La crónica:
El domingo pasado la información que contaba sobre la rotura de una cañería en la mina Veladero de San Juan y el posterior derrame de aguas cianuradas al río Las Taguas explotaba en las redes sociales mientras los medios de comunicación controlados por el gobierno de José Luis Gioja guardaban silencio. Al día siguiente reconocían el derrame pero lo minimizaban. Barrick Gold afirmó que “solo hubo daños materiales en una cañería sin verse afectada la salud de los trabajadores”.
En Jachal, la gente se agolpaba en las puertas del municipio para pedir explicaciones al intendente. La preocupación fue creciendo al ritmo del silencio oficial y de las evidentes mentiras. Se dispusieron monitoreos del agua y miembros de la asamblea de Jachal enviaron muestras testigo a laboratorios de Mendoza por falta de credibilidad en el gobierno sanjuanino.
Con el correr de las horas y la amplia difusión nacional de la noticia se desencadenaron movilizaciones en San Juan y Jachal. En una muestra de perversidad sin límites, Jaime Bergé, presidente de la cámara minera de la provincia, afirmó “que como el cianuro está muy diluido en agua te podés tomar hasta medio vaso que no te hace nada” (sic).
Las compras masivas de agua mineral amenazaban con agotar las reservas. En las últimas horas la población convocó a una paralización total de actividades, cierre de comercios, no se enviaron los niños a las escuelas y se realizó una movilización a las puertas de la municipalidad con el pedido de renuncia del gobernador y todas sus autoridades, exigiendo al gobierno y a la empresa Barrick Gold que suministre agua en bidones a toda la población.
En San Juan se rompió algo más que una cañería, se quebró la mentira de lo que todos saben por lo bajo y los medios demasiado afines al gobierno callan: la minería con controles es un cuento que nadie cree y la megaminería trajo pobreza, contaminación y crisis hídrica. A la vez, instaló en San Juan un gobierno de vínculos carnales con las corporaciones mineras.
Sobradas pruebas:
Hay sobradas pruebas de los impactos de este sistema extractivo perverso, a modo de ejemplo: Bolivia, septiembre 2014, un lago y 16 ríos envenenados en 7 departamentos; Chile, marzo de 2015, 10 mil personas salen a las calles por los polvos tóxicos de las mineras que enferman a la población; México, agosto 2014, 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico vertidos al río Sonora; Canadá, agosto de 2014, ruptura de dique de cola en mina Mount Polley de la Columbia Británica libera millones de toneladas de lodos tóxicos, contamina lagos y ríos, se considera el peor desastre ambiental de los tiempos modernos; EEUU, agosto de 2015, liberación accidental tiñó de naranja el río Colorado contaminando todo a su paso con aguas ácidas; México, agosto de 2014, 2 mil metros cúbicos de agua con cianuro al arroyo la cruz en Durango. El listado es incompleto y solo del último año en América.
Llegó la hora de que los pueblos avancen en una prohibición nacional de la megaminería y en la derogación de la oprobiosa ley 24.196 de Inversiones Mineras y el Tratado Binacional de Implementación Conjunta argentino-chileno, diseñado a la medida de la Barrick Gold.
No se puede seguir esperando a que ocurra un accidente de grandes proporciones que comprometa la vida de poblaciones enteras de nuestro país. Es hora de decir basta.