Bodega del Fin del Mundo empezará a vender parcelas de viñedos en la localidad neuquina de San Patricio del Chañar
Alfredo Sainz.- El mercado inmobiliario del vino llegó a Vaca Muerta. La Bodega del Fin del Mundo, controlada por los empresarios Julio Viola y Eduardo Eurnekian, anunció el lanzamiento de su proyecto Clos del Fin del Mundo, que ofrece la posibilidad de adquirir 3 hectáreas de viñedos en la localidad neuquina de San Patricio del Chañar, ubicada a menos de 100 kilómetros de la base de operaciones que llevan adelante las petroleras YPF y Chevron.
El modelo de negocios es similar a los de una decena de countries del vino surgidos en los últimos dos años, principalmente en la provincia de Mendoza, y en los que los propietarios de las parcelas pueden optar por vender su producción de uva a la bodega o bien elaborar sus propios vinos dentro de las instalaciones de la empresa.
En La Bodega del Fin del Mundo aseguran que, lejos de ser un obstáculo, la cercanía con el megaproyecto petrolero representa una gran oportunidad comercial.
“Se trata de una gran oportunidad económica para toda la región. La explotación petrolera va a traer muchas inversiones a la región y la tecnología está cada vez más avanzada, con lo cual no vemos ningún peligro desde el punto de vista ambiental”, aseguró Julio Viola, que sostiene que el este de la provincia de Neuquén puede convertirse en una especie de “Arabia Saudita de la Patagonia”, de la mano de la explotación de los hidrocarburos no convencionales.
VINO PROPIO
El proyecto de Clos del Fin del Mundo contempla el desarrollo de 36 lotes que en total suman 120 hectáreas.
Cada propietario tendrá 2,5 hectáreas plantadas con viñedos y otra media hectárea para construir su casa. El costo de la parcela es de 350.000 dólares y la producción se calcula entre 15.000 y 20.000 botellas anuales.
“La administración y el manejo del viñedo, como la poda y la cosecha, estarán a cargo de la bodega, y la idea es que el socio pueda dedicarse a disfrutar del placer de hacer su vino para después comercializarlo con su marca propia o bajo el paraguas de Clos de Fin del Mundo”, explicó Viola.
En la bodega neuquina sostienen que con el proyecto de socios propietarios apuntan a potenciales compradores, tanto de Neuquén como de Buenos Aires.
“Ya tenemos cuatro parcelas vendidas: dos a neuquinos y otras dos a porteños, y apostamos a tener un buen balance entre las dos ciudades. Igualmente, en todos los casos a lo que apuntamos es no tanto al inversor, sino al amante del vino que busca cumplir con el sueño de tener su bodega boutique, pero que no tiene el tiempo para dedicarse en forma completa al proyecto”, argumentó el empresario.