Es un aumento de $ 5 a $ 10 en la luz para que las compañías afronten ajuste salarial
Silvia Peco
Por ahora quedó abierto un compás de espera para un ajuste en las tarifas eléctricas, tras el encuentro que mantuvo el sindicalista Oscar Lescano, de la Federación de Luz y Fuerza, con Cristina de Kirchner el último viernes.
Se entiende que en una semana política altamente conflictiva por el enfrentamiento entre el Gobierno y la oposición y con el Grupo Clarín, la presidente haya pedido tiempo al gremialista para pronunciarse sobre un aumento de tarifas que permita a las empresas pagar el costo de una suba salarial para este año.
Lescano viene proponiendo un aumento de $ 5 a $ 10 en las tarifas de Edenor, Edesur y Edelap, las distribuidoras que dependen del Estado nacional, para que esas compañías puedan afrontar el pago de un sueldo anual extra, de modo de compensar la diferencia entre el 22% de ajuste firmado por Luz y Fuerza en marzo, y los porcentajes cercanos al 30% que obtuvieron los gremios que negociaron después.
Pero además de la presión sindical, las propias empresas están presionando por una mejora en el margen que perciben, con cierta convicción de que si no lo logran antes de fin de año, en 2011, con la campaña electoral lanzada, será imposible de obtener. Las tarifas de las distribuidoras bajo jurisdicción nacional aumentaron en 2007 para usuarios industriales y en agosto de 2008 para hogares con consumos superiores a 650 kilovatios bimestrales. Desde entonces, quedó pendiente la renegociación tarifaria integral que prevén los contratos y que se congeló a partir de 2002, salvo los aumentos mencionados.
Para recomponer sus márgenes, las compañías manejan distintos escenarios, uno de los cuales sería encarecer el consumo de los hogares en el horario de mayor demanda entre las 17 y las 23. La propuesta, sin embargo, estaría destinada principalmente a recuperar los precios de la generación más que el margen de las distribuidoras.
El proyecto contemplaría el cambio de medidores en todo el país para los segmentos de residenciales que consumen más de 1200 kilovatios por bimestre. Pero el costo de los nuevos medidores -al estilo de lo que ocurrió con las lámparas de bajo consumo- sería para el Estado, con el argumento de que cobrar más caro el consumo en el horario pico permite eficientizar la infraestructura y llevar a un ahorro de potencia (la energía consumida en el mismo momento).
No obstante, hay empresas que dudan de que el sistema, que se aplica en otros países como Chile y Brasil, tenga resultado en la Argentina. «Con tarifas tan bajas como las actuales, habría que elevar drásticamente el precio en el horario pico para realmente desalentar el consumo», se afirmó en medios empresarios. Algo que ya le pasó al Gobierno cuando aplicó el aumento de noviembre de 2008 para pagar importaciones de fuel oil y gasoil para generación: el impacto fue tan fuerte que debió reducir en el 100% el alza en junio y julio, y en el 70% en agosto y setiembre.
Ámbito Financiero