Ese es el monto desembolsado en las plantas que ya producen y en las que se inaugurarán en 2008; boom de exportaciones
Por José Crettaz.- El furor por los biocombustibles ya es una realidad palpable en el país, al menos en lo relacionado con el biodiésel. Ocho plantas, que sumaron una inversión de US$ 110 millones, ya cuentan con la habilitación de la Secretaría de Energía de la Nación para operar y otras cinco -que demandarán una inversión de 187 millones- se inaugurarán durante los próximos meses. Esto, sin contar los últimos anuncios.
En total son casi US$ 300 millones de inversión que ya comenzaron a generar ingresos. En 2007, la Argentina exportó biodiésel por US$ 66,3 millones, con un crecimiento del 1364% respecto de 2006, cuando se exportó por 4,5 millones, según un relevamiento de IES Consultores. El salto se debe sobre todo a la puesta en marcha de estas industrias.
En conjunto, estas 13 plantas tendrán una capacidad de producción de 1,6 millones de toneladas anuales de biodiésel, volumen de que se alcanzaría a mediados de 2008. Salvo pocas excepciones, la mayor parte de esta naciente industria forma parte del polo aceitero del Gran Rosario, a la vera del río Paraná.
Es que el aceite de soja es el paso previo a la conversión de la oleaginosa en combustible, y la Argentina es un actor clave de ese sector: segundo productor, con un 18,3%, y primer exportador mundial, con 6,25 millones de toneladas. Existen en el país unas 50 fábricas de aceite activas, con una capacidad total de crushing (procesamiento) de 156.700 toneladas diarias.
Además de las fábricas de biodiésel en funcionamiento y las que se inaugurarán en 2008, según la estadística que lleva la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH), están analizándose otros 20 proyectos. De concretarse, agregarían más de US$ 500 millones adicionales de inversión. Entre otras empresas, Repsol YPF, Cargill, Oil Fox, Gea Biodiesel, Enarsa, Rosario Bio Energy, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) y Agricultores Federados Argentinos (AFA) planean instalarse en Santa Fe.
Pero la naciente industria del biodiésel también podría tener referentes fuera del polo aceitero santafecino. En Santiago del Estero (Villuco-Grupo Citrusvil), Entre Ríos (Goldaracena) y Chaco (Biocombustibles Federales) también hay proyectos en estudio. Por otro lado, varias compañías internacionales, como la holandesa Biokraftstoffe Vom Süden y las norteamericanas Pure Biodiesel, Imperial Renewables y World Energy, están evaluando instalarse en el país.
“Esas plantas destinaron su producción prácticamente en su totalidad al mercado externo, y ya habían sido diseñadas para ese objetivo. Por eso, la exportación en cantidades saltó de 5800 toneladas en 2006 a 83.600 tonleadas en los primeros diez meses de este año, con un incremento de 1587 por ciento”, explicó Alejandro Ovando, director general de IES Consultores. Al boom del biodiésel hay que sumarle el del etanol, que si bien no está tan desarrollado también promete fuertes inversiones.
“Hay que sumar US$ 900 millones para el desarrollo de una capacidad instalada de 1,2 millones de toneladas anuales de producción de etanol anhidro de cereales con destino a la exportación [los anteproyectos de Cía. Azucarera Los Balcanes, San Martín del Tabacal, Arcor, Adeco Agropecuaria, Green Pampas, Grupo San José, Grupo Cartellone, Los Grobo Agropecuaria y Bioetanol Río Cuarto, entre otros], la ampliación de destilerías de alcohol de caña y la instalación de una planta de deshidratación de etanol de caña en Santiago del Estero; en este último caso destinada a abastecer el mercado interno”, detalló Claudio Molina, director ejecutivo de la AABH.
A mezclar
A partir de 2010, la ley de biocombustibles -que obliga a mezclar en porcentajes crecientes nafta y gasoil con biodiésel y etanol- generará una demanda anual de entre 690.000 y 800.000 toneladas de biodiésel y 208.000 toneladas de etanol para que estos insumos compongan hasta el 5% de que carguen los automotores. Según un trabajo de la Fundación Exportar, y de acuerdo con estimaciones privadas, “la demanda interna de biocombustibles podrá suplirse con apenas un 9% de la producción de aceites vegetales y un 2% de la cosecha de maíz”. Por eso, se abre un horizonte promisorio para la exportación de estos combustibles alternativos.
“La Unión Europea se planteó como meta para 2010 una penetración del 5,75% de biocombustibles para transporte. Hacia Europa, precisamente, se dirigió el 86% de las exportaciones argentinas de biodiésel durante 2007”, afirmó Sergio Kaufman, socio de Accenture Argentina y director del área de Recursos Naturales y Servicios Públicos para América latina de esa consultora. Todos son esfuerzos para sustituir el petróleo, escaso y caro, lo que torna más rentables los biocombustibles.
Hasta ahora, la exportación de biodiésel paga un 5% de retenciones y tiene un 2,5% de reintegro. Entre los industriales existe el temor de que el Gobierno eleve ese tributo para acercarlo a lo que paga el aceite de soja, que con el último incremento quedó en el 32% de retenciones. La tonelada de biodiésel cotiza actualmente por encima de los US$ 800, pero aún está por debajo del aceite de soja, que tiene un valor de 850.
“Para nuestro país, esto representa un escenario ideal para incorporar más innovación al campo y sumar así más tecnología, empleos y valor agregado a la actividad agropecuaria en la Argentina”, afirmó Kaufman. El estudio de Accenture -realizado en 20 países- revela que es probable que las empresas que tengan éxito en la industria de biocombustibles en 2012 serán las que puedan sortear el entremado de reglamentaciones locales y sean lo suficientemente flexibles como para abordar un amplio rango de temas desconocidos, como por ejemplo: el surgimiento de tecnologías de segunda generación, el desarrollo del mercado híbrido de automóviles y las acciones adoptadas por fuertes consumidores de energía, tales como China, India y Japón.
La Nación