ENTREVISTA: LUIS DEL RIVERO Presidente de Sacyr y vicepresidente de Repsol
El presidente de Sacyr Vallehermoso y vicepresidente de Repsol YPF, Luis del Rivero (Murcia, 1949), vive otra vez días agitados. Del Rivero, primer accionista de la petrolera con el 20%, no se entiende con el gestor de la compañía, Antonio Brufau. Mientras Del Rivero apuesta por diferir inversiones en el tiempo y por aumentar el dividendo (1,05 euros brutos en 2009), Brufau quiere a toda costa mantener el Plan Estratégico 2008-2012, que contempla inversiones de 32.800 millones, y apostar por la exploración y la extracción de crudo.
Pregunta. Pero, ¿qué está pasando en Repsol YPF?
Respuesta. Nosotros no hemos dicho nada. Asistimos con perplejidad a una jugada en la que se pone en nuestra boca cuestiones que no hemos dicho y por la que se nos pide responsabilidad. Hay cosas que nos parecen graves: por ejemplo, no hemos dicho que queramos desmantelar la empresa, ni paralizar Cartagena o Petronor, ni nada que se le parezca…
P. Sacyr, oficialmente, no dice… pero en Repsol suceden cosas nuevas. Como que el consejo tenga que votar la cuantía del dividendo a cuenta…
R. No hablamos de las deliberaciones en el consejo. Pero sobre el dividendo sí puedo decir cuál es nuestra posición. Pensamos que las compañías de petróleo tienen que tener el mismo dividendo que marca el sector. Hay 10 grandes compañías, de ellas dos son paraestatales y ocho privadas. Hay que hacer lo que hacen estas compañías. Y no sólo mantienen el dividendo, sino que lo aumentan. La media de las 10 primeras compañías de petróleo del mundo, cotizadas, han aumentado las previsiones de pago de dividendo en un 2%. No están locas. Creemos que lo mejor para los accionistas es hacer lo que hace el sector. Y lo que hacen es aumentar el dividendo una media del 2%, que llega al 7% si se quitan las empresas estatales. Y somos los primeros que estamos por el futuro a largo plazo de la compañía.
P. El año pasado no parecía ser así. Entonces, se hablaba de la venta de su 20% en Repsol a los rusos de Lukoil. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
R. Lo que es cierto es que nosotros no dijimos nada.
P. Pero se negoció…
R. Uno puede analizar quién trajo a Lukoil, por qué trajo a Lukoil. Pero eso es el agua pasada que no mueve molino…
P. La pregunta no la contesta… ¿Qué ha cambiado a lo largo de este año?
R. Hemos seguido diciendo que para nosotros, Repsol era una inversión muy importante. Y el año pasado, como éste, se pusieron en nuestra boca cosas que no dijimos. Nosotros somos un conjunto de ingenieros capaces de ganar el proyecto de la mayor desaladora del mundo, el puente de Messina en Italia o el canal de Panamá. Tenemos un concepto industrial.
P. Pueden ser ingenieros, pero a usted se le ha encuadrado entre los llamados señores del ladrillo, entre aquellos que vieron cómo se hundía un negocio y decidieron apostar por un sector que no era el suyo…
R. Eso de que no es el suyo… En la industria eléctrica, los ingenieros de caminos han tenido siempre un papel preponderante. Otra cosa será para eso que llaman el ladrillo, los promotores… pero para las empresas dirigidas por ingenieros de caminos, la energía es una cosa consustancial. Por otro lado, cuando se producen acumulaciones de capital en cierto momento, pues se invierte en lo que se considera conveniente.
P. Se puede examinar la inversión y la manera de invertir. A usted se le ha criticado por invertir basándose en deuda y expectativas bursátiles…
R. ¿Usted ha pagado su piso al contado? Nosotros pusimos en Repsol unos 1.400 millones de euros, un dineral, que en pesetas son como 230.000 millones y pedimos un crédito de 5.175 millones. Según quienes nos criticaban, en los talleres de La Moncloa se preparaba la operación y luego se encargaba al Santander que se hiciera o al ICO. También cuando hacemos inversiones en autopistas en Chile pues las pensamos pagar con los peajes. Y a lo mejor son a 20 años. Así funcionan las cosas en esta vida. Y si uno está dispuesto a invertir en una autopista en Costa Rica a 17 años, pues parece más razonable que esté dispuesto a invertir en la primera empresa de España. Porque Repsol, el año pasado, por facturación, fue la primera empresa por delante de Telefónica.
P. Entonces, lo de sus buenas relaciones con La Moncloa, ¿se queda en mito?
R. Nosotros siempre colaboramos con todos los Gobiernos.
P. Y en estos momentos de agitación en la que usted mismo ha dicho que es la primera compañía del país, ¿no ha recibido ninguna indicación desde el Gobierno? ¿No ha mantenido ningún intercambio de pareceres?
R. Para nada… Para nada… Para nada.
P. ¿Y con el segundo accionista de Repsol, La Caixa?
R. Siempre hemos tenido una gran lealtad al presidente de Repsol y a La Caixa, porque cuando decidimos invertir en esto, por cierto que fue una idea del consejero Demetrio Carceller, cuyo abuelo inició la industria del petróleo en España, lo primero que hicimos fue ir a ver al presidente entonces de La Caixa, Ricardo Fornesa y pedir permiso para hacerlo. Hoy ya no está el señor Fornesa, está el señor Fainé, que siempre nos ha parecido un señor de primera división. Comulgamos mucho con sus ideas.
P. Le había preguntado si se había reunido con La Caixa recientemente.
R. En una compañía como ésta, lo lógico es que se tengan contactos con todos los accionistas. También hemos tenido contactos con Pemex. Con La Caixa estamos especialmente en relación, puesto que le pedimos permiso para invertir ahí.
P. Si tanta animación como hay en Repsol no es por una simple cuestión de dinero, ¿de qué se trata entonces? ¿De cambiar la gestión, de cambiar al gestor… de quién manda verdaderamente…?
R. Es que nosotros no detectamos tanto nerviosismo. Es una pelea teórica entre lo que dicen que ha dicho fulanito y menganito… Nosotros sólo decimos que en tiempos de crisis, todas las familias, los Estados, individuos, empresas, revisan sus planes, los que sean. No hay ninguna Biblia. Creemos que España debe tener 10 multinacionales de primera división. Como tiene bancos de primera o una compañía, Telefónica, que hace 20 años nadie hubiera dicho que podía ser mayor que BT…
P. Pese a esa idea de multinacionales hispanas, el año pasado quería vender Repsol a los rusos…
R. Nunca dijimos nada… Agua pasada no mueve molino.
P. Y en medio de esa pelea que usted califica de teórica… un juez le cita a declarar como imputado por supuestos delitos en la operación Itínere-Europistas.
R. El proceso parte de 13 accionistas de los 7.000 de Itínere-Europistas. La CNMV examinó y tramitó la fusión sin problemas. Hubo cinco expertos independientes que examinaron la operación. Y, al fin, ¿quién no ha sido imputado en este país?
P. Tras la victoria en concursos como el canal de Panamá o el puente de Messina y con la que está cayendo en casa, ¿los grandes proyectos internacionales se han convertido en la tabla de salvación de una constructora como Sacyr?
R. Hace tres años vendíamos 300 viviendas al mes. A principios de este año la cifra cayó hasta 30, pero vamos a cerrar el año con 150 ventas mensuales. Es decir, es verdad que está cayendo, pero de alguna manera empieza a caer menos. Y también hay que destacar al actual ministro [José Blanco]. Ha dado muestras de arreglar asuntos que llevaban tiempo enquistados. Está impulsando planes de colaboración público-privada muy hábiles, se ha sabido rodear de un muy buen equipo, manteniendo lo bueno del anterior. Y el año que viene veremos un incremento en la licitación de obra pública. Me lleva a pensar qué sería si hubiéramos tenido a este ministro en épocas de bonanza. Lástima no haberlo tenido antes.
P. ¿La frase típica que repiten los constructores, según la cual el mejor ministro de Fomento es el que esté en el cargo, es ahora más verdad que en otras ocasiones?
R. Es cierto. Porque hay seis grandes ministros de Fomento en la historia. En democracia, Josep Borrell fue un ministro impecable, que hizo el mejor plan hidrológico que se ha hecho en este país. Y el ministro actual tiene las trazas de estos políticos que actúan de forma distinta. Y además tienen un talante que hacen que no sólo se lo reconozca el Gobierno, sino la oposición.
Fuente: El País.com