Con un superávit fiscal cada vez menor, el Gobierno comenzó a fines de 2008 a ajustar al menos parte de los subsidios que reciben, sobre todo, los servicios públicos. Pero menos subsidios equivale, en general, a una suba de tarifas, con el impacto político que eso implica. Así, las dificultades son muchas.
Delfor Longo, de Ituzaingó, es jubilado. Gana 1.100 pesos y recibió una factura de gas de $ 123,11. “No la puedo pagar -dice casi llorando-. En un año se triplicó la boleta. Y mi esposa está enferma, no puedo apagar la estufa”.
Es un caso extremo, claro. Pero muestra el impacto de la reducción de subsidios a la energía que el Gobierno dispuso a fines de 2008, y que fue efectiva: de todos los subsidios, el de ese sector es el único que cayó (-17,8%, ver infografía). El problema para los funcionarios es que ya empezó una nueva ronda de puja, con gremios y petroleras pidiendo más ingresos. Y la disyuntiva es cómo compensar eso: ¿suba de tarifas o de subsidios?
En la Patagonia, la situación gremial de los petroleros es un incendio. Los paros se suceden y el temor es un corte masivo de provisión de combustibles. Los gremios -sintetizando- piden subas salariales de un 20% y las empresas pretenden ajustar los sueldos en esa proporción, pero a la baja. Y, además, hay centenares de despidos, sólo frenados por conciliaciones obligatorias dictadas por el ministerio de Trabajo. En ese contexto, se comenzó a discutir una suba en el precio de los combustibles.
“Las autoridades hoy entienden que la situación no da para más”, dicen en una petrolera. “Sin precios no hay inversiones, y por tanto no habrá aumentos salariales y seguirán los despidos”, definen en otra compañía.
Lo que están discutiendo empieza a ponerse en números. “Se está conversando una suba del 35% en el precio del gas en boca de pozo”, señalaron fuentes empresarias. “El problema que hasta ahora no tiene solución es cómo compensar eso, porque es difícil pensar en un ajuste en las boletas”. Ese alza, en las facturas del usuario, sería de 10 a 15% de aumento. La otra alternativa es subir los subsidios, pero es precisamente lo que el Gobierno hoy no quiere (ni puede) hacer. Al contrario, necesita bajarlos.
En petróleo, la situación es similar. Hace dos semanas, el barril de crudo en el país cotizaba entre 42 y 47 dólares, según la calidad. Después de las elecciones las petroleras subieron la nafta, y los productores de crudo llevaron entonces el barril a 47/52 dólares. Las refinadoras puras (Shell, Esso) se plantaron. Y llegaron a decir que paraban las refinerías porque no les cerraban los números. Hubo discusiones, pero todavía no hay acuerdo. El tema está pendiente.
“Hay acuerdo que la energía cuesta más que lo que hoy se paga, el problema es cómo ajustar los precios”, dicen los empresarios. Es una ecuación a la que aún el Gobierno no le encontró una respuesta.
Fuente: Clarín.com