Morir en el petróleo: Chubut y Neuquén tienen altísimos niveles de accidentes en los yacimientos

Por Marcelo García / El extremo sur de la Patagonia.- La muerte del obrero petrolero Rodrigo Fonseca volvió a reabrir la polémica y las críticas a las operadoras por las medidas de seguridad en la actividad hidrocarburífera de Chubut. El sindicato convocó a una medida de fuerza por el luto y sus dirigentes admitieron que las empresas reducen los niveles de seguridad para aumentar la productividad que le permita poder competir con los bajos costos de extracción en Vaca Muerta. Lo cierto es que tanto Chubut como Neuquén se encuentran en uno de los peores momentos en cuanto a la cantidad de accidentes en la actividad petrolera de los últimos años y se siguen contabilizando muertes evitables en los yacimientos. El año pasado se contabilizaron 1.079 incidentes laborales en los yacimientos chubutenses y 1.033 en los neuquinos.

Fallecimientos y accidentes en elevadísimos niveles constituyen una constante que viene dominando los yacimientos de las dos principales provincias productoras de hidrocarburos del país. Chubut y Neuquén concentran muy altos índices de accidentes laborales y alcanzaron los máximos valores de los últimos años.

La Superintendencia de Riesgo de Trabajo (SRT) informó que solamente en 2022 se registraron 1.079 accidentes laborales contabilizados en el sector de minas y canteras de Chubut, mientras que en el Neuquén la cifra ascendió a los 1.033 casos.

Durante el año 2022 en Chubut la cantidad de accidentes aumentó el 1,2%, pasando de 1.066 a 1.079; pero en Neuquén saltó un 29,3%, para llegar a los 1.033 accidentes informados frente a los 799 que se habían contabilizado en el 2021.

Debido a que no se informan los accidentes puntuales del sector petrolero, es válido tener en cuenta que el sector de minas y canteras está representado en ambas provincias casi en su totalidad por la actividad hidrocarburífera mientras que la minería tiene una incidencia menor en los registros de empleo y accidentología.

Los números trágicos del año pasado son los más elevados que se contabilizaron en los últimos 25 años y -más allá de las variaciones vinculadas a la cantidad de puestos de trabajo registrados y cubiertos por las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (SRT)- lo cierto es que los indicadores revelan la profundización de una problemática que cada vez golpea con más fuerza en los riesgosos yacimientos petroleros.

Lo cierto es que los valores de accidentología registrados en el 2022 son los más elevados desde el 1997 y muestran una tendencia preocupantemente alcista con vistas al futuro.

La denuncia de Ávila

Tras la muerte de Fonseca, Carlos Gómez -secretario adjunto del Sindicato Petroleros Privados- señaló a LU4 que “La actividad petrolera demanda medidas de prevención de seguridad para que no se generan accidentes de trabajo o inclusive enfermedades profesionales… No es fácil conseguir esa competencia de la Cuenca con Vaca Muerta por los costos operativos y es por eso que se busca abaratar costos en las empresas contratistas, pero hay que buscar que no se toque la variable de la seguridad”.

El revelador reconocimiento de Gómez muestra a las claras el mal momento por el que atraviesan los obreros petroleros que se desempeñan en los yacimientos e inclusive en las bases de operaciones, porque el fallecimiento de Fonseca se produjo en la base de la contratista Nova Drill que puso a su personal a realizar tareas de campo en la base.

El propio sindicato que conduce Jorge “Loma” Ávila indicó que el obrero “se encontraba maniobrando un ensayo hidráulico” y denunció que “La empresa que podría hacer trabajo en el campo, pero decidió hacerlo en Comodoro. Quieren hacer el trabajo sin mirar las consecuencias de realizarlo en la ciudad para aminorar los costos, y terminan en esto… No tenemos que dejar que los costos sean más baratos, ese costo que se le baja a la producción termina llevándose una vida humana”.

Neuquén, flexibilización y muerte

Una postura similar había adoptado en mayo pasado el sindicato de la Cuenca Neuquina. “Cansados de los accidentes trágicos que cuestan vidas o dejan trabajadores mutilados y ante la ausencia de respuestas de parte de las empresas y del Gobierno Nacional para poner fin a esta situación, decidimos poner en marcha un plan de lucha definido el jueves pasado”, indicaron desde el gremio en un comunicado.

Reducir costos laborales operativos para hacer más “competitivos” a los yacimientos de Chubut y la Cuenca del Golfo San Jorge para de esa manera equiparlos con los de Vaca Muerta, tal como lo admitió el sector gremial, es una política que viene llevando adelante las operadoras que han contado con el beneplácito político y sindical para flexibilizar las condiciones de trabajo y super explotar a los trabajadores en favor de las ganancias empresarias.

El principal ariete lo insertó el sindicalista neuquino Guillermo Pereyra cuando en 2017 firmó junto al gobierno de Mauricio Macri una adenda flexibilizadora para reducir costos y aumentar la productividad en los yacimientos no convencionales de Vaca Muerta.

Luego esas medidas se extendieron a los yacimientos convencionales de dicha Cuenca y llegaron también a la Cuenca del Golfo San Jorge.

La consecuencia directa son el aumento de los accidentes de trabajo, pero también las muertes obreras en los yacimientos. Al caso de Fonseca se le suman en Chubut los fallecimientos de Juan Acosta y Pedro Ezequiel Carrillo sucedidos con poco más de un mes de diferencia durante el 2021 en Cerro Dragón.

Desde Vaca Muerta los fallecimientos proliferaron de manera aún más abultada y desde la flexibilización de 2017 se contabilizaron 15 trabajadores petroleros muertos en los yacimientos de la Cuenca Neuquina.

La disparada post Vaca Muerta

La irrupción de los hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta como prioridad extractiva de las operadoras y el sector político habilitó a la extrema productividad en los yacimientos de la Cuenca Neuquina y también de la Cuenca del Golfo San Jorge.

Ese proceso se reflejó de manera directa en el incremento de los accidentes registrados en las provincias de Chubut y Neuquén que son el epicentro de la producción de los hidrocarburos convencionales con Cerro Dragón y de los no convencionales con Vaca Muerta.

Los datos disponibles de la SRT permiten cotejar lo sucedido desde 2007 y allí se observa que Neuquén mantenía un nivel de accidentes mucho más alto que Chubut en el inicio de la secuencia.

Buena parte de la explicación de esas diferencias hay que encontrarla en los procesos de luchas y conflictos que se suscitaron en los yacimientos chubutenses durante los años previos al análisis y que se desembocaron en mejores condiciones laborales junto a controles más efectivos para evitar los accidentes.

Esa tendencia se mantuvo relativamente constante en Chubut hasta 2013, coincidiendo con el proceso posterior a la derrota del proceso de los Dragones y la imposición de nuevos niveles de explotación en los yacimientos chubutenses. El período comprendido entre los años 2013 y 2015 fueron los de más elevado índice de accidentología en Chubut, pero los últimos registros se aproximan de manera alarmante a esos datos de casi una década atrás. La aparición de Vaca Muerta como epicentro productivo del país se produjo desde el 2012 y los indicadores muestran claramente cómo aumentaron los accidentes en Neuquén durante los años subsiguientes.

El frustrado despegue de Vaca Muerta hizo retroceder los indicadores hasta la aparición de la pandemia, pero tras el COVID se disparó la producción, la cantidad de obreros del sector y al mismo tiempo comenzó a crecer la accidentología en Neuquén presagiando la vuelta de los peores índices registrados entre el 2013 y el 2015.

Producción frente a los accidentes

No siempre hay un vínculo estrecho entre los niveles de extracción de crudo y la cantidad de accidentes informados en los yacimientos, pero queda claro a que mayor flexibilización y aumento de la productividad se incrementan los accidentes laborales.

La secuencia elaborada muestra cómo, por ejemplo, en el caso de Neuquén se registraban muy pocos accidentes por millón de barriles producidos hasta principios de este siglo; mientras que en Chubut y luego de la llegada de Repsol a YPF subió marcadamente ese indicador de confección propia.

Vale considerar que en 1997 Chubut producía casi 42 millones de barriles de crudo anuales, ocupando a 4.020 obreros petroleros; y Neuquén alcanzaba los 111 millones con un registro ocupacional de 5.470 trabajadores. En Chubut ese año se contabilizaron 182 accidentes y en Neuquén 170.

Chubut alcanza su pico de producción petrolera entre los años 2005 y 2010, con casi 60 millones de barriles en promedio, mientras que la planta de personal promedió los 10.000 obreros. El indicador en cuestión no sufrió grandes saltos al alza y sí experimentó fuertes descensos en los años 2007 y 2009, tras la alta conflictividad que obtuvo conquistas laborales importantes; aunque subió levemente en 2008 con los altos precios del crudo.

Esa tendencia relativamente estable se mantuvo hasta 2012. De ahí en más se rompió la tendencia, generando una disparada en la cantidad de accidentes informados por cada millón de barriles producidos.

En 2015 se llegó al punto más alto en Chubut y luego los registros continuaron muy por encima de la media, aunque la producción anual promedio había descendido. Sin embargo, en los últimos dos años se alcanzaron los niveles más elevados producto de la retracción de la producción y los récords antes mencionados de accidentes registrados en la provincia.

En el caso de Neuquén hubo un pico en 2008, coincidentemente con la disparada del precio internacional del crudo y la “argentinización” de YPF a manos del Grupo Eskenazi; pero luego descendió con una estabilización hasta el 2012.

El aumento de la cantidad de accidentes cada millón de barriles producidos tuvo puntos más elevados entre los años 2013 y 2015, cuando se forzó desde Nación el despegue de Vaca Muerta, y luego los indicadores se mantuvieron estables pero elevados.

Tras la flexibilización de 2017 con la adenda nuevamente subieron los índices aunque la extracción de crudo Medanito neuquino aún seguía estancada por debajo de los niveles del 2010; es decir que se producía lo mismo o menos con mucho más trabajadores pero los accidentes eran elevados.

El primer salto importante de la producción de Vaca Muerta se dio en 2019 sumando 10 millones de barriles, y los accidentes decrecieron para hacer bajar el indicador.

Luego del frenazo generado por la pandemia se volvió a incrementar el indicador de accidentes por millón de barriles producidos, pero subió notoriamente la cantidad de crudo extraído por lo que aún no se retomó la senda de muy altos niveles registrados entre los años 2013 y 2018.

De mantenerse la tendencia de fuerte aumento de los accidentes registrada en 2022, donde subió un 30% interanual, y de no registrarse un crecimiento importante de la producción es de esperar que el indicador vuelva a mostrar una accidentología similar a la de los cinco primeros años en que se impulsó Vaca Muerta.

Fuente: El extremo sur de la Patagonia