Por Russell Gold | The Wall Street Journal Americas
Funcionarios del gobierno de Estados Unidos están haciendo lo posible para asegurar que la zona costera de su país esté protegida cuando Cuba empiece a perforar un pozo petrolero en aguas profundas en unos meses. El centro de la actividad estará a unos 100 kilómetros de los Cayos de la Florida.
Representantes de la Casa Blanca comunicarán esta semana a congresistas que EE.UU. inspeccionará la plataforma petrolera hecha en China antes de que la empresa española a cargo del proyecto, Repsol YPF SA, la traslade a territorio cubano.
Pero aún no está claro si el gobierno estadounidense o empresas de ese país podrían responder en caso de un desastre como el causado por la explosión en 2010 de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, dicen expertos de la industria y funcionarios del gobierno.
El sellado del pozo que estaba perforando Deepwater Horizon se demoró tres meses, durante los cuales se calcula que unos 4,9 millones de barriles de crudo se derramaron en el Golfo de México. Si el pozo cubano de Repsol, que está ligeramente en aguas profundas, presenta problemas, el yacimiento podría expulsar crudo al estrecho de Florida, desde donde puede ser arrastrado por las corrientes por toda la costa este de Estados Unidos. El país controla hasta 320 kilómetros de aguas desde la costa, pero en la zona del estrecho floridano, EE.UU. y Cuba acordaron dividirse el área por la mitad.
Cuba tiene poca experiencia con la exploración de petróleo en alta mar. En 2004, la isla perforó su primer y único pozo hasta ahora en aguas profundas, lo cual recibió poca atención. Desde entonces, el Servicio Geológico de EE.UU. ha dicho que podría haber una cantidad significativa de crudo sin explotar frente a las costas cubanas. La Habana podría vender el petróleo o usarlo para reducir su dependencia de las importaciones de Venezuela.
El pozo de Repsol está más cerca de Florida que cualquier otro yacimiento en la región, y aunque el Golfo de México es sede de una importante cantidad de buques y equipo de apoyo de la industria petrolera (incluyendo nueva tecnología diseñada después del derrame de BP para cerrar pozos en problemas) poco de eso podría ser usado en caso de un accidente en las aguas cubanas debido al embargo comercial que existe sobre la isla.
Ninguna de las dos empresas que desarrollaron capacidades para sellar un pozo tiene autorización del gobierno estadounidense para operar en Cuba.
Un funcionario estadounidense dijo que estaban revisando solicitudes de empresas para suministrar servicios de contención de derrames, pero no dio detalles adicionales.
Incluso si las empresas estadounidenses reciben autorización, llevar el equipo y el personal desde EE.UU. a Cuba sería lento y burocrático, advirtió Jorge Piñón, un investigador invitado de la Universidad Internacional de Florida, quien participará en la audiencia del martes en el Congreso junto con representantes del gobierno.
Repsol, que tiene varios negocios en EE.UU., no sólo ha acordado permitir que las autoridades de ese país inspeccionen la plataforma antes de entrar en aguas cubanas, sino que también está dispuesta a compartir detalles de los planes de exploración y operación, algo usual para las empresas que operan en EE.UU. Aunque hasta ahora la petrolera no ha compartido ningún documento.
Un alto funcionario estadounidense, que describió a Repsol como “extremadamente colaboradora y dispuesta a ayudar”, dijo que estaba seguro de que la empresa española haría todo lo posible por solucionar algo si se encuentra alguna deficiencia.
El vocero de Repsol, Kristian Rix, dijo que la petrolera sigue adelante con sus planes de perforar un pozo a unos 1.600 metros de profundidad, y que muchos otros pozos podrían seguir. Rix añadió que la empresa ha adoptado cualquier medida imaginable para garantizar la seguridad de las operaciones.
La Nación