Leonel Plügel entrevista al ambientalista franco-alemán
Es esencial convencer a la sociedad de que es indispensable la transformación ecológica de la economía para evitar que crisis como la actual se repitan, sostuvo el diputado Daniel Cohn-Bendit, líder del Partido Verde Europeo.
Quien fuera una de las figuras más emblemáticas del levantamiento estudiantil francés de mayo de 1968, cuando la prensa lo llamó Dany, el Rojo, abrazó la causa ecologista a fines de la década del 70 y desde 1994 ocupa un escaño en el Parlamento Europeo.
De visita en Río de Janeiro para debatir en la conferencia “Ecología en el siglo XXI”, organizada por el Partido Verde local, Cohn-Bendit también dijo a IPS que los cambios para afrontar el problema ambiental, al ser planetario, “deben efectuarse por medio de la vía democrática”.
¿Cuál es el futuro de la Unión Europea después de la crisis económica que afectó a Grecia, España y otros países miembros, y también cuáles son sus consecuencias?
Europa creció a lo largo de su historia atravesando crisis. Si entendemos en qué nos hemos equivocado para que llegar a esta situación a tan sólo una década del nacimiento de la zona euro, creo que saldremos más integrados, seremos “más Europa” aun.
¿Cuál puede ser el impacto ambiental de esta crisis? ¿Existe la posibilidad de que se flexibilicen los controles de contaminación en nombre de una rápida recuperación económica?
Ese es el gran debate en Europa en estos días: la necesidad de mayores controles en una economía capitalista y de mercado para que no afecten las cuestiones ecológicas.
No puedo decir quién ganará, cuál postura se impondrá, pero sí es una realidad que en Europa está creciendo el planteo del Partido Verde.
Creo que la salida para Europa es un debate y consenso entre el Partido Verde y la socialdemocracia.
El problema es que los verdes participamos poco de los gobiernos. Eso no quiere decir que sea necesario que tengamos más ministros, no quiero serlo. Pienso que nuestra presencia debe ser incentivando una inteligencia política que realmente sea tenida en cuenta.
El origen de estas crisis es que la premisa del capitalismo es siempre acumular más y lo más rápido posible. Hemos vivido durante décadas a un ritmo desenfrenado de crecimiento que ha llevado a la degradación del ambiente y sus efectos sobre el cambio climático.
¿Y con respecto impacto social? El ajuste para económico afectó al ciudadano común y subió el desempleo.
No creo que se reduzcan, por ejemplo, los derechos laborales. Igualmente, estamos en le medio de la crisis y, consecuentemente, el debate sobre este punto no ha terminado. Por supuesto, los sindicatos y los trabajadores defienden sus derechos y habrá que consensuar posiciones.
En ese contexto, ¿cómo es posible llevar adelante políticas ambientalistas?
Nuestras iniciativas se aplican porque, precisamente, todas las crisis que hemos atravesado son consecuencias de un crecimiento desmedido, a cualquier costo. La población de menos recursos es la que más sufre, y no sólo en cada crisis económica sino también los efectos sobre el ambiente.
Por ese motivo, es necesario convencer a la sociedad de que es indispensable una transformación ecológica de la economía. En el caso que eso no ocurra, el sistema económico, la sociedad toda enfrentará más y más crisis, y sus consecuencias ambientales serán cada vez peores.
Siempre pongo el ejemplo de Alemania como mejor forma de mejorar la calidad de vida de un país a partir de iniciativas de cuidado del ambiente. Cuando comenzó a invertir en energías limpias en vez de la nuclear, hubo una transformación ecológica que también se plasmó en la economía real de las personas porque se generaron más empleos.
¿Cómo se puede replicar ese tipo de estrategia en América Latina y África, ya que la realidad social es completamente diferente al mundo industrializado?
Primero, el intercambio de información entre grupos ecológicos de América Latina y de Europa es constante. De esa forma, es posible contextualizar las medidas para cuidar el ambiente. Lo mismo sucede con África.
No hay que perder de vista que el movimiento ambientalista es global y nuestras propuestas son soluciones planetarias. En los lugares donde más impera la desigualdad social y económica es donde más se debe luchar para llevar a cabo una transformación ecológica.
Esa es la razón que los problemas del ambiente en Brasil y en el resto de América Latina o el mundo son iguales, porque debemos concretar un cambio de paradigma económico y social.
Sin embargo, es imprescindible que esos cambios se den dentro del contexto y las características sociales de cada continente, porque es imposible copiar o pensar que esas transformaciones se harán de igual forma en todas partes.
¿Las medidas para cuidar el ambiente pueden afectar el derecho a la autodeterminación de los estados?
Los cambios ecológicos deben efectuarse por medio de la vía democrática y a través de políticas que se disparen en varias direcciones.
La democracia tiene que estar ligada al derecho internacional. Por eso trabajé para la formación de la Corte Penal Internacional, porque no podemos permitir que se imponga la ley del más fuerte. También abogo porque la Organización Mundial del Comercio integre a los sindicatos y tenga en cuenta las convenciones laborales.
Al mismo tiempo, considero que toda legislación industrial de Europa debería valer para el resto del mundo, así se evitan la transferencia de industrias a países donde las regulaciones y controles ambientales son menores.
¿Cómo observa los cambios que se han dado en el mundo en estos 42 años que han pasado desde el Mayo Francés?
Este es otro mundo y sus problemas son otros. La estructura de la sociedad también es completamente diferente. Por ello, entiendo que es imposible comparar aquellos años con la problemática actual.
Tampoco creo que sea posible comparar aquella generación con la actual, porque las preocupaciones no son las mismas. Hoy tal vez sea más difícil para los jóvenes, porque sus preocupaciones pasan por la inestabilidad laboral, la ecología y sobre un futuro que quizá no sea tan promisorio.
¿Es verdad, como se ha publicado, que se arrepiente de ese levantamiento estudiantil?
Nunca he dicho eso. Lo que sí he declarado es que debemos dejar atrás el Mayo del 68 porque vivimos en otros tiempos y la coyuntura política y social es otra. Como siempre he dicho que debemos mirar hacia adelante, entonces se piensa que reniego del pasado. Nada de eso, no me reprocho nada y, por el contrario, me siento muy bien por haber participado.
IPS