Los basureros petroleros son plantas para el tratamiento de los desechos de la actividad hidrocarburífera. Surgieron a partir de normas que obligan a las empresas a someter sus residuos a una serie de procesos para reducir el impacto en el ambiente.
La población del norte de la Patagonia los bautizó de esta manera porque duda de la labor ambiental y de la calidad de los trabajos que realizan.
Los lodos de perforación, la tierra empetrolada y el agua utilizada durante el proceso de fracturación hidráulica contienen químicos y sustancias alojadas en el subsuelo, como materiales radioactivos y metales pesados.
A partir de la masificación del fracking, la actividad de los basureros aumentó considerablemente, ya que esta técnica genera más residuos que la explotación convencional. La planta COMARSA, ubicada en la ciudad de Neuquén, es el más grande y creció casi 5 veces entre 2009 y 2014.
Algunos de estos establecimientos conviven con la población, que tiene que respirar el aire contaminado con los gases que emanan de sus hornos y piletas de oxidación.
La organización de vecinas y vecinos de la ciudad de Neuquén obligó al gobierno provincial a decretar su traslado. Lo mismo sucedió en la ciudad de Cinco Saltos, en Río Negro. Sin embargo, la amenaza de estos basureros en crecimiento se expande por otras localidades, como Añelo y Catriel, en Río Negro.
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