la pobreza en Comodoro y Rada Tilly ascendía al 15,7% de la población; mientras que en Trelew y Rawson llegó al 28%.

Cinco años más tarde saltó al 31,7% en Comodoro y Rada Tilly, en tanto que en Trelew y Rawson subió al 32%. El aumento en el conglomerado sur fue del 101% y mostró una duplicación de la pobreza; mientras que en la zona del Valle se incrementó 14,3%.

De los 72.333 pobres que se contabilizaron entre ambos conglomerados en el segundo semestre de 2016, se pasó a los 121.894 registrados en la segunda mitad del año pasado. El incremento fue de casi 50 mil nuevos pobres en tan solo cinco años, que representaron un aumento en promedio provincial del 68%.

La indigencia tuvo un salto aún más significativo y llevó a la miseria más absoluta a miles de chubutenses. De los 8.465 indigentes que se contabilizaron en 2016 se pasó a 20.241 personas que no juntan el dinero necesario para alimentarse todos los días. El incremento fue del 139%, que representó el hundimiento en la miseria de 11.776 nuevos indigentes.

La asistencia del Estado a esos miles de familias empobrecidas e indigentes parece una utopía dentro de una provincia abrumada por el déficit de las cuentas públicas y los vencimientos mensuales de las deudas gemelas en dólares y pesos.

Resolver este desafío demanda audacia y voluntad política. Solo con un cambio de rumbo profundo sería posible cambiar el problemático esquema de ingresos insuficientes para solventar un Estado escuálido y sin capacidad de respuesta antevlas necesidades básicas de una población que sufre la depreciación del salario y el crecimiento del desempleo, la pobreza y la miseria.