La sangrienta revuelta popular de Libia pegó con fuerza ayer en los mercados. El petróleo subió más del 6% y se teme que otros países productores también se vean jaqueados por reclamos. El oro volvió a ser favorito de los inversores. Superó los 1.400 dólares la onza. No se ve una salida rápida al conflicto, porque el reclamo popular se extiende cada vez a más países.
Londres – La revuelta libia provocó ayer una fuerte suba del precio del petróleo, mientras el oro volvió a superar los 1.400 dólares la onza ante la búsqueda de refugio por parte de los inversores. El barril WTI subió el 6,06%, para ubicarse en u$s 91,40 al cierre de la rueda. El Brent cerró con un incremento del 5,60% hasta superar el nivel de u$s 108. El petróleo del Mar del Norte para entrega en abril, de referencia en Europa, cerró 3,22 dólares por encima de la sesión del viernes.
La suba del crudo genera especial preocupación. De mantenerse el rumbo alcista, podría impactar más en los precios, debido a los efectos en el costo de la energía. Según algunos cálculos que circulaban ayer, si el crudo subiera entre 20 y 30 dólares más, podría además provocar un regreso a la recesión en los países desarrollados.
Ese precio no se registraba desde comienzos de septiembre de 2008, cuando se inició una progresiva baja del crudo en Londres desde el pico de u$s 147,5, que alcanzó en el mes de julio y que marcó su récord histórico.
Esa tendencia alcista en el precio del barril es un reflejo de la inquietud existente en los mercados, que temen que un aumento sostenido de las tensiones políticas en Oriente Medio y en el norte de África lleven a un alza en los precios del petróleo.
El levantamiento en Libia ocurre tras el triunfo de las revueltas populares en Egipto y Túnez, que acabaron, respectivamente, con los regímenes de Hosni Mubarak y de Zine el Abidin ben Ali y que se han extendido por otros países de la región como Argelia, Yemen, Bahréin y Jordania. Libia, país miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, tiene una producción diaria estimada de 1,3 millón de barriles de crudo y una reserva de 36.000 millones de barriles, representando este sector un 50% de la economía del país.
La tensión política existente en Egipto, donde las protestas ciudadanas forzaron la dimisión del presidente Mubarak, y en Bahréin también se hizo notar en las últimas semanas en el mercado de futuros de Londres, donde la revalorización del crudo ha sido del 9% desde finales de enero.
Antes de que comenzara la crisis en Egipto, que tuvo su origen en las revueltas previas en Túnez y que fue espoleta de la agitación civil en otros países, como Bahréin y Yemen, el Brent cotizaba en el ICE por debajo de los 97 dólares.
Sin la referencia de Wall Street, con mercados en baja y una creciente incertidumbre por el futuro de Libia y otros países del norte africano, el oro actuó como refugio, subiendo hasta los u$s 1.407. Fue un aumento del 1,4% y de casi 20 dólares la onza. Se estima que al menos en las próximas semanas su cotización seguirá firme ante un contexto muy volátil. (Agencia EFE)
Ambito
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Tres petroleras ya dejaron de extraer
El sensible mercado internacional, dominado por capitales especulativos, sigue reflejando el temor a una nueva crisis del petróleo como la de los ’70. El crudo en Nueva York pegó ayer un salto del 8 por ciento. El Brent, en Londres, consolidó la suba del lunes.
La escalada del precio del petróleo a raíz de la convulsión en las calles de Libia, sumada a la decisión de varias empresas extranjeras ayer de suspender la producción de hidrocarburos hasta que se restablezca la calma, despierta el temor de que se desate una nueva crisis internacional. Esa es la sensación que se vive principalmente en la Unión Europea, donde España e Italia ya se ven ante la perspectiva de la interrupción del suministro de gas que reciben desde las costas africanas.
Los ministros de los países exportadores asociados a la OPEP, reunidos en Riad (Arabia Saudita), intentaron llevar calma al mundo garantizando el aprovisionamiento más allá de lo que suceda con Libia. Sin embargo, las noticias que llegaban desde Trípoli distaban de ser alentadoras, y no sólo por la violenta represión y las muertes en las calles. Las petroleras internacionales que durante el fin de semana habían decidido evacuar a familiares de sus trabajadores, manteniendo guardias operativas mínimas, ayer dieron un paso más al resolver suspender las operaciones. Al menos, esto fue lo que comunicaron Repsol (española), ENI (italiana), y se asumía que lo propio haría Total (francesa).
Con estos antecedentes, más el encendido discurso de Khadafi, el precio del crudo en las dos principales plazas cotizantes (Londres y Nueva York) confirmó la trepada del lunes. En Londres, el petróleo tipo Brent llegó a operar a 108,57 dólares por barril, 50 centavos por encima del máximo del día anterior, para cerrar un poco más abajo, a 105,78, en niveles muy próximos aunque levemente por encima de la última cotización del lunes. En Nueva York, que no había operado al comienzo de la semana por un feriado, el crudo tipo WTI (Golfo de México) se puso al día con una suba del 8 por ciento y un valor final de 93,57 dólares. La diferencia entre uno y otro se explica exclusivamente por la dependencia europea del abastecimiento de los países árabes.
El 40 por ciento de las exportaciones libias tiene por destino Italia, el 12 por ciento va a Alemania. Libia, además, cubre el 10 por ciento de las necesidades de gas de Italia. El gas que circula entre ambos países se transporta a través de Greenstream, un gasoducto de 520 kilómetros de largo que atraviesa el mar Mediterráneo, llegando a transportar hasta 8000 millones de metros cúbicos al año.
Estados Unidos ya empieza a reflejar en su mercado doméstico las consecuencias de la crisis árabe. Tanto el aceite de calefacción como la gasolina observaron ayer fuertes aumentos en las operaciones mayoristas a término.
Granos
Los temores y especulaciones en los mercados también afectaron a los granos, pero en este caso a la baja de las cotizaciones en la Bolsa de Chicago. La justificación fue que la prolongación de la crisis en el mundo árabe podría reducir la demanda de los principales granos. Los precios del trigo, el maíz y la soja retrocedieron a su máxima variación autorizada por el Chicago Board of Trade. El trigo se desinfló en un 7 por ciento, dado que el norte de Africa es una región habitualmente muy demandante del grano. El maíz con entrega en mayo cedió un cuatro por ciento para entrega en ese mes. También con el mismo plazo, la soja vio rebajar su cotización en un cinco por ciento.
En tanto, ayer desde Moscú se confirmó oficialmente la intención del gobierno de Medvedev de prolongar más allá del 1º de julio la suspensión de las exportaciones de cereales, vigente desde agosto del año pasado. El viceprimer ministro ruso, Viktor Zubkov, comunicó que el tema fue analizado durante la reunión de ministros con el jefe de Gobierno. El año pasado, al tomar esta decisión, Rusia se encontraba con que por la sequía y los incendios forestales la cosecha que había sido prevista en 95 millones de toneladas se habría de retraer a un volumen de 60 a 65 millones.
Página/12
La temible diplomacia petrolera
Por Eduardo Febbro.- Otra pieza despótica del ajedrez mundial empieza a perder su lugar en el tablero. La misma rabia ciudadana que deshizo los regímenes de Túnez y Egipto, e hizo tambalear luego los autocracias o las monarquías de papel y petróleo de Bahrein, Yemen y Jordania, se vuelca ahora contra el coronel Khadafi. El líder libio, repudiado por la comunidad internacional e integrado luego a golpes de contratos petrolíferos millonarios, sacó su carta de identidad vigente desde hace 42 años: represión y matanza.
Con los negocios como telón de fondo, muchos empezaron a ver en Khadafi un pintoresco dictador algo excéntrico y demodé a quien se le podían pasar por alto las excentricidades mientras no apoyara al terrorismo y mantuviera abiertas sus bocas petroleras. El pacto era tentador: Libia dispone de recursos petroleros inmensos que se traducen en una producción de un millón y medio de barriles por día, mientras que sus reservas alcanzan los 42 mil millones de barriles. El 79 por ciento del petróleo libio se exporta hacia los países de la Unión Europea (las democracias ejemplares). Es cierto que en Libia no existían las mascaradas democráticas como las elecciones trucadas (Egipto) o el partido único (Túnez).
La democracia simplemente no existe: los partidos políticos están proscriptos por ley (la Nº 71). Khadafi inventó un modelo casi único en el mundo cuyo eje son los Comités Revolucionarios que se encargan de todo. La disciplina se articula en torno de su programa, el famoso Libro verde que el coronel publicó en 1975. Libia, que es el país más rico de Africa, vive bajo el régimen de la Jamahiriya, el “Estado de las Masas” o la “Era de las Masas”. Sangrienta paradoja la que ofrece un dirigente que usa la aviación para bombardear a ese mismo “Estado de las Masas” que el socialismo khadafista se propuso gobernar.
Acusado de apoyar todas las formas posibles de terrorismo –desde la ETA, pasando por el IRA irlandés, los extremistas palestinos de Abu Nidal, la extrema derecha italiana y los movimientos insurreccionales de América latina–, Khadafi fue vinculado con varios atentados: el que derribó al avión de la compañía PanAm sobre la localidad escocesa de Lockerbie (1988, 270 muertos), los atentados contra los aeropuertos de Viena y Roma (1985) y una discoteca berlinesa. El ex presidente norteamericano Ronald Reagan ordenó una serie de bombardeos contra Libia que dejaron decenas de muertos –entre éstos, una hija adoptiva del coronel–, pero no terminaron con su reinado. Las sanciones internacionales que siguieron ahogaron al régimen hasta que en 2003 el sorpresivo coronel hizo las paces con el mundo: asumió la responsabilidad del atentado de Lockerbie, luego la del acto terrorista contra un avión francés de la empresa UTA (1989, 170 muertos). Khadafi aceptó indemnizar a las familias de las víctimas e incluso renunció públicamente a las armas de destrucción masiva.
Las grandes democracias de Occidente le perdonaron todo. Khadafi se convirtió en un aliado de la lucha contra el islamismo radical y el mundo reintegró a Libia en el seno de la comunidad internacional. Con ello, las empresas petroleras norteamericanas y europeas volvieron a operar en el país. La misma lógica que Túnez y Egipto. Poco importa cuántos presos políticos, cuántos exiliados o cuántos asesinados haya; poco importa si hay libertad de expresión y si los derechos humanos son respetados; sólo cuentan el petróleo y el gas. Khadafi fue recibido con honores por casi todos los dirigentes del Viejo Continente, siempre tan ávido a la hora de repartir consejos y dar lecciones de civilización, y tan olvidadizo cuando se trata de hacer negocios.
Libia es el cuarto productor de petróleo de Africa y exporta la mayoría de su oro negro hacia Europa, en particular Italia, Alemania, España y Francia. El ridículo, en materia de tiranos, no tiene fronteras: en 2009, Khadafi habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de… paz y seguridad. Molly Tarhuni, un experto en Libia miembro del grupo británico de reflexión Chatham House, comentó a la prensa que “los gobiernos extranjeros tienen muy poca influencia sobre Khadafi. Occidente se tragó la ilusión de la reforma”. Luis Martínez, integrante del Centro de Investigación y de Estudios Internacionales (CERI), explicó al vespertino Le Monde que “será difícil para la comunidad internacional obligar al régimen a moderar la represión. Trípoli practica una temible diplomacia petrolera. Si un gobierno se mete en los asuntos políticos interiores, se verá excluido de los mercados petroleros”.
Los visionarios de las capitales occidentales no vieron venir la ola democrática. El color negro del petróleo les tapó los ojos. El coronel tampoco supo sentir el corazón de su pueblo. Tarde o temprano se lo tragará la historia, es decir, el implacable movimiento de las masas. El socialismo libio terminará en la fosa común de los despotismos, mientras Occidente hará su tardío y ritual mea culpa sobre un abismo de cadáveres.
Página/12