Por Camila Queiroz.- Desde 2004, se dedica internacionalmente el día 21 de septiembre a la lucha contra el monocultivo de árboles. En la capital de Chile, Santiago, la fecha se celebrará con una Feria de Educación Ambiental. Promovida por el Colectivo VientoSur, la Marcha Mundial de las Mujeres y la Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, entre otras entidades, el evento se realizará en el Paseo Bulnes, de 9h30 a 15h.
Según los organizadores, la feria tiene como objetivo repudiar la postura de las empresas CMPC (familia Matte) y Arauco (familia Angelini) –las mayores controladoras del millonario sector forestal chileno–, que intentan ser certificadas por el sistema FSC (Consejo de Manejo Forestal, por su sigla en inglés, Forest Stewardship Council). También formulan críticas a los elementos evaluados en el FSC, que no incluyen la consulta a los pueblos originarios, y a la relación empresa forestal y contaminación costera.
En Chile, las regiones más afectadas por los monocultivos están entre Talca y Valdivia, con miles de hectáreas de pinos. De acuerdo con los movimientos, los monocultivos cubren una superficie de casi tres millones de hectáreas; el 70% de ese total está bajo control de los grupos CMPC y Arauco y más del 90% son pinos o eucaliptos.
Destacan también que el modelo de desarrollo forestal fue impuesto por la dictadura militar, con el objetivo de abastecer a las fábricas de celulosa y aserraderos para la exportación. En aquella época, el gobierno de Augusto Pinochet dio tierras a las empresas CMPC y Arauco, así como “subsidios millonarios” y venta de propiedades estatales a bajos precios.
“Pese a los cambios político-administrativos que ha vivido Chile en los últimos 40 años, hoy los subsidios continúan. Estos grupos controlan todo el circuito forestal exportador, el segundo en importancia después de la minería”, denuncian.
De hecho, es un negocio lucrativo. Las dos familias involucradas son señaladas por los activistas como las más ricas de América Latina. Sólo en 2010, juntas, obtuvieron un lucro de 1.274 millones de dólares.
Para la población, quedan sólo los impactos socio-ambientales del monocultivo. Aliados, gobierno y empresas prometen empleos y desarrollo a las comunidades locales. Poco después, los campesinos terminan siendo expulsados de sus tierras, pues el monocultivo tiene impactos sobre los recursos hídricos, contaminados por agrotóxicos, y sobre el suelo, que se vuelve pobre. Esta situación hace inviable la agricultura familiar, aumentando el éxodo rural.
“En general las plantaciones son precedidas por la expulsión de la población local y por la destrucción del bosque del que dependían. En el mejor de los casos, las comunidades locales pasan a constituir mano de obra barata y esporádica, para la plantación y cosecha de los árboles que se realizará años más tarde”, subrayan.
Una muestra de los impactos negativos de los monocultivos está en los mayores índices de pobreza de Chile, encontrados justamente en las regiones con intenso desarrollo forestal, como Maule, Bío Bío y Araucanía, según el Ministerio de Planificación (Mideplan). En el mismo sentido, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) señala que los peores índices de Desarrollo Humano del país están en estas regiones.
Debido a este panorama, los movimientos exigen al Estado chileno que detenga la expansión de los monocultivos forestales en la región central del país; que no acepte ningún nuevo subsidio o incentivo estatal para proyectos que destruyan el bosque nativo; que realice estudios públicos sobre los impactos de la industria forestal; y que termine con el subsidio de los monocultivos de árboles instituido en 1974, durante la dictadura.
Más acciones
También en el marco del Día contra el Monocultivo de Árboles, se realizará mañana (21) en Montevideo, Uruguay, el Simposio Internacional sobre Forestación. El evento reunirá a organizaciones ambientales de América Latina, África, Asia y Europa.
Los participantes reflexionarán sobre las implicaciones del modelo forestal basado en el monocultivo a gran escala. Entre los aspectos fundamentales a debatirse se destacan el impacto de los monocultivos en el agua, en los prados; la apropiación de las tierras por empresas extranjeras y los impactos en las comunidades locales.
En Brasil, la ONG Fase Espírito Santo y la Red Alerta Contra el Desierto Verde realizarán una caravana con el Cineclub ‘Desierto Verde’ para recorrer puntos de expansión del eucalipto en el estado de Río de Janeiro y en el valle de Paraíba. La fecha de la caravana se definirá pronto, probablemente se realizará en la primera semana de octubre.
El gobierno de Río de Janeiro anunció la expansión, en más 1,5 millones de hectáreas, de plantación en masa de árboles. En todo el país, según el Ministerio de Medio Ambiente, hay más de seis millones de hectáreas ocupadas por árboles como pinos, eucalipto y acacia, que abastecen principalmente a la industria de papel celulosa y a la siderurgia.
Traducción: Daniel Barrantes – barrantes.daniel@gmail.com
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