Pese a su transformación tras el desastre en el Golfo de México, ahora se tropieza en Rusia
Por Guy Chazan
Tras la explosión en la plataforma Deepwater Horizon, que cobró la vida de 11 personas el 20 de abril de 2010, y el desastre ecológico en el Golfo de México, BP PLC parecía estar embarcada en una recuperación digna de estudio. Pero entones todo su progreso se hundió en el Ártico ruso.
Con la explosión y la catástrofe del derrame de petróleo todavía muy presentes en la mente de los inversionistas y el público, el gigante petrolero hizo en enero una maniobra audaz para evitar los problemas del pasado: anunció un acuerdo para buscar petróleo en el Ártico junto con la compañía estatal rusa, OAO Rosneft.
Pero sólo dos semanas después del anuncio, los socios de BP en su actual proyecto conjunto en Rusia -un trío de multimillonarios que controla 50% de TNK-BP Ltd.- obtuvieron una orden judicial para que se bloqueara el acuerdo.
El resultado es que la crisis de BP, con sede en Londres, se ha prolongado y tal vez incluso agravado, en lugar de resolverse. El éxito de los oligarcas en los tribunales ha sido humillante para el presidente ejecutivo de BP, Bob Dudley, que alardeó de la alianza con Rosneft como prueba de la resurrección de la compañía. También recalca su reputación como una empresa con tendencia a cometer errores que la hacen saltar de crisis en crisis. En los cinco años previos al desastre del Golfo, una explosión en una refinería de BP en Texas mató a 15 personas. La compañía también sufrió un enorme derrame en un oleoducto en Alaska.
“BP parecía estar en camino a la recuperación pero esto ha sido un gran escollo en el camino”, dijo Stephen Thornber, administrador del fondo de capital privado global Threadneedle Investments, un accionista de BP. El precio de laacción se ha precipitado alrededor de 11% desde que fue anunciado el acuerdo con Rosneft.
Con todo, BP está en una situación mucho mejor que la que atravesaba el año pasado, cuando pasó por “una crisis casi sin precedentes en su historia”, en palabras del presidente de su junta directiva, Carl-Henric Svanberg.
Desde hace tiempo, BP ha sido acusada de buscar las ganancias a costa de la seguridad. Como parte de su transformación, creó una nueva división de seguridad integrada por un equipo de 500 especialistas en condiciones de intervenir a la primera señal de problemas.
BP también cambió su política de remuneraciones, ligando el pago de bonificaciones más estrechamente al desempeño en materia de seguridad.
Gradualmente, parecía que BP se recuperaba. Además, la petrolera sigue siendo una máquina de generar dinero. El flujo de caja operativa del año pasado fue de casi US$30.000 millones. También dijo que duplicará sus inversiones en exploración, se desprenderá de la mitad de las inversiones en las refinerías de Estados Unidos y se concentrará en las oportunidades de crecimiento acelerado.
Mucha incertidumbre
Sin embargo, el futuro de BP no es todo color de rosa. “Todavía hay mucha incertidumbre”, advierte Thornber, principalmente sobre si las autoridades declararán a la compañía culpable de conducta irresponsable. “Si lo hacen, los costos de BP se podrían multiplicar”, agrega.
Esa es una de las razones por las que el precio de las acciones de BP todavía está casi 30% por debajo del nivel que registraba antes de la explosión del Golfo.
Desconfiando de las afirmaciones de la compañía de que había mejorado la seguridad y la administración de riesgo, Christian Brothers Investment Services encabezó una alianza que votó en contra del informe anual de BP durante una asamblea anual de accionistas celebrada la semana pasada y que fue inusualmente tensa. Los directores y ejecutivos fueron criticados por los inversionistas enojados por la caída de sus ingresos.
El naufragio del acuerdo con Rosneft no ha hecho más que alimentar esa frustración. Al principio, los accionistas se mostraron impresionados por el acuerdo, según el cual las dos compañías intercambiarían acciones y colaborarían en la exploración del Ártico ruso, un área que ha estado durante mucho tiempo fuera del alcance de petroleras extranjeras. Pero su entusiasmo inicial se desinfló cuando los socios oligarcas de BP pusieron en marcha su desafío legal, al alegar que BP no les informó sobre la asociación con Rosfnet, violando de esta manera el acuerdo que tenían con la petrolera británica.
La compañía todavía tiene esperanzas de que el acuerdo se pueda concretar pero el fiasco ha despertado profundas dudas sobre su liderazgo cuando se suponía que debía haber pasado la página y comenzado una nueva etapa.
La Nación